
Evo Morales en una concentración en La Paz, días antes de renunciar
El
domingo 10 de noviembre Bolivia se convirtió en el único país americano
sin un gobernante. En la tarde de ese día renunció a su cargo el
presidente constitucional Evo Morales, pero también lo hicieron todas
las otras 3 personas que - según la carta magna - pueden sucederle en el
cargo: el vicepresidente Álvaro García Linera, la presidenta de la
cámara de los senadores Adriana Salvatierra y el presidente de los
diputados Rolando Borda. Tampoco Rubén Medinaceli, primer vicepresidente
del Senado, quien, al igual que todos los anteriores es militante del
Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido que ha estado en el poder en
los últimos 14 años, quiere asumir la presidencia del Estado.
Evo
Morales tomó tal decisión a pocas horas que en la mañana había
concedido llamar a nuevas elecciones nacionales y renovando a todos los
cargos del Tribunal Supremo Electoral. No obstante, esas medidas no
calmaban a la oposición de derecha quien dominaba las calles de La Paz y
Santa Cruz, las dos mayores urbes bolivianas, ni rompían la negativa de
los principales candidatos perdedores en las elecciones generales del
20 de octubre al diálogo. A Morales la policía seguía desobedeciendo y
el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Williams Kaliman le pidió
que deje su puesto. Por ello es que Morales decidió comunicar al país su
renuncia para luego desplazarse en un avión al Chapare, la zona rural
cocalera del centro de Bolivia donde él debutó en política como
dirigente sindical y desde la cual él piensa promover un movimiento
social para poder volver al poder.
Vacío
De
acuerdo a la constitución boliviana la Asamblea Legislativa
Plurinacional debe aceptar la renuncia del mandatario, pero en ésta el
MAS tiene a 25 de sus 36 senadores y a 88 de sus 130 diputados, esto es,
a más de dos tercios de sus parlamentarios. El hecho que ningún
oficialista ha querido reemplazar a Morales podría dar paso a que el
legislativo boliviano le pida a Morales a que reconsidere su posición.
Si Evo anunció que dejaba la presidencia para evitar derramamiento de
sangre, el congreso pudiese pedirle que reasuma su posición a fin de
evitar el caos.
Carlos Mesa ha pedido que se solucione
rápidamente el vacío legal del poder a fin de evitar dar pretextos a
Morales para decir que a él se le ha sacado mediante un golpe. Mesa en
2002-2003 fue vicepresidente de Bolivia, en 2003-2005 fue presidente y
el 20 de octubre fue el segundo candidato más votado en las elecciones
por lo que él reclamaba su pase a una eventual segunda vuelta.
Mientras
Bolivia ha estado sin presidente, la policía ha detenido al presidente
del Tribunal Supremo Electoral y a varios directivos y vocales de dicho
organismo, en tanto que han sido asaltadas, quemadas o saqueadas la
residencia de Morales y de su hermana, así como de personas que llegaron
a ser gobernadores y ministros del MAS. Se ha denunciado una supuesta
orden de captura contra Morales mientras que en la embajada mexicana hay
al menos dos decenas de ex funcionarios asilados y la venezolana ha
sido vandalizada por encapuchados.
El movimiento para
deponer a Morales no ha estado timoneado por el centroderechista Carlos
Mesa, el pastor coreano ultraderechista Chi Hyun Chung o el derechista
Óscar Ortiz, los candidatos que en las elecciones presidenciales del 20
de Octubre obtuvieron – según cifras oficiales – el 36.5%, 8.8% y 4.2%
de los votos, respectivamente.
Más bien, las protestas han
sido lideradas por los Comités Cívicos que son entidades regionales
comandadas por las cámaras de comercio o empresariales locales. La más
importante de todas es la de Santa Cruz encabezada por Fernando Camacho,
el cual varias veces ha viajado a La Paz para entregarle una carta de
renuncia a Morales.
Camacho insiste en mantener el paro
indefinido con bloqueos centrado en Santa Cruz hasta que en Bolivia se
instaure un nuevo presidente que fije las condiciones y las fechas para
nuevas elecciones. Además, él sostiene que se deben arrestar y enjuiciar
a Morales y a sus ministros.
Camacho proviene de Santa Cruz,
el único departamento boliviano que está unido mediante ferrocarril al
Brasil, y también su metodología política se inspira en la del
presidente brasileño Jair Bolsonaro. Camacho va por doquier con la
Biblia en la mano y no para de utilizar el nombre de Dios en cada
discurso.
Reemplazo
Mientras
Camacho plantea que el poder pase a una junta de notables y se especula
que se podría estructurar una junta militar-policial provisional (algo
que, sin embargo, rechazan muchos opositores para evitar dar argumentos a
Morales en sentido que fue depuesto por un cuartelazo), hay una
senadora de la derecha que reclama que es ella quien debe asumir la
presidencia.
Ella es Jeanine Añez, la segunda
vicepresidenta del Senado, quien sostiene que tras esa cadena de
renuncias ella es la siguiente en la línea de sucesión, aunque la
constitución no es muy clara al respecto y ella debería ser avalada por
el congreso.
Añez proviene del Beni, uno de los 3
departamentos del Oriente, donde ella ha sido una feroz partidaria de
los movimientos por la autonomía regional, a los cuales la izquierda
caracterizó de buscar querer desmembrar a Bolivia siguiendo el ejemplo
yugoslavo. Ella representa a los “Demócratas”, la sección boliviana de
la Unión Democrática Internacional en la cual está el Partido
Republicano de Donald Trump en EEUU, los partidos conservadores del
Reino Unido de Boris Johnson, del Canadá, Dinamarca, Nicaragua, Noruega y
Colombia, el LIKUD del primer ministro israelí Bibi Netanyahu, los
social cristianos como los de Ángela Merkel en Alemania o los de Ecuador
y Perú, la Unión de Fuerzas de Derecha de Rusia, los dos partidos que
apuntalan al presidente chileno Sebastián Piñera (La UDI y Renovación
Nacional), el PRO de Mauricio Macri en Argentina, los colorados
paraguayos y los demócratas del Brasil.
Estos últimos son los
sucesores de la Alianza Renovadora Nacional (ARENA) que luego devino en
el Partido Democrático Social (PDS), el cual fue el principal del
régimen implantado por la dictadura militar brasileña (1964-85).
Los
“Demócratas” de Bolivia también conocidos como “Movimiento Demócrata
Social” (nótese el paralelo con el partido brasileño del que
originariamente proviene Jair Bolsonaro) se presentaron en las
presidenciales del 20 de octubre comandados por su jefe Ortiz bajo el
membrete “Bolivia dice No”. Su consigna era que en el referéndum del 21
de febrero del 2016 Bolivia por un 51% de los votos le dijo No al
intento de Evo de poder postular a una nueva reelección.
Mientras
los contrincantes de este partido se burlan de ellos diciéndoles que a
quién Bolivia dijo No fue a ellos que no llegaron ni a la veinteava
parte de los votos, Añez aduce que a ella se le debe dar el cargo. Ya
antes hubo otra mujer que llegó a la presidencia boliviana por votación
del congreso, pese a que su partido era minoritario. Ella fue Lidia
Gueiler quien en 1979-80 duró 8 meses en el cargo antes de ser depuesta
por el golpe militar del general García Meza.
Incertidumbre
La
situación boliviana se torna altamente inestable e impredecible pues no
se puede saber quién va a ser el nuevo gobernante, por cuánto tiempo ha
de durar y qué características van a tener las elecciones, incluyendo
si en éstas se permitiría que Morales y García Linera pudiesen volver a
postular.
La oposición boliviana aduce que en el referéndum de
hace unos 45 meses el pueblo boliviano por una diferencia de dos puntos
rechazó la propuesta de Morales de modificar la constitución para poder
volver a candidatear. De allí que ésta estaba dispuesta a cuestionar
cualquiera sea el resultado de las presidenciales desde antes que se
anuncien éstos aduciendo que un cuarto mandato consecutivo es ilegal.
También
aduce que hubo un fraude en los últimos comicios pues cuando no
faltaban muchas actas por ser contabilizadas, se agrandó la diferencia
entre Morales y Mesa haciendo que el primero pueda aventajar por 10
puntos y medio, un margen que le permitió declarar la victoria sin ir a
una segunda vuelta.
Si esta vez la derecha insiste en
evitar que Morales pueda candidatear se corre el riesgo que haya un
amplio sector que equivale a casi la mitad del electorado que cuestione a
estos comicios como fraudulentos y parcializados. Un argumento en favor
de permitir que Morales postule es la de derrotarlo y anularlo en las
urnas para lo cual habrá que valerse del hecho de que él, al aceptar
nuevas elecciones y nuevo tribunal electoral, estaría aceptando que sus
adeptos cometieron fraude.
Ir a unos nuevos comicios aceptando
la candidatura de Morales-García debiera conducir a que la derecha de
paso a una fórmula de unidad. A fin de cabo una razón por la cual Mesa
bien pudo no haber llegado al balotaje es porque a su derecha
compitieron Chung y Ortiz. Sin embargo, Mesa ha candidateado tratando de
ubicarse en el centro y con fraseología izquierdista para poder
disputarle bastiones a Morales. Su movimiento se ha estructurado en
torno al Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), un partido de derecha
“moderada” que originalmente se fundó en 1978 como el brazo legal del
Partido Comunista Marxista Leninista que 8 años antes había hecho el
primer ejemplo de “guerra popular maoísta” en los Andes, inspirando al
que en 1980 inició el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso.
En
cambio, Ortiz y Chung (al igual que Camacho) son más proclives a una
orientación más afín a la de Bolsonaro. Ortiz es el Presidente de la
Internacional Demócrata para Latinoamérica y por ende tiene lazos muy
estrechos con Trump. El pastor Chung tiene una prédica homofóbica y
socialmente muy conservadora que empalma con la de varios sectores del
entorno de Bolsonaro.
De otro lado, Morales y García Linera se
retiraron de sus cargos levantando la consigna de Túpac Katari, el
líder de la rebelión aymara de 1870-81 quien antes de ser descuartizó
anunció que “volverá siendo millones”. Tal postulado puede implicar que
él podría retornar a palacio tras un interludio de algunos años como el
que tuvieron los socialistas chilenos o el sandinismo nicaragüense tras
perder la presidencia contra la derecha, pero también de buscar regresar
muy pronto en caso de que continúe la impasse en el poder o mediante
manifestaciones multitudinarias o nuevas elecciones.
Movimiento de masas
Los
motores de las movilizaciones contra Morales han sido los comités
cívicos, pero éstos también son organismos muy cambiantes y
heterogéneos. Si bien el predominante ha sido el liderado por Camacho
también hay otros que llaman a luchar contra “masistas y mesistas” y que
buscan una salida independiente de ambos bancos.
En medio de
este contexto se encuentra la situación de la Central Obrera Boliviana
(COB), la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesino de
Bolivia (CSUTCB) y varias organizaciones barriales, especialmente de El
Alto, una ciudad a casi 4 kilómetros sobre el nivel del mar que se
inició como una barriada en torno al aeropuerto de La Paz y que ha sido
el bastión de Morales.
Cuando Morales decidió a tempranas
horas del domingo 10 llamar a nuevas elecciones lo hizo tras reunirse
con la COB y varios dirigentes sociales en El Alto, donde llegó a
cobijarse para evitar ser atacados por diversas montoneras de la derecha
llegadas a La Paz desde diversas partes del país.
Tras
conversar con estos directivos la evaluación que sacaron fue que la COB
no estaba en capacidad de organizar una masiva defensa del presidente
mientras que todas las grandes ciudades del país, salvo El Alto, habían
votado contra Morales en las presidenciales (quién ganó fundamentalmente
por el voto campesino y de los bolivianos del exterior).
Morales se ha atrincherado en su bastión del Chapare posiblemente queriendo organizar una gran marcha campesina en Cochabamba.
Es
difícil desde el exterior y sin estar en Bolivia predecir qué pueda
pasar. No obstante, hay elementos que nos enseña la historia boliviana.
Las
protestas sociales de El Alto jugaron un papel clave en producir la
caída del presidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 y
luego de su vicepresidente y sucesor Carlos Mesa en 2005. Hoy éstas
podrían jaquear a los grupos de derecha que han llegado desde diversos
rincones del país.
El 9 de abril de 1952 ante un fallido
golpe militar apoyado por policías para deponer a una dictadura y
restaurar al presidente electo Víctor Paz Estenssoro los mineros
llegaron desde el Alto a La paz a la cual tomaron. En dos días ellos
desarmaron al ejército e impusieron la revolución más radical de la
historia sudamericana: una que nacionalizara bajo “control obrero” las
grades minas y haría una reforma agraria más radical que la china de
entonces.
Esta vez ha sido la policía la que ha sido el
pilar en la caída de Morales pues su rebelión hecha el 8 de noviembre
fue la que precipitó la renuncia presidencial. A medida que la fuerza
pública se pasaba del lado de la oposición de derecha y las FFAA se
negaban a reprimir y terminaron pidiendo la salida de Morales, es que él
tuvo que escoger entre ir hacia querer luchar por mantenerse en el
puesto organizando un masivo arribo de campesinos y alteños a La Paz o
replegarse de palacio.
Los acontecimientos han de pasar a
velocidades supersónicas. Se habla que en El Alto izquierdistas han
quemado buses y que se vienen enfrentando con derechistas. También hay
especulaciones en sentido que sectores de la derecha quisieran tomar el
palacio de gobierno
En medio de esto el MAS y los
sindicatos han llamado a una multitudinaria concentración el lunes 11
desde las 9am en la plaza San Francisco, la mayor de La Paz.
La
situación es altamente fluida: Morales va a querer retornar a la
presidencia apoyado de movilizaciones populares así como con un voto a
favor de la asamblea legislativa o de eventuales nuevas elecciones.
Algo
que Morales va a querer explotar en su favor es que Bolivia es el país
del mundo que tiene más tradiciones de revueltas populares que derrotan
golpes militares y que él va a querer aprovechar el sentimiento de
rechazo a los cuartelazos y del posible retorno de la derecha al poder
para potenciarse. En La Paz hay una histórica desconfianza hacia la
derecha de Santa Cruz, la cual en muchas oportunidades ha tendido a
promover el racismo contra los indígenas y a coordinar mucho con los
gobiernos de derecha del Brasil. Es sobre ese resentimiento contra
Camacho y sus grupos venidos de dicha región es que la izquierda va a
querer cabalgar.
Isaac Bigio
Analista internacional
https://www.alainet.org/es/articulo/203169
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