Siempre las condiciones
extremas colocan a las personas en el lugar real que ocupan o al menos
manifiestan el que desean ocupar, los hechos recientes en Nuestra
América agudizan el debate sobre el devenir de nuestros pueblos, las
calles llenas de dignidad ejemplifican los resabios aún arrastrados que
dan origen al reclamo social, los puños en alto y las consignan son el
arma de la dignidad de quienes saben muy bien lo que significa la
opresión, mujeres, hombres, obreros, estudiantes, pueblos originarios,
parias y proletarios, los olvidados y marginados de la historia, todas y
todos, sujetos revolucionarios cuya raíz no se encuentra en las
academias pudorosas ni en los clericales análisis de urgencia de quienes
acostumbrados a ignorar hoy lanzan las críticas más críticas cayendo en
el ridículo escenario de su ignorancia.
Latinoamérica vive un
escenario agudizado por la política imperialista de los Estados Unidos y
la ejecución de sus intenciones mediante la sumisión de gobiernos,
sectores sociales, grupos religiosos y, desde luego, por el permanente
deseo de la burguesía oligarca de permanecer en el poder, las medidas
económicas que han en su mayoría desencadenado las protestas aparecen
como la punta de lanza de una crisis sistémica que el capitalismo
latinoamericano viene arrastrando, el neoliberalismo, expresión actual
del capitalismo, llevó al extremo las condiciones de vida de millones de
seres humanos, la desarticulación de las funciones tradicionales de los
Estados-nación dio paso a la privatización de todos los servicios
públicos, arrojó al barranco las posibilidades de sobrevivencia e
implementó un discurso que mediante la participación de todos los
aparatos ideológicos garantizara la generación de un consenso para
sustentar la hegemonía de la explotación, el saqueo, la discriminación y
el dominio burgués.
El deseo de los pueblos por sobrevivir
encontró durante diferentes momentos, cause o salidas a través de
gobiernos progresistas, que, unos más que otros, reorientaron algunas
cuestiones económicas, sociales y políticas, mejorando por periodos
situaciones agudizadas, siendo válvulas de escape y dando a ciertos
sectores esperanza, pero las contradicciones naturales del sistema
capitalista tarde o temprano terminan manifestándose, los errores en la
dirigencia, los límites del propio proyecto impulsado por estos
gobiernos al no romper las estructuras capitalistas y profundizar las
construcción del socialismo junto a la siempre presente presión
imperialista que nunca deja de velar por sus intereses, condujeron a
muchos países a nuevas polarizaciones que incluso llegaron a revertir la
orientación del gobierno a extremos no pensados por caer en formulas
neofascistas, hoy vivimos una nueva etapa de la lucha de clases, un
despertar masivo de los pueblos, pero también, una clara agresión
ultraconservadora con evidentes formas neofascista que pretende
recuperar el poder y restablecer su dominio a fuego y sangre. Por eso
observamos masivas protestas en Chile, Ecuador, Haití, Colombia,
Honduras, Guatemala, Panamá, Costa Rica y demás países, que hacen
retomar los sueños de libertad y de emancipación para nuestras naciones,
pero de igual forma, vemos brutales represiones sobre esas
manifestaciones, escuchamos discursos llenos de odio y rencor racista,
al tiempo en que se ponen en marcha planes abiertamente conservadores,
se ejecutan golpes de Estado como el que ahora transcurre en Bolivia y,
además, se refuerza la ofensiva imperialista sobre países como Cuba,
Venezuela, Nicaragua y la propia Bolivia. Las formas son las mismas
aunque matizadas, derrocar gobiernos que no se han sometido al mandato
imperialista, bloquear económicamente procesos revolucionarios, infestar
todos los aparatos ideológicos de propaganda ultra-reaccionaria para
confundir a las sociedades, mentir y agredir la imagen de la resistencia
para evitar se propague el ejemplo e imponer lo que llaman “verdad”
útil al deseo de expansión imperialista queriendo asegurar la
consumación de sus planes antihumanos.
Las condiciones
agudizadas que vivimos en Latinoamérica llaman al compromiso intelectual
y social, claman por la responsabilidad de los pueblos con su propio
porvenir, las calles aglutinan el deseo de una mejor sociedad, las balas
y los golpes reaccionarios pretenden mantener todo como esta y revertir
aquello que se ha transformado, la lucha de clases se evidencia desnuda
y obliga a ponerse a cada quien del lado correspondiente, los
eufemismos retóricos de los nuevos supra-críticos son únicamente el
espejo de sus anhelos reaccionarios, que sumados a la propaganda
fascista, niegan los vientos de cambio que soplan, a pesar de que se
observa la antesala del resurgimiento de los olvidados y explotados, aún
hay quienes frente a la luz de la verdad prefieren mirar lo
insustancial, niegan la represión, el golpe de Estado, la existencia del
imperialismo y la conjura fascista que busca apoderarse de Nuestra
América para seguir saqueándola, los deseos dictatoriales rondan el
camino venidero, las voces de los desposeídos claman por el
resurgimiento revolucionario, urge transformar radicalmente la realidad
para poder vivirla, el proyecto socialista también afronta el reto de
replantearse para ser implementado, los tiempos actuales son de
compromiso irrenunciable a favor de la unidad, integración y
emancipación definitoria de toda Nuestra América.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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