Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

viernes, 1 de noviembre de 2019

"No se puede analizar la situación actual en Chile sin tener en cuenta al gobierno de Allende y su contrapartida, el del dictador Pinochet"


Entrevista al ex diputado constituyente y senador peruano de izquierda Ricardo Napurí



M.H.: Una situación de movilización popular en América Latina en Chile, Ecuador, Perú, Honduras y Haití.
R.N.: No te olvides de Venezuela y Colombia.
M.H.: Quería nombrar a los países del cartel de Lima. ¿Qué reflexión te merece esta situación Ricardo? Hoy queríamos hablar del Perú pero creo que la situación nos excede.
R.N.: Sí, hay que hablar de los hechos acaecidos en varios países, por ejemplo, en Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil teniendo en cuenta lo que destaca y conmueve a las personas, que es la rebelión de los sectores populares que con sus actos están no solamente protestando sino rebelándose contra el orden establecido. Si bien es cierto que esto siempre ha ocurrido en diferentes momentos y con diferentes características.
Lo que quiero destacar son algunas ideas para no crear confusión, teniendo en cuenta que quienes se han informado de estos hechos se informan también de los análisis que hacen los medios de prensa que están a su disposición. Por ejemplo, yo no creo que se esté en una etapa de reversión de la dominación liberal conservadora por una de tipo populista o de lo que algunos llaman los “movimientos nacional populares”. Eso es peligroso porque la realidad de nuestros países señala que no se puede homogeneizar porque hay que tener en cuenta las particularidades de cada país, que son importantes y muy diferentes.
Antes de entrar a la interpretación más actual, podemos pensar, por ejemplo, en el caso de Ecuador, que es un país no solamente subdesarrollado sino que además su economía está dolarizada, vivió de la explotación petrolera, limitadamente minera, de la exportación agropecuaria y, sobre todo, es importante referirse al casi millón de ecuatorianos que están viviendo en EE UU y otros países.
En ese país se ha producido un hecho singular porque los movimientos sociales han tenido presencia en la vida social y política del país, algunos lo centran en el movimiento campesino más importante que tiraron abajo 3 presidentes, entre ellos algunos de perfil autoritario. Movimientos sociales que no solamente se han rebelado siempre sino que se han organizado siempre.
Cuando analizamos la situación de Ecuador tenemos que encontrar esta peculiaridad, porque todos los que defienden el sistema y que están comprometidos en la defensa de todo lo que es la dominación democrático liberal conservadora en el país, caracterizan como les da la gana a que responden al chavismo, Cuba, o a Correa. Ese hecho tiene que ser tomado en cuenta porque las movilizaciones en Ecuador son de perfil histórico y, además, hay una organización de todo el campesinado de larga data. Eso le da una particularidad.
En cuanto a Perú, mi país, nadie lo cita porque no ha habido movimientos sociales de perfil explosivo, casi rebeliones o de la violencia que ha habido en Ecuador o en Chile, pero la connotación de las movilizaciones sociales que hay que calificar en su particularidad, es notable.
Las movilizaciones sociales cambiaron toda la estructura política del país, Vizcarra estaba prácticamente en la lona, había sustituido a Kuczynski; no se olviden que Perú tiene 5 presidentes acusados de robo, no solamente de coimeros, de robo. Pero las movilizaciones sociales lo sustentaron a él. Vizcarra no tenía partido, estaba en el aire, y las masas se apoderaron de él y lo empujaron a tomar medidas contra el fujimorismo, la herencia del conservador, autoritario y despótico Fujimori.
Son las masas las que cambiaron la realidad política del país y no lo hicieron a través de formas explosivas como en Chile y Ecuador, sino movilizándose y dándole un sustento político a alguien que no tenía solo el 30% del apoyo popular. Entonces han determinado que este hombre pase a la ofensiva, liquide al Congreso sin ninguna violación constitucional y ha cambiado las relaciones de fuerzas políticas en el país.
Esa movilización popular que se mantiene es de una significación importante y tiene que ser calificada no por los actos de violencia formales sino por la significación política. Porque ahora que se ha establecido una nueva situación esas masas que están entonadas, están en actitud de pasar a la ofensiva, porque Vizcarra es un demócrata liberal, no es de centro izquierda, él es uno de los hombres del grupo de Lima y, por lo tanto, es un liberal conservador.
Ahí viene el segundo momento de la movilización política, donde estas masas que le dan apoyo le exigen las reivindicaciones postergadas de los otros gobiernos. De tal manera que la situación es abierta. Y hay una situación de participación de las masas inteligente, aluvional, es un momento de una coyuntura política que ha cambiado prácticamente el destino del país, y tendremos la vigilancia para saber dónde va Vizcarra y cuál es la situación en el próximo devenir del Perú. Es un hecho muy importante de tipo cualitativo a tener en cuenta.
Lo de Chile también tiene una historia, es un proceso largo y complejo. No se puede analizar la situación actual, la reacción explosiva y la rebelión de los de abajo sin tener en cuenta antecedentes como el gobierno de Allende y su contrapartida que fue el gobierno del dictador Pinochet. El gobierno de Allende que fue uno de los que más reformas radicalizantes realizó en América Latina, después de Cuba, que fue enormemente progresista, pero dejó las cosas a medio camino porque en el momento de dar el salto cualitativo, como ocurrió en Cuba cuando las masas exigían su propio gobierno porque la derecha dirigida desde EE UU contragolpeaba ferozmente, el gobierno de Unidad Popular y el propio Presidente Allende no dio ese salto y permitieron la llegada de Pinochet.
Esas dos realidades están en el seno de la memoria política de Chile o sea de las masas populares. Si las masas estuvieron aparentemente dormidas en Chile, es porque el post pinochetismo, la coalición de la Democracia Cristiana con los Socialistas, actuaron como reformistas tibios y no se atrevieron a cambiar todo el sistema jurídico y político montado por Pinochet. Lo administraron con pequeñas reformas con Bachelet.
En Chile había una especia de laguna contenida para que no desbordara, con la complicidad de los reformistas centro izquierdistas radicalizados y cuasi revolucionarios de la época de Allende, que devinieron en administradores del sistema conciliando disposiciones con la derecha neoliberal.
Ya todo el mundo sabe que el pinochetismo hizo las posiciones del régimen en Chicago, la opresión a las masas, la desigualdad social infinita, el dominio oligopólico de un grupo de empresarios; estos son los que, incluso después del fracaso de las ilusiones que tuvieron en sus representantes reformistas, se han rebelado a través de procesos que vinieron desde antes, porque no olvidemos que los estudiantes se rebelaron incluso con Pinochet, y son uno de los sectores más golpeados además de todos aquellos que no se benefician, porque en Chile se paga la educación, la salud, las comunicaciones y otras cosas; esa laguna contenida ha desbordado.
Las formas no interesan, porque si recordamos lo que ha dicho Piñera “estamos en guerra contra un enemigo poderoso implacable que no respeta a nada y a nadie y que está dispuesto a utilizar la violencia y la delincuencia”. Acaba de decir esto Piñera. La trampa miserable de esta declaración está en que él apoyó a Pinochet, lo defiende, o sea que está diciendo que hay dos tipos de violencia, la violencia de los que mandan, la violencia de los que tienen el poder, de los que no se detienen, de los que se llaman neoliberales, o democráticos liberales que son estos gobiernos tipo Macri y la violencia popular.
Para ellos Pinochet puede matar por miles, bombardear la sede gubernamental, ejercer el poder por años, la clase dominante puede ejercer la violencia sistemáticamente, puede terminar con cualquier conquista social y privar de toda posibilidad y beneficio a las masas populares; pero los de abajo no lo pueden hacer. Y los de abajo se expresan como pueden.
De tal manera no hay que ver las manifestaciones de Chile desde sus efectos secundarios, si algunos grupos quemaron algo, sino la significación de la rebelión de los estudiantes, que continúa en el camino de los que intentaron ganarle a Bachelet y que ahora, junto con sectores populares y sociales postergados, están haciéndose presentes diciendo “Basta ya, abajo los militares, afuera los tiranos”.
Desde la resistencia sectorial y a través de reivindicaciones concretas se ha ido politizando la situación, hasta el extremo que hoy se está pidiendo a nivel de masas que se caiga este gobierno, es decir que se vaya Piñera. Doy estos dos casos para ver la significación de lo que ocurre regionalmente en América Latina.
En Bolivia hay una emergencia social donde las clases dominantes han sido arrinconadas
Pero no quiero dejar pasar un hecho actual, el de Bolivia, que es una expresión política muy importante. Bolivia era un país oligárquico en extremo manejado por 20 empresas, sin democracia, con 20 o 30 golpes militares en su historia, con una clase gobernante pequeña, con una ayuda militar permanente y luego vino la emergencia obrera que continuó la revolución del 9 de abril de 1952 y ahora la emergencia campesina que se ha reflejado con Evo Morales.
Pero ese hecho es a destacar, porque si Evo Morales se mantiene y acaba de ganar las elecciones en Bolivia donde normalmente el proceso electoral no favorece a los de abajo, porque toda la estructura del poder está montada para la expresión del voto, que es degenerativo porque las campañas electorales tienen visos que no tienen nada que ver con un desarrollo serio o formal de representación autónoma o calificada de lo que las masas necesitan.
Las masas nunca están representadas directamente en los procesos electorales de esto que se llama la democracia actual. Y sin embargo la de Bolivia es una elección importante, los analistas y los diarios destacan cuando hablan de lo progresivo de Bolivia, que logró crecer al 3 o 4 %, que es de los pocos países que crecen, que ha logrado semi nacionalizar su industria, que es un gobierno diferente y es un gobierno reformista y progresivo diferente a los otros y destacan lo que podríamos llamar la expresión de un desarrollo económico y social importante; pero no apuntan a lo más importante, que a través de la emergencia que significó la lucha, primero de los obreros y después de los campesinos, en Bolivia hay una emergencia social donde las clases dominantes han sido arrinconadas, y se ven obligadas a aliarse a EE UU en forma miserable y a asumir las formas más ilegitimas de representación política porque no pueden ejercer su poder como antes.
Cité estos casos para intentar llegar a algunas conclusiones, no se pueden analizar estos procesos como fenómenos y como una dicotomía diciendo que se están rebelando los de abajo, sin tener en cuenta el proceso mundial y la realidad actual de América Latina. No es desdeñable que insistamos permanentemente que EE UU en su decadencia imperialista está obligado a refugiarse dominando a América Latina. La palabra común de decir que EE UU quiere la recolonización de nuestros países, es actual, lo que pasa es que no puede hacer lo que hacía en Centro América y el Caribe, invadiendo Santo Domingo y Panamá o los países centroamericanos porque el desarrollo de Sudamérica es otro. Pero está intentando y lo va a intentar, por eso es que Venezuela no puede ser olvidada.
El análisis de Venezuela no parte de los errores que existen en todos los gobiernos y más en los gobiernos reformistas radicalizados, teniendo en cuenta la realidad de un país como Bolivia que heredó ese régimen, sino la agresión imperialista, es la opresión nacional lo que está de por medio. Si EE UU quiere recolonizarlos que observe bien quién va a defender a los pueblos y cómo van a reaccionar porque el imperialismo no trae bienestar, se alía con las burguesías nacionales para hacer una dominación perversa en estos tiempos.
La idea de democracia va desapareciendo, ellos imponen, cualquier gobierno que hoy se llame democrático es autoritario por la forma que usa para la dominación del pueblo, para esclavizar el pensamiento popular, para hacer una cultura del oprobio en su beneficio. Venezuela tiene que ser destacada porque el acento no hay que ponerlo en los defectos o errores, porque tendríamos que decir que todos los gobiernos hacen lo mismo o peor. Lo más importante es que Venezuela a través del Chavismo y sus masas son las que están resistiendo. El embrión de Venezuela es la resistencia chavista, lo que está empujando al régimen a mantenerse y obliga a los militares a mantenerse neutrales, que es un hecho extraordinario en América Latina.
A Venezuela hay que nombrarlo primero por la opresión nacional, lo que quiere EE UU es su petróleo y a través de él hacer pie allí, y como tiene la mano de los gobiernos de Colombia, avanzar sobre la Amazonia. Y a partir de ese hecho estratégico es que hay que juzgar la existencia de los regímenes de cada país y las formas explosivas que toman las relaciones de clases, las protestas populares.
M.H.: Hace poco tuve una conversación con jóvenes chilenos en Brasil, que me decían: “No conocimos otra cosa que el neoliberalismo”. Y esa reflexión que ha trascendido: “No estamos luchando por un aumento de 30 pesos, estamos luchando por 30 años”. Y otro tema al que me quiero referir es el silencio de nuestra Cancillería. Esa misma Cancillería que acciona y denuncia permanentemente al régimen de Venezuela, hace silencio ante 15 muertos y 2.600 detenidos.
R.N.: La cita de Piñera vale para eso, la violencia que ejercen los poderosos es legítima, la violencia que ejercen los de abajo defendiendo sus derechos incluso a vivir mínimamente es ilegítima y merece, como él dice, ser sancionada, al extremo de decir que es una guerra contra un enemigo poderoso e implacable. Eso es lo que piensa Macri y lo que piensan todos los liberales conservadores de nuestra América Latina y del mundo entero. Ellos no reconocen que ejercen la violencia, porque el sistema es violento. De tal manera que pueden ejercerla porque ideológicamente creen que son dueños de la historia, porque los otros son miserables, no emprendedores que no supieron ganarse un lugar en la vida y los consideran enemigos implacables. Acaso el que dice que el trabajador o el trabajo es un costo, ¿no está diciendo lo mismo? Si el que trabaja produce la riqueza y es lo que permite que acumule y que los ricos sean aún más ricos, a pesar que son un pequeño número y un hecho insignificante en la ecuación trabajo. Esa es la peor violencia que puede haber.
Los Pinochet, la policía represiva, los que matan, los que hacen como Patricia Bullrich y compañía; el régimen es violento, el sistema de dominación es violento y los de abajo cuando se rebelan están haciendo historia porque están rebelándose no solo por un derecho particular sino que están generando las bases para una resistencia y una rebeldía para decir basta ya, que en algún momento tiene que haber un cambio entre las relaciones de fuerza y entre las clases. Tendríamos por último, cuando nos organicemos y tengamos más conciencia, que definir cómo organizamos los instrumentos que estamos forjando y cómo podemos utilizar herramientas alternativas y un sistema alternativo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

No hay comentarios: