Como un mal hereditario en las nuevas generaciones se reproduce con facilidad  porque son generaciones desvalidas, dejadas a la intemperie, carcomidas que como bagazos son lanzadas a las urnas, a  las calles, a la vida. Infestadas de ese gen que acaba con el cerebro en un parpadear estas generaciones no conocen de primaveras,  han vivido invernando en cuartos oscuros desde siempre, no conocen el calor del sol ni la alegría del trinar de  las aves, son incapaces de sentir algo que esté fuera del margen de su radar de fascistas. Inclusive no saben que lo son, porque  carecen de raciocinio.