American curios
David Brooks
▲
Dejen a los testigos hablar, se lee en el cartel de una manifestante afuera del Capitolio, en referencia al juicio político contra Donald Trump.Foto Afp
Arrancó el año electoral
en el que está programado el enfrentamiento político tal vez más
significativo en un siglo para el futuro de Estados Unidos como una
republica semidemocrática constitucional y con implicaciones dramáticas
para gran parte del mundo.
¿No es un poco exagerada esta afirmación? Tal vez sí, pero lo que más preocupa es que tal vez no.
Aquí hay un gran enfrentamiento político no sólo entre las
instituciones gubernamentales y los partidos, sino también dentro de
ellos. Lo que se decidirá es si este juego democrático sobrevive, y de
qué manera. Trump marca el final de un experimento neoliberal. Está por
verse, por lo menos en el teatro político-electoral, qué sigue.
El actual régimen ha mostrado tal desprecio por el gobierno
institucional que el presidente ha atacado repetidamente a altos mandos
de las fuerzas armadas, las agencias de inteligencia, las de seguridad
pública, y hasta diversas secretarías, generando un deterioro de moral y
un éxodo de diplomáticos, analistas y oficiales. Los jefes que se
quedan son los que están dispuestos a ser sirvientes incondicionales de
este mandatario.
Y hasta éstos se encuentran en apuros, con la constante necesidad de
buscar cómo justificar o replantear declaraciones y decisiones
presidenciales que los toman por sorpresa. Por ejemplo, este domingo el
secretario de Defensa, Mark Esper, se vio obligado a decir que él no
había visto la inteligencia mencionada por Trump que demostraba que el
general iraní a quien mandó asesinar tenía planes para atacar cuatro
embajadas estadunidenses. Hace unos días, los jefes militares tuvieron
que afirmar que no cumplirían con órdenes de Trump de bombardear sitios
culturales en Irán, ya que eso sería un crimen de guerra.
Por otro lado, algunos leales a la causa derechista expulsados del
paraíso del poder han decidido vengarse contra su ex jefe. Por ejemplo,
el halcón ultraconservador John Bolton, ex asesor de Seguridad
Nacional de Trump, expresó que estaba dispuesto a declarar en el juicio
de impeachment del presidente en el Senado si es convocado, algo que su ex jefe ya afirmó que no permitirá.
Pero en general, el Partido Republicano ha decidido subordinarse por
completo a Trump. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell,
anunció públicamente que al proceder el juicio político del presidente,
él se coordinará plenamente con la Casa Blanca. Pero según la ley, cada
senador está obligado a actuar de manera imparcial en su papel de jurado
durante tal juicio, y por lo tanto, los que ya decidieron junto con su
líder expresar su lealtad al presidente están violando el juramento que
cada uno hizo a la Constitución.
La Constitución ha sido violada de manera tan sistemática y abierta
por este régimen en tantos rubros –desde la orden de asesinar a un líder
extranjero o meter en jaulas a niños migrantes, hasta actos corruptos
de todo tipo al violar el proceso electoral, al elogiar el uso de la
tortura, al desafiar fallos judiciales y ordenes legislativas, entre
otras– que la vigencia de la Carta Magna nacional está en duda.
Es por eso que candidatos y líderes de oposición de todo tipo gritan todos los días que
la república está en peligrocon el actual régimen. Señalan que por ello este es el tercer presidente en la historia en ser declarado impeached y ser sujeto a un juicio político.
Según dicen, ésta sigue siendo una democracia electoral (con defectos
fundamentales, uno de los cuales llevó a Trump a la presidencia, ya que
no hay voto directo para presidente, él ganó con menos votos que su
contrincante por las reglas del Colegio Electoral). Pero por primera vez
en la historia moderna, y en las tres décadas que algunos llevamos
reportando sobre este país, la pregunta es si aún lo será despues de
este año.
Nunca antes se habían escuchado aquí especulaciones tan comunes en los llamados países
subdesarrolladosde que no se puede descartar que Trump decida no respetar el resultado de la elección.
O sea, el país podría ser la primera superpotencia (república) bananera. Esa decisión, por ahora, está en manos del demos estadunidense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario