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domingo, 21 de junio de 2015

Güero, racista y ¿terrorista?

Dylann Storm Roof, el joven homicida. Foto: AP

Dylann Storm Roof, joven homicida (fotoAP) 

MÉXICO, D.F. (apro).- Pasado el horror de la masacre racista de nueve devotos negros que perpetró el miércoles 17 Dylann Storm Roof en la iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel, ubicada en la ciudad de Charleston, en Carolina del Norte, activistas y ciudadanos estadunidenses criticaron el tratamiento “racista” del caso, tanto por las autoridades como por medios de comunicación.
En una columna que publicó este viernes el Washington Post, la académica Anthea Butler, profesora en la Universidad de Pennsylvania, aseveró que la narrativa mediática racista en Estados Unidos suele distorsionar la visión tanto del agresor como de las víctimas según su color de piel.
Según Butler, al ocurrir un crimen los medios suelen retratar a los sospechosos negros y musulmanes como terroristas o rufianes, con rasgos de violencia sistémica, y también suelen solicitar comentarios y respuestas por parte de toda la comunidad que comparte sus rasgos o su religión.
Es más: “Aun las víctimas negras son denigradas”, aseveró Butler, al retomar ciertos casos recientes en los que ciudadanos afroestadunidenses desarmados fueron ejecutados de manera extrajudicial –se habla también de “uso excesivo de la fuerza”— por policías.
Así, la académica recordó que, según los medios, “Trayvon Martin vestía una sudadera con capucha. Michael Brown robó cigarros. Eric Garner vendía cigarros caducados. Cuando una adolescente negra que no había cometido ningún crimen fue derribada y sometida en el piso por un oficial de policía durante una reunión con amigos en una alberca en McKinney, Texas, la conductora de Fox News Megyn Kelly dijo de ella que ‘tampoco (es) una santa’”.
En cambio, a los blancos se les retrata como “lobos solitarios”, y Butler advirtió que “los primeros reportes de la balacera de la iglesia de Charleston sigue un padrón similar”.
Observó que la mayoría de los medios estadunidenses no mencionan la palabra “terrorismo” cuando se refieren a la masacre del pasado miércoles, ni “presunto terrorista” para describir a Roof.
Al contrario, la académica anticipó que Roof, de 21 años de edad, “será humanizado y retratado como un enfermo, víctima de malos tratos”, aseveró, al recordar que un conductor de la cadena MSNBC declaró por la mañana que aún “no conocemos sus condiciones mentales” lo cual, según la académica, ilustra “el poder de la blanquitud en Estados Unidos”.
Y subrayó que el año pasado, cuando un policía abatió a Tamir Rice, un niños de 12 años, mientras jugaba con una pistola de plástico en Cleveland, los medios y los reportes policíacos se refirieron al niño como “el hombre joven”.
En contraste, aseveró que los medios calificaban de “niño normal” o “típico niño estadunidense” al multihomicida James Holmes, quien asesinó a decenas de personas en un cine de Aurora, a sus 25 años de edad.

Doble rasero

La iglesia Episcopal Metodista Africana (AME, por sus siglas en inglés) Emanuel tiene un carácter simbólico: fue el primer templo metodista erigido en 1818 en el sur del país –cuna de la esclavitud y de los supremacistas blancos–, por un grupo de hombres que posteriormente encabezaron una insurrección de esclavos en Charleston.
En 1822, supremacistas quemaron la iglesia para castigar el intento de insurrección de Denmark Vesey y los demás esclavos el… 17 de junio de ese año, misma fecha que eligió Roof para perpetrar su masacre.
Poco después de su detención, el jueves 18, circuló la foto que utiliza Roof para su perfil de Facebook. En ella sale vestido con un chaleco en el que había cosido dos banderas: una del antiguo régimen que implementó el apartheid en Sudáfrica y otra de Rhodesia –ahora Zimbabwe–, un país africano anteriormente gobernado por blancos.
En la iglesia de Charleston, cuando se levantó y empezó a disparar contra los devotos que asistían a una lectura nocturna de la Biblia, gritó: “¡Violan a nuestras mujeres! ¡Se están acaparando nuestro país! ¿Quieren una razón para rezar? ¡Les voy a dar una razón para rezar!”.
El asesino dejó con vida a una mujer. Posteriormente dijo a los inspectores que lo hizo a propósito para que ella pudiera contar lo que había ocurrido en el templo. También explicó a los agentes que estuvo a punto a detener sus planes “porque (los devotos) se portaban muy bien con él” pero que tenía que cumplir con una “misión”: la de provocar una “guerra entre las razas”.
En el Washington Post, Butler abundó: “Necesitamos ir más allá (que definir a la masacre como un crimen de odio). Hubo un mensaje de intimidación detrás de esta matanza, un acto que refleja una historia de terrorismo contra las instituciones negras involucradas en la promoción de los derechos cívicos”.
“Es una manifestación del odio racial y de la supremacía blanca que sigue permeando nuestra sociedad”, sostuvo, al recordar que en 1963 integrantes del Ku Klux Klan detonaron dinamita en una iglesia de Birmingham, asesinando a cuatro adolescentes afrodescendientes. “Y ahora que las autoridades encontraron al sospechoso, deberíamos llamarle por lo que es: un terrorista”, concluyó.
Pero no todos los medios no concordaron con esta conclusión. De hecho, el mismo Washington Post publicó un artículo del analista político Philip Bump, titulado “Por qué no deberíamos llamar a Dylann Roof terrorista”, ya que, insiste su autor, “el problema no es que seamos demasiado lentos en calificar a Roof como terrorista, sino que en general estamos demasiado rápidos en llamar a cualquier persona un terrorista”.
Así, jueves 18 y viernes 19 los periódicos y editorialistas expusieron argumentos para determinar si la masacre fue “terrorismo” o “crimen de odio”. Hasta la noche del viernes 19 ninguna autoridad o voz oficial había pronunciado la palabra “terrorismo”.
Este mismo día el Departamento de Estado dio a conocer su informe sobre el terrorismo en el mundo en 2014, en el que, entre muchos, calificó a los actos anarquistas en distintos países del mundo, como la destrucción de cajeros automáticos, como terroristas.

Juicio de las redes

En las redes sociales, y en particular en Twitter, los temas de discusión #CharlestonShooting (Balacera de Charleston) o #Blacklivesmatter (Las vidas de negros importan) fueron aprovechados por activistas y ciudadanos antirracistas para condenar la masacre y subrayar el racismo latente en Estados Unidos.
“Este terrorista asesinó a más personas que los atentados de Boston”, aseveró un usuario de Twitter, mientras que otra rogó: “No le llamen enfermo mental o estaremos en lo mismo en 25 años”.
“Cualquier candidato presidencial que no condene la balacera de Charleston como acto de terrorismo racista, utilizando ESAS palabras exactas, no conviene para el cargo”, estimó otro usuario.
También circularon fotomontajes que ilustran el contraste entre la detención de Roof –escoltado por dos policías y vestido con un chaleco antibalas– y los violentos arrestos de ciudadanos negros por delitos menores.
Al lado de la foto de Roof, esposado pero libre de caminar, se publicaron imágenes de una adolescente negra de 15 años detenida de manera muy violenta por un policía, o la de un hombre tirado en el suelo y sometido por cuatro policías –uno de los cuales lo estrangula–, con el comentario “adivina quién de estos hombres fue detenido por vender cigarros y quién por asesinar a nueve personas”.
Un usuario publicó:
Asesino musulmán = toda una religión culpable
Asesino negro = toda una raza culpable
Asesino blanco = lobo aislado con problemas mentales”.
Y otro, con un tono irónico, añadió:
Asesino blanco: ‘Soy racista. Esto fue motivado por racismo’
Medio de comunicación: “¡Oye hermano!!! No conocemos todos los hechos aún. Danos tiempo.”
En otro artículo, el Washington Post resaltó que el mito según el cual la generación de los “milenaristas” –los nacidos después de 1980– blancos y no latinos sería más tolerante que sus padres es totalmente falso, ya que esta generación, por el contrario, “ignora cómo la lógica fría del racismo, la supremacía blanca y la antinegritud han funcionado durante generaciones y continúan funcionando”.
De acuerdo con el periódico en línea Mother Jones, durante las pasadas dos décadas al menos 16 iglesias ocupadas por comunidades negras fueron atacadas. El portal subrayó que “las iglesias han sido desde hace mucho tiempo centros de organización y de defensa en la comunidad negra”.
Algunos de los medios también señalaron que el jueves 18, mientras las banderas de Estados Unidos y de Carolina del Sur se encontraban a media asta, en el Parlamento de Columbia, la capital de la entidad federativa, una tercera bandera seguía flotando en la cima de su postre: la de los Confederados, símbolo de la época en la que los negros vivían como esclavos de los ricos terratenientes de los estados del sur.
El gobernador Nikki Haley aseveró que la ley le impide mover el lábaro, ya que esta facultad es reservada a los legisladores, lo cual quedó confirmado el mismo día por la Suprema Corte de Justicia.
El viernes 19 por la tarde, Roof fue inculpado de nueve delitos, y el gobernador Haley aseveró que “queremos de manera absoluta que tenga la condena a muerte”.
El gobernador republicano de Texas, Rick Perry, declaró horas después que la masacre había consistido en “un accidente”, que quizá tendría más que ver con las drogas que con las armas.
De acuerdo con los reportes periodísticos, durante la audiencia varios familiares de las víctimas de Roof –quienes tenían entre 26 y 87 años– oraron para que Dios perdonara al asesino.

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