Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

viernes, 1 de agosto de 2008

MÉXICO: ENTRE EL OLOR A PÓLVORA Y EL HEDOR A MUERTE



Insisto en que no soy un periodista que diga “la verdad”, ya que esta puede manipularse a conveniencia y no existe una absoluta. Yo me defino como un reportero que intenta mostrar la realidad, y esta dista mucho de las cifras y estadísticas, por ello casi no las utilizo. Las cifras y estadísticas nos enseñan que durante el presente sexenio se han decomisado cantidades nunca antes aseguradas de droga, dinero y armas al crimen organizado (o desorganizado). Estas cifras, que a muchos marean y a otros tantos más los aturden, también nos hacen ver que ha habido muertes como nunca antes.
Pero todas estas cifras huecas y sin sentido no movieron ni una fibra de mis sentimientos. Los “numeritos” me han vuelto insensible a ellos.Pero la “realidad”, la que se vive en las calles, en el día a día, esa sí cómo me ha calado. Bastó sólo un par de telefonemas para enfrentarme a ella.La primera llamada la hice hace tres semanas. Mi interlocutora se ubicaba en Culiacán, Sinaloa, y me confesaba que la situación estaba muy, pero muy difícil allá. Me confesó que vive con miedo, como muchos miles más. Me advertía que cada día, cuando salía de casa, era una despedida profunda de sus familiares.
Nadie sabe si tendrá la fortuna de regresar.“Andas caminado, mirando hacia todos lados, cuidando de por dónde te va a llegar la bala”, decía. “Hace apenas unos días, entraron a un taller mecánico y abrieron fuego contra quien encontraron a su paso. En el lugar mataron a un señor y a su hijo, tendrían cincuenta y treinta años. Ambos maestros universitarios. Pero lo que son las cosas. Esa misma familia, hace como tres años perdió a un miembro. Era un pequeño que murió por una bala perdida. Lo que son las cosas y la suerte. Mataron al abuelo, al padre y al hijo”, asentó.
Pero lo que mi contacto veía como mala fortuna, yo lo interpreté de forma distinta. Para mí, el hecho de que los miembros de tres generaciones murieran en circunstancias similares, muestra la probabilidad de morirte en Sinaloa. No hay vuelta de hoja.“Tengo miedo y no lo puedo evitar”, asentó otro de mis contactos en esa misma ciudad. “La otra noche estaba recostada en mi cama, cuando de repente escuché unas metrallas, eran dos grupos de malandros que se estaban disparando de camioneta a camioneta.
No pude hacer nada más que arrastrarme hasta el cuarto de mis papás y rogarle a Dios que no se acercaran más. En mi recorrido hacia la recámara lo único que pensé fue: ‘Dios, déjame estar junto a mis papás, no me dejes morir lejos de ellos’. Los segundos que duró fueron eternos. De repente todo se silenció y poco a poco el sueño me ganó. Me hubiera gustado que todo fuese una pesadilla.”Hace unos días estuve en la capital de Chihuahua y una frase de un niño de cerca de ocho años, cuando se despedía de su mamá hizo que me paralizara: “Con la bendición y gracia de Dios nos vemos al rato mami, pero por si no regreso recuerda que yo siempre te he querido”.
Tal pareciera que el niño se dirigiera a la guerra o a un empleo extremo. Pero no, el pequeño sólo iba al Wendys a comer una hamburguesa con su papá.No sé si Gobierno y ciudadanos estemos haciendo lo suficiente para acabar con la delincuencia y el narcotráfico. No tengo idea de cuanto falte y tampoco sé si se va por buen camino. Es más, ni siquiera tengo cierto si se ha iniciado un combate con él. Lo que sí sé, es que la voz se me quiebra cada que hablo con mis contactos en Culiacán y que la madurez del niño chihuahuita me dejó atónito.Lo que sí sé, es que a cada instante esa “realidad” que intentan mostrar las cifras, dista mucho del nudo en la garganta que unas pocas palabras han desatado en mí.
Y mi impotencia es proporcional al miedo de “mi gente”. Sólo me resta confiar en que algún día alguien tenga que hacer lo que debe de hacer y deje de simular una “Guerra Falsa”, que sólo nos está llevando entre las patas a gente como usted y como yo.Punto y aparte.Este mes de agosto cumplo cuatro años de publicar este espacio de opinión llamado “En el Punto”. Son 1461 días de tener la fortuna de abrir un puente entre usted y yo. No tengo nada qué decir más que la bendita palabra inventada por alguien que debió ser muy sabio: GRACIAS.


Antonio González Díaz

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