Alarmante situación con teherán: analistas
Podríamos estar ante el Ejecutivo más autoritario en la historia de Estados Unidos: Carl Bernstein
Nueva York. Donald Trump dio ayer una cariñosa bienvenida
a otro presidente acusado de autoritarismo y xenofobia, después de un
fin de semana en que se la pasó despotricando contra las investigaciones
en su contra (hay alrededor de 29), atacando a demócratas y provocando
un desplome dramático en la Bolsa de Valores por su guerra comercial
contra China, mientras sigue jugando con una guerra militar contra Irán.
O sea, otro día normal en Washington.
Al recibir al primer ministro húngaro, Viktor Orban, en la Casa Blanca, Trump elogió su
tremenda labor, que incluye sus políticas antimigrantes, al comentar que
probablemente son, como las mías, un poco controvertidas, pero eso está bien. Tú has hecho un buen trabajo y has mantenido seguro a tu país. Ambos mandatarios coincidieron en la defensa y el apoyo de
comunidades cristianasen el mundo.
Legisladores, defensores de derechos humanos y comentaristas
consideraron esta visita un ejemplo más de cómo esta Casa Blanca sigue
ponderando las relaciones con gobiernos autoritarios como Arabia Saudita
y Brasil. En una carta dirigida a Trump legisladores demócratas
solicitaron que se cancele la visita, denunciaron las políticas
antidemocráticas de Orban, como su promoción de la xenofobia y el
antisemitismo, así como la supresión de libertades civiles y de prensa.
Como resultado de la guerra comercial que Trump desató contra China
el pasado viernes, la Bolsa de Valores sufrió su peor día en cuatro
meses. Aunque el presidente aseguró que sus aranceles castigarán sólo a
China, economistas señalaron que los consumidores y empresas
estadunidenses que dependen del comercio con el gigante asiático también
pagarán el costo, algo que finalmente tuvo que admitir el propio asesor
económico del presidente Larry Kudlow, contradiciendo a su jefe. Esto
obviamente irritó a Trump, y ayer, en un tuit, insistió, falsamente, en
que serían los chinos y no los estadunidenses quienes pagarían la cuenta
de su política.
El tuiteadeor en jefe, según el conteo de un analista de CNN emitió
35 tuits entre el sábado por la mañana y ayer, sin contar 62 retuits,
incluyendo algunos de él mismo, y que emitió en apenas una hora el
sábado, la mayoría de ellos, 15, enfocados en la ya concluida
investigación del fiscal especial Robert Mueller, lo que evidencia la
obsesión presidencial con el asunto, a pesar de intentos de sus
estrategas de declarar que ese tema ya está cerrado.
Tal vez la razón es que hay en curso por lo menos 29 investigaciones
relacionadas con Trump: 10 pesquisas criminales federales, ocho
estatales y locales y 11 legislativas, según el New York Times.
Entre los tuits más peligrosos había uno contra la representante
demócrata (y musulmana) Rashida Tlaib, sumándose al coro de políticos
republicanos que calificaron de
antisemitassus comentarios en una entrevista en la que ésta habló de la ironía de que sus ancestros brindaron, aunque a la fuerza, refugio a los judíos después del Holocausto europeo. Trump la acusó de
odio tremendo hacia Israel y el pueblo judío(algo que críticos señalaron que son dos cosas diferentes). Ella respondió que esas acusaciones son falsas y que el presidente
una vez más está usando su plataforma para incitar el odio y violencia basado en mentiras.
No es la primera vez que Trump emite o respalda ataques contra
opositores y críticos; recientemente hizo algo parecido con la
representante musulmana Ilhan Omar, lo cual generó una ola de mensajes
de odio y hasta amenazas de muerte contra la legisladora.
Al mismo tiempo, las señales de un crecimiento del conflicto con Irán
están generando preocupación entre analistas sobre la creciente
posibilidad de una guerra con ese país. Algunos recuerdan que John
Bolton, asesor de Seguridad Nacional, aun antes de sumarse al régimen de
Trump, ya había declarado públicamente que favorecía no sólo abandonar
el acuerdo nuclear con Irán –el cual fue anulado por Trump hace un año–,
sino
bombardeara esa nación.
Por otro lado, Carl Bernstein, el famoso periodista del Watergate,
comentó que “es obvio para cualquier observador, cualquiera que ve los
hechos (…) que estamos en medio de un encubrimiento al presidente,
asistido y facilitado por el procurador general de Estados Unidos”.
Calificó a Trump de ser, tal vez,
el mandatario más autoritarioen la historia de este país.
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
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