La Diaria
La invasión
extranjera y la lucha contra el terrorismo son las hipótesis
principales, aunque las técnicas también se pueden usar contra el
narcotráfico y las guerrillas.
Abrir un boquete, saber utilizar
una ventana para disparar, usar los edificios para esconderse,
entrenarse en el combate cuerpo a cuerpo y conocer las armas que
funcionan mejor en las ciudades: fusiles, armas cortas, quizás morteros.
En los batallones del Ejército uruguayo se entrena en combate urbano, y
las hipótesis de conflicto que se manejan trascienden la posibilidad de
una invasión extranjera: otro de los enemigos definidos es el
“terrorismo”, según fuentes militares. En algunos batallones del
interior del país, los superiores les dicen a los soldados que el
enemigo a combatir es el narcotráfico, y que deben estar preparados para
“salir” en cualquier momento a “eliminarlo”.
La urbanización
creciente es un fenómeno mundial, y por lo tanto los ejércitos deben
estar preparados para el combate urbano, argumenta en su introducción el
“Manual de combate urbano” del Departamento de Defensa de Estados
Unidos, uno de los textos de consulta de las Fuerzas Armadas (FFAA)
uruguayas. El ministro de Defensa Nacional, José Bayardi, dijo a la
diaria que el entrenamiento de los militares uruguayos “no descarta la
necesidad de la capacitación en ambientes urbanos”, porque después de la
Primera Guerra Mundial lo habitual es que los escenarios bélicos
involucren a las ciudades.
De todos modos, afirmó que “una cosa
es la capacitación, y otra cosa es el uso que se le dé a la
capacitación”. En ese sentido, aseguró que “no hay ningún escenario de
combate urbano que corresponda a los militares, salvo el de invasión
extranjera de nuestro país”. Bayardi recordó que en las misiones de paz
sí se han dado hipótesis de combate urbano, pero en el territorio
uruguayo las FFAA no pueden actuar para otros fines que no sean repeler
una invasión extranjera, salvo autorización expresa del Poder Ejecutivo.
El ministro agregó: “En primera instancia todos los temas de seguridad
son propios del Ministerio del Interior. A partir de que pudiera
llegarse a que haya que apoyar, complementar, bueno... habrá que tomar
la decisión política de que puedan participar, pero hasta tanto no se
tome la decisión política...”.
La legislación aprobada por los
gobiernos del Frente Amplio (FA) en materia de defensa (Ley Marco de
Defensa Nacional, 18.650; Decreto 105/014, de Política de Defensa
Nacional, y Decreto 129/062, de Política Militar de Defensa) prevé
distintos escenarios de actuación de las FFAA. La normativa en materia
de política militar de defensa, elaborada durante la gestión de
Eleuterio Fernández Huidobro al frente del ministerio, dispone que si
bien esta política “determina la adecuada y eficaz preparación para
enfrentar una agresión militar externa, su principal objetivo es
preservar la paz de la República y de sus habitantes”. El decreto citado
habilita a las FFAA a, “en tiempos de paz”, “prestar servicios o
colaboración en actividades que por su especialidad, relevancia social o
conveniencia pública les sean solicitadas”. Estas actividades pueden
comprender “colaboración a la seguridad pública dentro de un marco
específico”. Uno de los objetivos de la política militar de defensa será
“realizar acciones militares de defensa y protección civil en apoyo a
otros organismos del Estado, a fin de contribuir a preservar la vida e
integridad de los habitantes de la República frente a la materialización
de contingencias que así lo ameriten”.
El decreto menciona
también, explícitamente, que el combate al terrorismo será uno de los
objetivos de la política militar de defensa. Según las fuentes militares
consultadas, Uruguay debe ponerse a tono con las medidas que están
tomando otros países en relación con el terrorismo y debe prestar
especial atención a eventuales ataques a objetivos no militares, como el
sistema de potabilización de agua o la refinería de ANCAP. Las FFAA
uruguayas se entrenan en técnicas de rescate de rehenes, grupos de
asalto y grupos de apoyo (francotiradores). Si bien “el gran riesgo para
Uruguay es convertirse en una base logística del terrorismo”, según las
fuentes, los militares también se preparan ante la eventualidad de un
ataque terrorista en el país. Argumentan que tener FFAA capacitadas en
la materia operaría como un elemento de disuasión.
El
entrenamiento en combate urbano sirve a los militares para otras
hipótesis eventuales, como el combate al narcotráfico y a guerrillas de
izquierda y de derecha, precisaron las fuentes. Para el experto en
Defensa Julián González Guyer, se requiere autorización legislativa
expresa para que las FFAA desempeñen esos roles.
Límites difusos entre policías y militares
González Guyer dijo a la diaria que a nivel mundial, y en particular en
Estados Unidos, ha habido una tendencia hacia la conformación de
“fuerzas multipropósito” –denominadas en algunos casos “fuerzas de
operaciones especiales”–, en las que los límites entre lo policial y lo
militar se difuminan. Las FFAA han dejado de concebirse sólo como
cuerpos que repelen amenazas exteriores, para pasar a ser fuerzas que se
dedican al combate al narcotráfico y el crimen organizado, a las
operaciones de paz, a la atención de catástrofes. Si bien los militares
desempeñan estas funciones desde hace décadas, en los últimos tiempos
esta asignación de múltiples propósitos se ha ido “institucionalizando y
legitimando”, indicó González Guyer. Los ejemplos más claros son las
actuaciones de las FFAA en Colombia y México.
Estados Unidos “ha
tenido una fuerte influencia” en este proceso y “preconiza esta
doctrina”, afirma el experto. Las misiones de paz son ocasiones para
desarrollar experiencias de combate urbano, que luego se van
incorporando a la doctrina.
En un artículo denominado
“Operaciones Especiales. Una respuesta multidimensional al problema de
seguridad multidimensional de Latinoamérica”, publicado en 2017 por la
Revista Profesional del Ejército de Estados Unidos, el mayor Cristián
Lauriani, del Ejército de Chile, sostiene que el continente “sigue
presentando altos índices de narcotráfico, crimen organizado,
contrabando, terrorismo, trata de personas, ciberataques,
reivindicaciones territoriales y pobreza extrema”. Destaca que en este
contexto, el empleo de fuerzas militares “ha generado frutos en algunas
áreas, por ejemplo en el proceso de pacificación en Colombia o en la
neutralización de grupos delictuales en Centroamérica”.
Lauriani
concluye que las fuerzas de operaciones especiales son “un mecanismo
flexible, potente, polivalente y relativamente económico en comparación
con otras fuerzas, para enfrentar los problemas de seguridad
multidimensional que posee la región”, y evalúa que constituyen “un
eficiente y eficaz mecanismo de gestión de crisis del Estado”. Estas
fuerzas ejecutan operaciones de guerra no convencional, acción directa,
contra terrorismo, contra narcóticos, operaciones de información,
operaciones de paz y asistencia de seguridad, entre otras.
El rol del Comando Sur de Estados Unidos
En el mencionado artículo publicado en la Revista Profesional del
Ejército de Estados Unidos, se destaca la importancia de las tareas de
cooperación militar y policial entre los diversos países para fortalecer
las capacidades de las fuerzas de operaciones especiales. Y se menciona
un texto publicado en el sitio web del Comando Sur de Estados Unidos,
que señala que las FFAA de ese país, “mediante la cooperación,
contribuyen a la seguridad regional a través de un sostenido compromiso
con la paz, que busca preservar la estabilidad, apoyar a sus aliados y
cooperar en otros desafíos de seguridad”.
Un ejemplo de dicha
cooperación son los ejercicios militares Fuerzas Comando, organizados
por el Comando Sur de Estados Unidos y países de la región, en los que
Uruguay participa. En esta actividad compiten fuerzas especiales de las
FFAA de la región en distintos ejercicios de combate urbano, puntería,
capacidad física, despliegue en zona hostil y “abatimiento de
objetivos”. La última edición se realizó en Chile, en junio de 2019, e
incluyó, además de la competencia, un seminario en el que se analizaron
las oportunidades para fortalecer alianzas entre las FFAA de los
distintos países con el objetivo de “aumentar la seguridad regional”.
Según difundió en aquel momento la Oficina de Asuntos Públicos del
Comando de Operaciones Especiales Sur de Estados Unidos, tanto el
ejercicio como el seminario “permiten destacar el compromiso permanente
de las fuerzas de operaciones especiales del hemisferio occidental con
la región, así como con el fortalecimiento de la cooperación regional,
la confianza mutua, y su preparación e interoperabilidad”.
El
Parlamento uruguayo aprobó la autorización para el último ejercicio de
las Fuerzas Comando en mayo de 2019. En el proyecto de ley remitido al
Parlamento por el Poder Ejecutivo se detalla el número de efectivos que
participarán, el armamento que se utilizará, el lugar y la fecha en que
se realizará la actividad, pero no se menciona que el ejercicio es
organizado por el Comando Sur de Estados Unidos. “La mencionada
competencia se desarrollará sobre la base de una serie de ejercicios y
situaciones, donde se ejecutan en forma práctica destrezas individuales y
colectivas propias de la especialidad, en la cual se trata de probar
las capacidades tácticas y técnicas, así como también la resistencia
psicológica y física de cada soldado, realizando diferentes pruebas que
abarcan todos los aspectos necesarios a un entrenamiento de Fuerzas
Especiales”, se limita a señalar el gobierno en los fundamentos enviados
para la consideración de los legisladores.
Algunas jerarquías
militares entienden que en los gobiernos del FA se han puesto obstáculos
para que las FFAA realicen maniobras y ejercicios con sus pares de
Estados Unidos, y en particular valoran negativamente la suspensión de
la participación del país en las maniobras Unitas, decisión tomada en
2006, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez. “Con el próximo
gobierno va a ser más fácil”, arriesgó una fuente.
Bayardi, en
cambio, niega que se hayan puesto limitantes por motivos
político-ideológicos, y asegura que lo único que se rechazó fue la
participación en las maniobras Unitas. “Nosotros hemos respondido
positivamente a casi todas, si no a todas, las invitaciones a cursos de
capacitación que nos han llegado. Las de Estados Unidos, las de Rusia,
las de China. No hemos puesto limitantes, salvo que hubiera algún
problema económico”, afirmó.
Controlar la información
El
“Manual de combate urbano” del Departamento de Defensa de Estados Unidos
advierte que en escenarios de combate en ciudades, donde el accionar de
los militares es más visible, es sumamente importante controlar el
flujo de la información. Debe tenerse en cuenta que “bajo escrutinio de
los medios, las acciones de un soldado pueden tener importantes
consecuencias estratégicas”.
Y la Guardia Republicana también
En julio de 2015, el sitio web del Ministerio del Interior anunciaba la
realización del “primer curso GROE (Guardia Republicana Operaciones
Especiales)” dirigido a oficiales de la Policía Nacional de las
jefaturas de Montevideo, Maldonado y Paysandú. El curso duró dos meses y
medio y entrenó a los uniformados en acciones antidisturbios, combate
urbano y combate rural, acciones de grupos pie a tierra, acciones de
grupos a caballo y operaciones especiales con motocicletas.
Reglas para actuación de militares en la frontera
En
diciembre de 2019, el Poder Ejecutivo reglamentó la ley aprobada en
2018 que habilita el patrullaje militar en zonas de frontera. Bayardi
dijo a la diaria que en los próximos días estarán listas las “reglas de
empeñamiento”, que constituirán el protocolo de actuación de los
militares en materia de seguridad fronteriza. Se envió un texto borrador
a la Fiscalía de Corte para que lo analice y se está esperando
respuesta de ese organismo. Las reglas detallarán “qué cosas se pueden
hacer en el marco de la ley y del decreto reglamentario y cómo se deben
hacer”, explicó Bayardi, pero prefirió no dar más detalles.
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