Por Jorge Grandi, Director de la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe

En diferentes países se reconoce la paternidad en clave local por mencionar algunos ejemplos: Eduardo Branly, en Francia, inventó y construyó el primer detector de ondas radioeléctricas (1890). Hacia 1895 Aleksandr Stepánovich Popov presentaba el primer receptor de ondas electromagnéticas en la Sociedad de Física y Química de San Petersburgo; y cerca de Bolonia, Italia, Guiglielmo Marconi realizaba la primera transmisión sin hilos de señales en una distancia estimada de 400 metros, luego de 2000mts. No obstante, en América Latina, Roberto Landell de Moura, padre latinoamericano de la radio, y precursor de Marconi, ya conocía la electricidad en 1893.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por innumerables y sucesivas innovaciones tecnológicas tanto por estos científicos como por otros, con la consecuente aparición de nuevas patentes e industrias, así como conflictos por los nuevos mercados generados. Complejos intereses económicos se encontraban consecuentemente en juego. Mientras tanto, una nueva forma de comunicar, de comunicarse, se expandía inevitablemente y sin pausa en todo el mundo hasta los lugares más recónditos.
Originalmente destinada al avance de la comunicación de buques, buscando superar a la telegrafía, la radio fue también
objeto de particular interés y desarrollo con fines militares durante las guerras. Esto no impidió su crecimiento comercial y como entretenimiento en todo el mundo, pero también su utilización con objetivos humanitarios y en situaciones de desastres.

En lo que a América Latina se refiere, las primeras transmisiones ocurrieron en Argentina, Colombia, México, Uruguay, en Chile, Panamá, Paraguay y Venezuela, entre 1921 y 1931. La adopción de la radio fue evolucionando en el complejo contexto económico y político de la segunda mitad del siglo XX, y si bien sus usos tampoco escaparon intenciones bélicas, de propaganda, comerciales, de entretenimiento, etc., uno de sus aportes profundos fue en contrapartida constituirse en un motor de cambio y renovación para determinadas poblaciones de la región.
Muchas emisoras latinoamericanas lograron asumir su responsabilidad social y su capacidad de acción en situaciones en las que se atentaba contra la democracia, como por ejemplo en El Salvador y Guatemala, también en Paraguay en Perú. Por otra parte, la radiodifusión, mas que cualquier otro medio ha ido dando voz y reconocimiento a lenguas nativas de América Latina, pero también a sus leyendas, mitos, formas de cultivar la tierra, medicinas tradicionales y costumbres ancestrales que identifican a sus pueblos. Ya en los años 70, las nuevas corrientes de educación popular, tal es el caso de la nueva pedagogía de Paulo Freire, buscaron también abrigo en la radio, no sin limitaciones.
La radio fue entonces paulatinamente convirtiéndose en una potente herramienta clave para las poblaciones más alejadas y excluidas: radios rurales, radios cooperativas, radio participativas, radios libres, alternativas, populares, o educativas, de reducido alcance o de alcance nacional o aún en otros lugares del mundo vía onda corta enlazando los más variados sectores de la sociedad. Fue así que en los albores de los ochenta, las radios comunitarias comenzaron a darse
cuenta que no estaban solas, y el movimiento mundial comenzó a organizarse. Hoy al menos 400 radios en América Latina trabajan en red y comparten objetivos.

De bajo costo, constituye un medio especialmente apropiado para llegar a las comunidades alejadas y a las personas vulnerables como los, las personas con capacidades diferentes, las mujeres, los jóvenes y los pobres, que además ofrece una plataforma para intervenir en el debate público, independientemente de cuál sea el nivel de educación de los oyentes. Compañera incansable, la radio también ha sabido tejer silenciosamente por generaciones redes entrañables
de radioescu chas de todas las edades y condiciones sociales viviendo en la más profunda soledad.
En tiempos de convergencia de los medios de comunicación, los servicios de radiodifusión adoptan nuevas formas tecnológicas, como la banda ancha, los teléfonos celulares y las tabletas. Una vez más el cambio no le acecha, la fortalece:
a través de Internet avanza con celeridad y se abren nuevas posibilidades de acceso. Esto constituye un gran avance hacia el logro de una cobertura total mundial. En este contexto, la UNESCO coopera también en la creación de estándares internacionales promotores de una distribución democrática de las frecuencias, así como el acceso equitativo a las posibilidades de producción y circulación de contenidos en este nuevo escenario.

La radio ha sido definitoria en la construcción de nuestro pasado y continua siendo fuerza transformadora de nuestro presente con miras a un futuro más pacífico, sostenible e inclusivo. En este Día Mundial de la Radio, la UNESCO invita a todos aquellos interesados a participar en las celebraciones, sumando su voz a la gran movilización mundial en apoyo a la cooperación y desarrollo de la radio en el nuevo escenario global.
Jorge Grandi
Director
UNESCO Montevideo
Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe
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