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jueves, 1 de abril de 2010

Control remoto
La década de los drones: asesinos aéreos de EE.UU.
por Rick Rozoff*

Utilizando a Pakistán y Afganistán como terreno de experimentación y campo de batalla para sus aviones sin piloto, el complejo militaro-industrial de EEUU va afinando poco a poco, su más actual y sofisticada arma tecnológica en este XXI siglo. Al mismo tiempo su cruzada guerrera alcanza niveles de cinismo y manipulación de la opinión pública nunca antes visto en nuestras sociedades. Dichos aviones son controlados a partir de pantallas en el otro hemisferio, masacrando a poblaciones civiles que EEUU pretende salvar sus vidas. Obama consideró necesaria la guerra en Afganistán y su vice-presidente, Joe Binden, exige el envio de más robots asesinos para apoyar a las tropas US destacadas allí.


Mediante y a través de sus pantallas, aviones sin piloto teledirigidos, más conocidos por el nombre de «drones» son controlados y manejados por especialistas militares de EEUU a miles de kilómetros del terreno donde se realizan sus mortíferas operaciones.

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2010 es el décimo año de la primera década del nuevo siglo y del milenio y es el décimo año consecutivo de la guerra de EE.UU. en Afganistán y en el área de responsabilidad de 15 naciones abarcada bajo la Operación Libertad Duradera. A principios de marzo las muertes militares estadounidenses en el teatro de la Gran Guerra Afgana –Afganistán, Cuba (Guantánamo), Djibouti, Eritrea, Jordania, Kenia, Kirguistán, las Filipinas, Seychelles, Sudán, Tayikistán, Turquía, Uzbekistán y Yemen– sobrepasaron el límite de los 1.000. Este año es también el décimo año de la primera guerra terrestre y la primera guerra asiática librada por la OTAN, guerras realizadas desde, y no para proteger a, las naciones del Norte del Océano Atlántico.

2010 es el décimo y más letal año en el uso por Washington de vehículos aéreos sin tripulación (drones) para asesinatos selectivos y “daño colateral” sin objetivo.

Diseñados originalmente para la vigilancia del campo de batalla y reconocimiento, aunque a menudo para solicitar mortíferos ataques militares, los drones han sido empleados por EE.UU. desde 2001 para identificar y matar objetivos humanos.

El primer vehículo aéreo “cazador-asesino” sin tripulación, el Predator, fue utilizado por el Pentágono en Bosnia en 1995 y después en los 78 días de la guerra aérea contra Yugoslavia en 1999.

En 2001 los Predator fueron equipados con misiles Hellfire (fuego del infierno) y partieron desde Pakistán y Uzbekistán para lanzar ataques dentro de Afganistán. El año siguiente salieron de la base militar de EE.UU. en Camp Lemonnier en Djibouti con el mismo fin en Yemen.

El Predator y su sucesor, el Reaper, capaz de cargar quince veces más armamento y que vuela a tres veces su velocidad, han sido utilizados para ataques letales en Afganistán, Iraq, Yemen, Somalia, y con un efecto particularmente asesino en Pakistán, desde el otoño de 2008. Están equipados de cámaras conectadas por satélite a bases en EE.UU.

En octubre el vicealmirante Robert Moeller, comandante adjunto del Comando África de EE.UU. anunció que Reaper, “capaces de transportar una docena de bombas y misiles guiados,” [1] fueron enviados a Seychelles frente a la costa oriental del continente africano para patrullar el Océano Índico.

Radio Australia transmitió una historia el 8 de marzo que decía que “el presidente de EE.UU., Barack Obama, puede haber tardado en decidir su política afgana, pero ahora también se ha convertido en un mayor entusiasta por los ataques con misiles con drones que su predecesor. [2] En Afganistán y Pakistán así como en Yemen.

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Discutiendo un informe de la New America Foundation, la emisora documentó que los mortíferos ataques con misiles a ambos lados de la frontera entre Afganistán y Pakistán han aumentado en un 50% desde que el gobierno de Obama se hizo cargo de la Casa Blanca hace un año, el 20 de enero.

Citando al think tank arriba mencionado, el informe de Radio Australia dijo que ha habido 64 ataques de drones en el Sur de Asia en los últimos catorce meses, en comparación con 45 bajo el gobierno de George W. Bush entre la invasión de Afganistán en octubre de 2001 y enero de 2009.

Bill Roggio, editor de Long War Journal, fue entrevistado y dijo “hay un promedio de cinco a siete ataques por mes aunque en enero fueron 11.”

Además se le citó describiendo la escalada cualitativa así como cuantitativa de la guerra estadounidense de drones en Afganistán y Pakistán: “El principal drone es el Predator que porta el misil antitanque Hellfire.

“Al Reaper, hermano mayor del Predator, lo adaptaron para que pueda cargar misiles Hellfire más grandes así como para que pueda llevar, también, las bombas guiadas de 227 kilos guiadas por GPS (sistema de posicionamiento global). De modo que están muy..., ya sabe, hay una especie de revolución en la guerra aérea.” [3]

El Reaper lleva 450 kilos de municiones y también está equipado para el misil aire-aire Sidewinder. Hay planes para agregar misiles aire-aire Stinger.

En términos del coste humano de la promesa electoral en 2008 sobre la campaña de la guerra afgana – “Si tenemos inteligencia que permita entrar en acción sobre objetivos de alto nivel de al-Qaida en la región fronteriza de Pakistán, debemos actuar si Pakistán no quiere o no puede hacerlo” –a comienzos de este año el influyente Dawn News de Pakistán publicó un informe sobre lo que esa política ha significado para los paquistaníes. En un artículo intitulado “Más de 700 muertos en 44 ataques con drones en 2009,” la fuente, citando estadísticas del gobierno paquistaní, escribió:

“De los 44 ataques de Predator realizados por drones de EE.UU. en áreas tribales de Pakistán durante los últimos 12 meses, sólo cinco han logrado alcanzar sus verdaderos objetivos, matando a cinco dirigentes clave de al-Qaida y de los talibanes, pero al coste de más de 700 civiles inocentes.”

Por cada presunto miembro de al-Qaida o de los talibanes muerto por misiles disparados desde drones de EE.UU. “también tuvieron que morir 140 inocentes paquistaníes. Más de un 90 por ciento de los muertos en los mortíferos ataques con misiles fueron civiles, afirman las autoridades… En promedio, 58 civiles muirieron cada mes en esos ataques, 12 personas cada semana y casi dos personas cada día.” [4]

Los muertos pueden haber estado armados o desarmados, hombres o mujeres, adultos o niños. Lo que tienen en común es que fueron atacados sobre la base de “inteligencia que permite entrar en acción” suministrada por alguien en el terreno, no necesariamente una parte desinteresada.

En octubre pasado, cuando la matanza había comenzado en serio, el Relator Especial de las Naciones Unidas para las Ejecuciones Extrajudiciales de las Naciones Unidas, Philip Alston señaló:

“Mi preocupación es que estos drones, estos Predator, están siendo operados en un marco que puede violar el derecho humanitario internacional y el derecho internacional de derechos humanos.

“El gobierno de EE.UU. es realmente responsable de revelar más sobre la forma en la que asegura que ejecuciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, no son en realidad realizadas mediante el uso de estas armas.” [5]

Impávido, EE.UU. intensificó sustancialmente los ataques.

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