Ángel Guerra Cabrera
La
crisis de hegemonía que atraviesa Estados Unidos ha creado en la escena
internacional una situación inestable, peligrosa y de desenlace
impredecible pues Washington no se resigna a aceptar la pérdida de la
primacía casi absoluta que disfrutaba en el planeta. Parecería no
quererse dar cuenta de que el mundo transita hacia la multipolaridad,
en la que está obligado a tomar en consideración los intereses y
concepciones de otros actores –entre ellos China y Rusia– a menos que
desee correr el riego de empujar a la humanidad al holocausto de una
guerra nuclear.
Actúa muchas veces guiado más por la irracionalidad que por el
pragmatismo, como en Ucrania. O, como observamos en América Latina y el
Caribe, donde aún en el caso de Cuba, con la que afirma que va a
cambiar de política, no se cansa de repetir con descaro inaudito que
su objetivo es el mismo. O sea, reinstaurar el capitalismo y la putrefacta democracia liberal en la isla contra la opinión del pueblo cubano.
Washington cierra los ojos ante su creciente debilidad económica
–que la burbuja del petróleo y el gas de esquisto no pueden ocultar–,
el descrédito político que ha cosechado con sus sangrientas guerras de
agresión, las torturas a prisioneros, el asesinatos de civiles
inocentes por drones o por sus grupos de operaciones
especiales en cada vez más países, el espionaje generalizado de
comunicaciones, incluso a sus propios aliados, el constante homicidio
de negros por sus policías y la alarmante desigualdad y pobreza que
corroe a la sociedad estadunidense.
En esta situación, acabar con la revolución bolivariana por la
fuerza, ya que por vía electoral no ha podido, es su mayor prioridad en
la política hacia nuestra región, que decidió acelerar después de la
desaparición del presidente Hugo Chávez. Pero su objetivo no es sólo
ese, sino arrasar con todos los gobiernos que no se le someten, no
aceptan las políticas neoliberales y procuran la unidad e integración
de América Latina y el Caribe (ALC). Los estrategas del imperio razonan
que si Washington no es capaz de meter en cintura al que siempre
consideró su traspatio, mucho menos podrá imponerse al resto del mundo.
Por eso ambiciona destruir la arquitectura bolivariana en nuestra
región, construida desde 1999 bajo el liderazgo y la inspiración de
Hugo Chávez, pero para conseguirlo debe arrasar con el puntal
venezolano. No es sólo que Venezuela tenga las mayores reservas de
hidrocarburos del mundo.
Tanto
o más importante es la existencia en la patria de Bolívar de un
destacamento revolucionario de singular combatividad, consciente
políticamente y cargada de simbolismo, como es el chavismo. Este, aún
con bajos precios del petróleo y sometido a la guerra económica y el
desabasto, atesora reservas morales y políticas fundamentales para
mantener unidas y combativas a las mejores fuerzas y los gobiernos más
independientes de ALC.
Es por eso que el imperio ha probado todo contra Caracas. Desde una
metódica guerra sicológica ligada con guerra económica por sectores
burgueses nacionales e internacionales que especulan con las divisas
del pueblo venezolano o acaparan y contrabandean apoyados por todas las
corporaciones mediáticas del planeta, hasta la organización de las
violentas y asesinas guarimbas, a cargo de delincuentes,
paramilitares colombianos y desclasados, que sólo en febrero del año
pasado costaron 43 muertos. También, en violación del derecho
internacional, ha reforzado las sanciones contra Venezuela
La reciente reunión con los gobiernos del Caricom del vicepresidente
estadunidense, Richard Biden, se proponía destruir Petrocaribe,
ejemplar instrumento de solidaridad con esos países ideado por Chávez,
aunque se ha filtrado que el funcionario también conspiró groseramente
contra el presidente Maduro.
La presencia provocadora e injerencista en Caracas de tres ex
presidentes latinoamericanos, cuestionados en sus países por su
irrespeto a los derechos humanos, da una medida de quienes apoyan a la
oposición golpista venezolana, pues días antes el presidente Maduro
había recibido el apoyo de sus colegas de la Celac frente a los planes
desestabilizadores.
En la disputa por la hegemonía mundial se abre un importante
capítulo en ALC desde ahora hasta la Cumbre de las Américas. La
diplomacia yanqui se está empleando a fondo para tender una emboscada
allí contra Cuba y Venezuela e intentar dividir a los gobiernos
latinoamericanos y caribeños. El tiro les saldrá por la culata.
Twitter:@aguerraguerra
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