La política de Estados Unidos amenaza a América Latina
Mientras Washington titubea en condenar el golpe en Honduras, militariza masivamente a Colombia, la que muchos llaman el “Israel de América Latina” por su papel como flagrante títere militar de EEUU.
Berta Joubert-Ceci | Agencia Prensa Rural
El viejo refrán, “Las acciones dicen más que las palabras”, resalta una peligrosa realidad en lo que se refiere a cualquier supuesto cambio en las relaciones de Estados Unidos con América Latina, especialmente en cuanto a Honduras y Colombia se refiere.
En la última Cumbre de las Américas en Puerto España, en Trinidad y Tobago, el Presidente Barack Obama rompió con la fuerte retórica del ex Presidente George W. Bush. Habló en un tono un poco más conciliatorio hacia America Latina, y aún sobre Cuba, diciendo, “Nosotros no estamos enraizados en las políticas que fueron formuladas antes de que yo naciera”. Esta aparente nueva actitud del norte trajo la esperanza de que la larga intervención imperialista en la región pudiera disminuir.
Pero los eventos en Honduras y Colombia muestran que las famosas palabras de Simón Bolívar, “Los Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la Providencia a plagar la América toda de miserias en nombre de la libertad”, parece prevalecer.
HONDURAS, una encrucijada decisiva
Apenas dos meses después de la cumbre, un golpe de estado reminiscente de las dictaduras respaldadas por Estados Unidos en América Latina en los años setenta, se llevó a cabo en Honduras con la ayuda de Washington. Inicialmente, las palabras de Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton parecieron tomar el lado del pueblo hondureño. Y aunque hablaron mucho después de que los líderes de América Latina y del mundo condenaran el golpe, Obama y Clinton también condenaron el golpe criminal y dijeron que Washington reconocía sólo al legítimo Presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales.
Desde entonces, la administración Obama ha ayudado a los líderes del golpe a través de diferentes maniobras y ha suavizado su oposición a los golpistas. Clinton incluso públicamente se ha opuesto al intento de Zelaya de regresar a Honduras, llamando a Zelaya un “imprudente” por tratar de cruzar la frontera antes de lograrse un acuerdo.
A pesar de la ayuda del imperialismo estadounidense que incluye una monumental campaña mediática a favor de los golpistas criminales, el régimen golpista tiene serios problemas. Una potente resistencia ha surgido uniendo a todos los sectores que se oponen al golpe de estado, que han puesto todas las diferencias políticas a un lado y están trabajando incesantemente y en cooperación con un solo objetivo principal: la derrota del golpe de estado.
Frente a la represión, asesinatos, detenciones masivas, torturas, toques de queda constantes, etc., este movimiento, organizado bajo el Frente Nacional Popular de Resistencia Contra el Golpe de Estado, contrariamente a las expectativas de los EEUU, ha crecido y se ha fortalecido.
Juan Barahona, de la Federación Unitaria de Trabajadores de Honduras (FUTH) y líder del Frente Popular puso de manifiesto la fuerza de la resistencia en una entrevista el 8 de agosto. La primera llamada de Mundo Obreo (Workers World), encontró a Barahona en medio de una asamblea, que a su vez refleja el actual carácter consultativo del movimiento, que evalúa cuidadosamente cada acontecimiento y desarrollo a fin de planificar las acciones adecuadas.
Barahona agradeció a MO/WW y el Centro de Acción Internacional su apoyo y solidaridad: “Para nosotros, la solidaridad y el apoyo que los pueblos del mundo nos han dado es lo que nos mantiene en alta nuestra moral, con la firmeza y la convicción de que vamos a derrotar a los golpistas”.
El dirigente de la resistencia continuó diciendo: “Aquí estamos luchando firmemente, resistiendo, organizando movilizaciones masivas en contra del golpe de estado. El próximo martes y el miércoles [12 de agosto], miles de hondureños llegarán a San Pedro Sula y Tegucigalpa, procedentes de todo el país para fortalecer la resistencia. Esta semana una comisión de la OEA [Organización de Estados Americanos] encabezada por Insulza, acompañado por cinco cancilleres llegará aquí. Esperamos que el tiempo de los golpistas esté próximo y [que] entreguen el poder al presidente legítimo”.
“Estamos exigiendo que Obama aumente la presión en contra de los golpistas, ya que hasta ahora nos parece que el gobierno de los EEUU no ha hecho lo suficiente para presionar a los golpistas para que se rindan. Lo más importante es la demanda de suspender todo el apoyo financiero y militar a Honduras. Esa es la razón por la que no se rinden, porque es como el oxígeno que les mantiene vivo”.
Más tarde, MO/WW se enteró de que el régimen golpista de Roberto Micheletti había impedido que la delegación de la OEA llegara a Honduras, indicando que el Secretario General José Miguel Insulza no era bienvenido porque no era neutral.
Más de 40 días de constantes acciones en las calles han ilustrado la aseveración de Barahona de que el movimiento de resistencia es cada vez más amplio y nuevos sectores se están sumando. El país está prácticamente paralizado. Hospitales y escuelas han cerrado. Los trabajadores de la Compañía Nacional de Energía Eléctrica se han sumado a la huelga. La Asociación Nacional de Meteorólogos de Honduras ha declarado una huelga indefinida que afecta el tránsito aéreo en todos los aeropuertos, los cuales han tenido que cerrarse. Los taxistas también se han sumado a la huelga.
COLOMBIA—la esperanza de EEUU para desestabilizar la región
Mientras Washington titubea en condenar el golpe en Honduras, militariza masivamente a Colombia, la que muchos llaman el “Israel de América Latina” por su papel como flagrante títere militar de EEUU. El Pentágono tiene previsto aumentar su presencia en Colombia mucho más allá de lo que fuera una simple sustitución de funciones de la base de Manta en Ecuador luego de que el Presidente Rafael Correa se negara a renovar el contrato de 10 años.
El Pentágono ahora tendrá un amplio acceso a otras siete bases militares en Colombia—tres del ejército, dos de la fuerza aérea y dos navales, una de ellas en el Pacífico y la otra en el Caribe, muy cerca de la Guajira, región fronteriza con Venezuela.
Washington y su títere presidente paramilitar colombiano, Álvaro Uribe mantienen que las bases son necesarias para luchar contra el narcotráfico y el “terrorismo” y que esto es simplemente una extensión del Plan Colombia. Ni siquiera las llaman bases militares de EEUU.
Durante una reciente reunión con periodistas de habla hispana, Obama dijo: “Ha habido algunos en la región que han estado tratando de mostrar esto como parte de la retórica tradicional anti-yanqui. Esto no es exacto. Hemos tenido un acuerdo de seguridad con Colombia desde hace muchos años. Hemos actualizado dicho acuerdo. No tenemos ninguna intención de establecer una base militar estadounidense en Colombia”.
“Esta es la continuación”, dijo Obama, “de la ayuda que les hemos estado proporcionado. No tenemos ninguna intención de enviar un gran número de tropas adicionales a Colombia, y tenemos todo el interés en que Colombia y sus vecinos operen pacíficamente”. (Reuters.com, 7 de agosto)
Pero los líderes de América Latina lo ven de manera distinta. Se han pronunciado en contra de la creación de dichas bases como un suceso peligroso que puede conducir a una guerra en la región y actuar en contra de sus países vecinos, Ecuador y Venezuela, cuyos presidentes ya han denunciado la instalación de nuevas bases militares de EEUU en Colombia.
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