Por: KIEN&KE
Carta enviada por el comandante de las Farc, Timoleón Jiménez, al Presidente Juan Manuel Santos, el 21 de noviembre de 2011:
"Todos
tenemos que morirnos, Santos, todos. De eso no va a escaparse nadie.
Unos de un modo y otros de otro. Unos por una causa y otros por otra.
Algunos escogen una muerte heroica, gloriosa, profundamente
conmovedora. Otros prefieren morirse de viejos, de un infarto o
diabetes, tras una larga enfermedad en una cama o drogados en medio de
un burdel.
Es
como la vida, unos prefieren pasarla haciendo dinero y engordando como
cerdos, o practicándose cirugías para conservarse jóvenes, pisoteando a
los demás y dándose ínfulas. Otros escogen caminos más nobles. Y son
muy felices así. Es un asunto de conciencia. Pretender intimidarlos
para que acepten vivir como los primeros es un error.
Y
todavía más grave es matarlos. Pretender exhibirse como modelo de
civilización y decencia dando la orden de despedazarlos a punta de
bombas, plomo y metralla. O como sea. Por ejemplo, de dos balazos por
la espalda cuando se llega en la noche a casa. O molidos a golpes en
una celda. O desmembrados con una motosierra. O con la cabeza
decapitada a machete.
Al
expresar el dolor que la torturaba por la muerte de su Jefe, decía una
guerrillera que hombres como él quedarán para la posteridad y el pueblo
los recordará como lo que fueron, inmortales. Otro enviaba una nota a
sus mandos diciendo, aquí estamos para ayudar en todas las tareas que
ustedes nos orienten. Les brindamos nuestra solidaridad en este momento.
Yo
no sé. Pero eso de ostentar poder y mostrarse amenazante y brutal, no
puede ganar las simpatías de nadie. De nadie que no sea ostentoso y
brutal como el que lo hace. La historia nos enseña que a la inmensa
mayoría de seres humanos les repugna ese tipo de fanfarronadas. De
niños aprendemos que sólo los ogros más malvados suelen actuar de ese
modo.
Y
con el tiempo aprendemos a asociar esas conductas a los seres más
perversos. Matar salvajemente a un ser humano, con métodos notoriamente
desproporcionados, para pararse sobre su cadáver y señalar a otros que
les tiene reservado el mismo tratamiento, tiene la virtud de producir
un efecto contrario. Ningún hombre se dejará humillar de ese modo.
Homero
fue un maestro en desentrañar el alma. Tras dialogar con Príamo,
Aquiles comprende la dimensión de los troyanos y la bajeza de la causa
griega. Asume lo miserable de haber paseado el cadáver de Héctor, atado
a su carro, frente a sus seres queridos y su pueblo. Por eso decide
inmolarse en la refriega, para no aparecer como vencedor con ese
ejército.
Son
los gestos de grandeza moral los que hacen imperecederos a los hombres.
Sólo las mentes más enfermas y enajenadas pueden sentir alguna simpatía
por Adolfo Hitler. Aunque en su momento muchos lo hubieran aplaudido.
El tiempo terminó por ubicarlo en el infame lugar que le correspondía.
Creo que a los Santos y Pinzones les reserva una suerte similar el
destino.
No
puede ser de otro modo. El grado de ruindad moral que exhiben horroriza
al más sano de los juicios. Muy poca gente conoce en el reinado de cuál
emperador romano fue crucificado Jesús. Pero creo que por encima de las
propias creencias, en todas partes se profesa el más elevado respeto
por él. Porque prefirió el suplicio y la cruz antes que renunciar a sus
ideas.
Y
porque esas ideas abrigaban un altísimo grado de humanidad. Eran
buenas, buscaban la felicidad general, ensalzaban a los pobres e
incluso fustigaban a los ricos, proclamaban que todos los hombres eran
iguales. Sólo proponía a hombres y mujeres que lo abandonaran todo y lo
siguieran en la propagación de esa fe, de esa verdad, decía.
Pero
lo coronaron de espinas, lo bofetearon, lo crucificaron y lancearon. Se
burlaron de él. Habían preferido liberar en su lugar al peor de los
criminales. Sin embargo fue ese Cristo el que los sobrevivió a todos.
Pese a que hubieran perseguido por siglos a sus seguidores. De nada
sirvió arrojarlos a los leones ante la aclamación general de la plebe
en el circo.
Esta
gente lleva medio siglo en esto, Santos. Algunos, de cabeza blanca,
cuentan historias de sus días en Marquetalia. Otros hablan de los años
en el Guayabero, de los primeros diálogos cuando Belisario. Hasta
afirman que si entonces el gobierno hubiera pensado mejor, las cosas en
el país hubieran sido muy distintas. La soberbia ha podido más que la
razón.
Muchos
cuentan experiencias de la guerra integral de Gaviria y su creación de
las brigadas móviles. Y muchísimos más vivieron aquí lo del Caguán. Una
enorme masa llegó después a estas filas. En ese devenir, seguramente,
se han presentado múltiples deserciones y traiciones. Pero no ha sido
lo determinante. Son más y más los revolucionarios y cuadros
convencidos.
Esta
gente ha construido una epopeya sin antecedentes en ningún lugar ni
época histórica. No hubiera sido posible sin el más extraordinario
altruismo. Ni siquiera las fuerzas especiales del Ejército pudieron
operar en el terrible invierno de
esas abruptas cordilleras guerrilleras. Pero allá mismo viven ellos,
aman, sueñan un mundo mejor y luchan por conseguirlo.
Primero,
entre groseros chistes, exhibieron el cuerpo despedazado de Raúl Reyes.
Después recogieron exultantes la mano arrancada a Iván Ríos. Rugieron
orgullosos más tarde cuando con toneladas de bombas quitaron la vida al
Mono. Ahora, llorando de felicidad, dan el parte ensangrentado sobre
Alfonso. Macabro rostro el de esa bella democracia.
La cabeza de
José Antonio Galán, así como cada una de sus extremidades, exhibidas a
manera de escarmiento para evitar otro alzamiento comunero, no lograron
impedir la gesta por la independencia. Ni su triunfo. El pueblo empeñó
en ello miles de muertos y heridos, gran ruina y enormes sufrimientos.
Hubiera sido mejor de otra manera, pero la Corona no quiso.
Las
FARC son miles y miles de revolucionarios que soportan las más duras
condiciones porque creen firmemente en su causa. No ganan un solo
centavo, no poseen nada material, el movimiento les da lo que
necesitan. Y el movimiento son todos ellos. Son una impresionante
creación histórica, aquí, en Colombia, ante nuestros ojos. Así no es
Santos, así no es".
Timoleón Jiménez Comandante del Estado Mayor Central FARC-EP
Noviembre 2011
*
Recibí el texto de la carta, no comprobé su autenticidad, pero me
pareció importante reproducirlo y colocarle una foto que creo que es de
Timochenko. (PEV)

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