La Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un mecanismo de concertación
autóctono de la Patria Grande, debería reemplazar a la vieja y
manipulada por Washington Organización de Estados Americanos (OEA), que
solo ha servido a lo largo de la historia a los intereses de las
administraciones de la Casa Blanca, y desde siempre ha alentado los
golpes de Estado y los conflictos en la región.
A diferencia de la
OEA, la CELAC nació para promover la unidad y la paz en Nuestra América a
través del dialogo, independientemente de las diferencias políticas de
los gobiernos de los 33 países que la integran.
Por supuesto que
Estados Unidos no forma parte de esa comunidad de naciones
independientes, motivo por el cual ha tratado de destruirla desde su
creación, y la OEA y su secretario general, Luis Almagro, han sido el
instrumento y la marioneta, respectivamente, de Washington para
conseguir ese objetivo.
El “ministerio de colonias yanqui”, como
bien la bautizó el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel
Castro, a la organización que hoy encabeza Almagro, ha sido y es la
punta de lanza contra los gobiernos progresistas de la Patria Grande,
animadora de los golpes de Estado, como el perpetrado más recientemente
en Bolivia, y defensora de regímenes dictatoriales instaurados en
diferentes países.
La OEA se ha prestado para fraudes
electorales, agresiones continuas contra gobiernos como el de Venezuela,
Nicaragua y Cuba, mientras calla ante los crímenes y la represión que
actualmente pululan contra diferentes pueblos de la América nuestra.
Es claramente una entidad hostil, que responde única y exclusivamente
al conocido propósito hegemonista de Washington de que la Patria Grande
tiene que ser eternamente su “patio trasero”.
La CELAC, en
cambio, se creó sobre la base del respeto mutuo, el dialogo y la
cooperación, y más que todo ello para evitar que Nuestra América, hoy
convertida en un polvorín, termine siendo un escenario de guerra.
Este 8 de enero, tras México asumir la Presidencia Pro Tempore de la
CELAC, ese mecanismo indispensable y legítimo, debe y puede
revitalizarse con el apoyo de varios gobiernos, entre ellos el actual de
Argentina, que abogan por la convivencia pacífica y la integración
definitiva de la región.
Cuba, que albergó la II Cumbre de la
CELAC en 2014, y en La Habana entonces se proclamó a Nuestra América
Zona de Paz, ha expresado que deposita en México sus esperanzas del
renacer de una América unida.
Analistas coinciden, por su parte,
en que la CELAC, con ahora México a la cabeza, está llamada a
reemplazar con urgencia a la OEA, responsable una vez más de las
divergencias, conflictos y el complejo panorama que se vive hoy desde el
Río Bravo hasta la Patagonia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario