Apreciados poetas
Ernesto y Gioconda. Como lector de vuestras poesías, que en algún
momento me despertaron esa inquietud por conocer al “revolucionario
idílico”, aunque fuese en el tiempo onírico, me mantuve conectado a
ustedes en mi caminar.
Gioconda querida, a Vd. solo la conozco de
leídas. Cuando pasé por Nicaragua, con ilusión contenida de Lavinia,
pregunté por Vd. a mi anfitrión. La respuesta fue inesperada: “Ella no
vive aquí, pasa más tiempo creo en los EEUU”.
A ti, querido
legendario Ernesto, también te conocía de leídas, pero mis ojos te
vieron por única vez, y mi corazón vibró con tus palabras, en Casa
América de Madrid.
Yo no soy revolucionario, ni poeta… Apenas
soy un caracol quechua que con su existencia a cuestas intenta dejar
señas por su paso en esta sufrida Abya Yala donde la Pachamama nos
germinó. Y lo que digo lo hago como parte sentida de esas historias
inconclusas que nos han acumulado esperanzas y pesares.
En esta
noche oscura que vive Nicaragua, frontera geopolítica de la desigual
guerra entre la muerte y la vida, con profunda preocupación veo vuestras
letras a favor de los heraldos de la muerte que se rejuvenecen con
nuestros sufrimientos.
El problema de “Nicaragua coyuntural” no
es la dupla Ortega-Murillo. Y no por eliminar a ellos dos se resolverán
las históricas deudas postergadas e inconclusas de la cenicienta
Nicaragua.
Disparen sus letras contra la rancia oligarquía y el
abominable Imperio de la muerte que castiga inmisericorde a todos
cuantos intentamos levantar la cerviz, especialmente si somos indígenas y
mujeres.
En Abya Yala, gracias a los procesos de cambios
impulsados desde los históricos NO ciudadanos en los últimos quince
años, hemos logrado disminuir las condiciones de pobreza en América
Latina en más de 10%. En Los Andes, quechuas, aymaras, guaraníes
existimos con dignidad y orgullo gracias a nuestros procesos de cambio.
Nicaragua,
no forma parte del letal Triángulo de la Muerte actual (Honduras,
Guatemala y El Salvador) gracias al “quiebre de timón” que encabezó el
Gobierno actual.
Vds. y yo sabemos por vivencias que Nicaragua
es la excepción excepcional en el infierno centroamericano. Y ese cambio
no lo construyeron los ángeles del cielo, ni sólo los poetas. Lo
pensaron e implementaron políticos excepcionales, muy a pesar de sus
errores, y sobre todo con el sacrificio de los pueblos.
Gracias
al Gobierno actual, en Nicaragua, más del 30% de las tierras cultivables
del país se encuentran bajo título de propiedad colectiva indígena
(autonomías lo llaman allí). De lo contrario, indígenas y campesinos en
Nicaragua serían jornaleros sin tierras o mojados camino al Norte
mortal.
Estimado Ernesto, sé que duele que Ortega-Murillo
pactasen con el Cardenal Ovando (el mitrado que te humilló siempre, y a
toda la Latinoamérica de las teologías de la liberación).
Querida
Gioconda, como quechua, parte de los pueblos subalternizados, puedo
sentir tu dolor de mujer consciente por la involución en las políticas
de derechos sexuales y reproductivos emprendidos por el actual Gobierno.
Pero no por esas “concesiones coyunturales” vamos a entregar a
los jinetes del Apocalipsis que ahora castigan inmisericordes a Lugo,
Lula, Correa, Maduro, Ortega y a todo “Espartaco” latinoamericano, todos
nuestros logros para que lo despilfarren.
Mis apreciados poetas,
apunten y disparen sus letras hacia donde corresponde. No hacia los
nuestros. Nicaragua ya no es más la cenicienta latinoamericana. Y no
volverá a ser la pordiosera del continente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario