
Con una guerra económica y mediática enfilando cañones al Gobierno de
 Nicolás Maduro, la patria bolivariana solo puede tener una respuesta 
chavista: unidad, lucha, batalla y victoria.
No se trata solo de la oposición interna, es un acoso también desde 
el exterior, donde las matrices de opinión de la derecha internacional 
se crean y dan la vuelta al mundo. Parten de Washington o Miami y hacen 
parada desarrollista en Madrid y Bogotá, fundamentalmente. En Venezuela 
se extreman, porque es el objetivo, y a la campaña de propaganda negra 
se suman las acciones subversivas. Todo tiene un propósito: 
desestabilizar el Gobierno chavista de Nicolás Maduro y restaurar el 
régimen de una oligarquía entreguista.
Sus intentos son construir un panorama convulso y complejo en una 
nación que ha sido estandarte de la integración y la unidad de América 
Latina y el Caribe, una región que avanza en un mundo donde se 
estructura un sistema multipolar, frente a los sostenidos esfuerzos de 
Estados Unidos para mantenerse como potencia hegemónica en un planeta 
que quisiera unipolar.
La orden ejecutiva de la Casa Blanca del 9 de marzo pasado que 
decretó emergencia nacional al calificar la situación en Venezuela como 
«una inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional y política
 internacional de los Estados Unidos de América», constituye una amenaza
 a tener en cuenta, pues define una vez más la posición de considerar 
adversario a cualquier país cuyo sistema político y visión de la 
sociedad propia y del mundo sea diferente a la estadounidense.
En ese rejuego, la oposición venezolana levanta sus banderas de 
violencia y su disposición al golpismo, no importa que en el camino 
próximo estén durante este año las elecciones parlamentarias. Su propio 
desprestigio político, sumatorio de la actuación corrupta y antipopular 
durante sus gobiernos en la llamada IV República, y la desunión de la 
autoproclamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), no le garantiza que 
puedan obtener mayoría en la Asamblea Nacional, de ahí los ataques 
continuos al Gobierno bolivariano, que en los últimos tiempos asumen 
«linchar» políticamente a destacados dirigentes revolucionarios, 
puntales del Gobierno y del Partido Socialista Unido de Venezuela 
(PSUV), como el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y 
el gobernador de Aragua, Tarek al Aissami.
Para no pocos analistas, la arremetida que pretende vincularlos ahora
 a supuestos grupos de narcotráfico colombiano, trata de abonar acciones
 violentas y hasta una posible invasión desde el exterior.
La respuesta de las bases chavistas, del pueblo seguidor de los 
sueños del Comandante Hugo Chávez, ha sido llamar a la unidad más 
estrecha. Frente a la orden ejecutiva estadounidense, diez millones de 
firmas le dijeron «Deroga el Decreto Ya», y ahora proclaman «Diosdado 
Somos Todos» ante la difamación divulgada a través del diario The Wall 
Street Journal, con el diario ultraconservador español ABC traduciendo 
la campaña, y sirviéndole de caja de resonancia a los medios venezolanos
 El Nacional y Tal Cual y al portal La Patilla.
Esa embestida es un intento claro e infructuoso de aislar a Venezuela
 de la América Nuestra y del mundo, que la historia ya demostró que no 
les dio resultado con Cuba.
Los pasos del PSUV son firmes para mantener su mayoría en la Asamblea
 Nacional y celebrará sus elecciones primarias con total democracia para
 decidir los candidatos en los 87 distritos electorales. Con la mitad de
 los aspirantes mujeres y una proporción grande de menores de 35 años, 
se definen por una continuidad creativa de la Revolución Bolivariana y 
Chavista.
La MUD, por su parte, cierra las puertas a su propia gente, solo irán
 los que tienen el respaldo financiero y en su mayor parte elegidos a 
dedo.
De todas formas, la guerra económica está recrudecida, la escasez 
fabricada de productos de primera necesidad, los precios en constante 
escalada que desorbitan los números de la inflación, la mantenida caída 
de la bolsa petrolera (55,37 dólares por barril), los sabotajes en 
servicios públicos, apuntan a buscar un estallido social o cuando menos,
 alejar el favor del voto a una fuerza que, hasta el momento, ha ganado 
casi docena y media de consultas en las urnas.
El panorama político es complejo y hasta turbulento. La respuesta a 
lo chavista, que el eterno Comandante dejó plasmada en su 
mensaje-testamento, debe ser el escudo protector de los derechos 
conquistados: unidad, lucha, batalla y victoria.
Cifras que molestan a algunos
La Revolución Bolivariana dignificó al pueblo y los programas 
sociales son el puntal de su acción creadora. Apenas estos son algunos 
datos de cuánto se beneficia y se han transformado las condiciones de 
vida de toda la población; logros que serían revertidos de inmediato si 
los enemigos lograran subvertir y derrocar al Gobierno que da 
continuidad a la obra chavista.
—La inclusiva educación pública ha conseguido posicionar al país 
entre los más avanzados del continente en materia educativa, y muestra 
entre sus logros:
La Unesco declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo en el
 año 2005. Según ese organismo, en menos de diez años de Revolución 
Bolivariana se logró alfabetizar al 95,2 por ciento de la población que 
no tenía ningún tipo de instrucción.
Más de 300 000 estudiantes egresaron de la Misión Sucre con título 
universitario, plan de nivel superior gratuito instaurado en 2003.
Más de 3,7 millones de niños han recibido sus «canaimitas», que son 
computadoras portátiles que forman parte del proyecto Canaima Educativo.
Fueron construidas en Revolución, hasta el 2013, un total de 5 664 escuelas.
En el 2011 se publicaron 12 millones de textos escolares, mientras 
que en el 2012 casi se triplicó la cifra con 30 750 000. En 2013 se 
realizaron 35 millones de libros para dignificar la educación pública.
Más de 18 000 jóvenes venezolanos se han convertido en médicos gracias a
 la Revolución Bolivariana y 60 000 se encuentran actualmente en 
formación.
—En el año 2003 se puso en marcha la Misión Barrio Adentro, en 
respuesta a las necesidades de salud de la población venezolana, regida 
por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, 
integración social y solidaridad, pues la salud es reconocida como un 
derecho social fundamental y una obligación del Estado, que garantiza 
como derecho a la vida.
La Misión Barrio Adentro que —con el concurso solidario de Cuba y su 
personal médico— comenzó dando acceso a las comunidades mediante la 
atención primaria en los Consultorios Populares de su primera etapa (1 
600 en todo los rincones del país, incluidas comunidades indígenas), 
comprende ahora otras fases, la Misión Barrio Adentro II, que brinda 
servicio integral gratuito a través de 35 Centros de Alta Tecnología 
(CAT), 600 Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y 600 Salas de 
Rehabilitación Integral (SRI); la Misión Barrio Adentro III, que 
consiste en la modernización tecnológica y mejora de la infraestructura 
de la red hospitalaria del país; y la Misión Barrio Adentro IV, fase que
 nació con la puesta en servicio del Hospital Cardiológico Infantil 
Gilberto Rodríguez Ochoa, inaugurado por el presidente Hugo Chávez el 20
 de agosto de 2006.
La Operación Milagro ha contribuido a que cientos de miles de 
venezolanos recuperaran la visión y se extendiera solidariamente, en un 
plan conjunto venezolano-cubano, a otros países como Bolivia y 
Nicaragua, por citar solo dos.
El Gobierno Nacional recién ha superado la meta de inmunización 
trazada para este 2015, con la Jornada de Vacunación de las Américas, al
 haberse aplicado un total de 4 520 332 dosis en todo el territorio 
nacional venezolano.
—En toda Venezuela se construyen en este momento 389 002 casas que se
 sumarán a las 700 000 ya culminadas desde el inicio de la Gran Misión 
Vivienda Venezuela, y se alcanzara la cifra de más de un millón de 
hogares entregados al cierre de este 2015. El presidente Nicolás Maduro 
ha informado que antes del 30 de junio de este año, la Misión comenzará 
la construcción de otras 400 000 viviendas en todo el país.
—Las políticas de la Revolución Bolivariana han fomentado la 
generación de más de 4,7 millones de empleos en los últimos 16 años, un 
factor que logró bajar la tasa de desocupación de 14,5 por ciento en 
1999 a 5,5 por ciento al cierre del año 2014. También se han mejorado 
las condiciones laborales pues para finales de 1999 el empleo formal se 
encontraba en 45 por ciento del total de la ocupación, mientras que para
 el mismo período de 2014 se situó en 60,3 por ciento. A esto se une que
 desde 1999 se han decretado 29 incrementos salariales para reivindicar y
 proteger a la clase obrera venezolana.
Juana Carrasco Martín
 
 
 
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