La Jornada:
David Brooks
▲ La representante demócrata Rashida Tlaib habló con la prensa hace unos días en Washington, luego de recibir de un activista una petición con 10 millones de firmas para que el Congreso inicie un juicio político contra el presidente Donald Trump.Foto Afp
La famosa escena de la película satírica Dr. Strangelove (El Doctor Insólito, en su rara traducción en México), del director Stanley Kubrick, donde el brillante Peter Sellers en el papel de un ex científico nuclear alemán ahora trabaja para el gobierno de Estados Unidos, una y otra vez tiene que agarrar su brazo para evitar que se extienda en el saludo nazi de nuevo ayuda a ilustrar en parte –más de medio siglo después– la coyuntura en Estados Unidos.
Con el mandatario abiertamente imponiendo unbloqueo completo contra la rama legislativa(en palabras del reportero sobre asuntos legales del New Yorker, Jeffrey Toobin) y con ello anulando la supervisión efectiva que es parte esencial de la función del Congreso al negarse a cooperar con las investigaciones de éste, varios en la cúpula política –incluida la presidenta de la Cámara de Representantes– han declarado unacrisis constitucional.
A la vez, la descalificación y amenazas contra cualquier oficial, funcionario o político que se atreva a criticar, cuestionar o contradecir al presidente, ni pensar en investigarlo –sea de la FBI o las agencias de inteligencia, un procurador, generales, jueces federales y hasta, en días recientes, su propio ex abogado de la Casa Blanca– no tiene precedente en tiempos modernos.
Junto con todo eso, Trump no deja de repetir que los medios sonel enemigo del pueblo. La semana pasada, la Casa Blanca revocó las credenciales permanentes de corresponsales como parte de un intento de imponer un nuevo protocolo para tener mayor control. El veterano senador Patrick Leahy comentó queeso es lo que hacen los dictadores.
Y lo anterior se combina con la promoción de odio racial contra afroestadunidenses y latinos, contra los inmigrantes del sur global, y contra la comunidad musulmana. La ola de temor que esto ha generado dentro de comunidades inmigrantes se nutre cotidianamente con la retórica oficial, así como con los actos de terror de las autoridades migratorias. Un integrante de una milicia en la frontera con México recientemente citó a Hitler y comentó a su colega mientras cazaban a indocumentados:debemos ponerlos en cámaras de gas. La semana pasada, un fanático de Trump gritó en un mitin que se deberíadispararcontra indocumentados que cruzan la frontera. El presidente se rio.
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