Siempre he querido aprender francés para leer La náusea y Las palabras, de Sartre en su idioma, porque en las traducciones, por muy buenas que sean  en algún momento se pierde la esencia, la pureza del texto que solo se mantiene al leerlo en el idioma en el que fue escrito originalmente. Pero  más que todo para escuchar en su idioma las canciones de la gran Édith Piaf, porque no es lo mismo escuchar una canción  y no entender lo que dice, aunque claro está, el idioma del corazón es universal y Édith es alma pura. También he querido aprender portugués para leer en su idioma a la gran Clarice Lispector y a Carolina Maria de Jesus, porque no es lo mismo leerlas en traducciones.No es lo mismo leer a Whitman en inglés que en español. Y perderse el encanto de la gran Nina Simone por no entender el idioma en el que canta. Qué decir de los pronunciamientos de Martin Luther King o de Rosa Parks.