VIII Cumbre de jefes de estado y gobierno sudamericanos
La Arena
Concluyó
en Ecuador la reunión de los doce presidentes sudamericanos. Además de
repasar los acuerdos de Unasur, dejaron inaugurada la sede permanente,
que lleva el nombre de Néstor Kirchner.
A 13 kilómetros al noroeste
de Quito, capital de Ecuador, corre la línea que divide el mundo en
Norte y Sur. Y allí comenzaron a construir hace más de dos años la sede
permanente de la Unión de Naciones Sudamericanas que componen
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Guyana, Paraguay, Perú,
Surinam, Uruguay y Venezuela.
Desiré Bouterse, de Surinam, le
pasó la presidencia pro-témpore a José Mujica, de Uruguay, aunque éste
la llevará poco tiempo. Es que el próximo 1 de marzo culminará su
mandato y será reemplazado por otro frenteamplista, corrido unos pasos
a su derecha, Tabaré Vázquez.
La historia de este espacio
regional es relativamente corta pero abundante en hechos políticos
positivos y de los otros. En el 2007 una reunión en Isla Margarita,
Venezuela, y bajo el influjo integracionista de Hugo Chávez, decidió su
creación. Y al año siguiente, en Brasilia, donde moraba Lula da Silva,
se redactaron los documentos de la flamante Unasur, donde tomó el timón
por doce meses la chilena Michelle Bachelet. Se considera la I Cumbre
de presidentes la realizada ese 2008 en el país trasandino, convocada
para apoyar a Evo Morales. El aymara, a dos años de gobernar en el
Palacio Quemado, ya estaba “a las brasas” por el levantamiento
separatista de Santa Cruz de la Sierra y otros departamentos gobernados
por una derecha violenta que no toleraba a un descendiente de pueblos
originarios.
Unasur nació con éxito, como una herramienta útil
para impedir golpes de Estado. Pensar que seis años más tarde el
presidente boliviano ganó su tercer mandato con el 62 por ciento de los
votos...
Otro que la pasó mal en ese tiempo fue Rafael Correa,
primero por el duro enfrentamiento político y diplomático de 2008-2009
con el colombiano Álvaro Uribe. Los aviones colombianos y tropas de
combate con cooperación de EE UU habían bombardeado una zona
ecuatoriana, Sucumbíos, asesinado a Raúl Reyes (FARC) y una veintena de
guerrilleros y estudiantes que visitaban su campamento. Y luego
invadido ese lugar para llevarse los cuerpos y computadoras de las
víctimas.
En 2009 le tocaba a Ecuador ser sede de la II Cumbre,
boicoteada por Uribe por las razones antedichas. La situación estaba al
rojo vivo, con Ecuador y Colombia en pie de lucha, y con Venezuela en
apoyando a Rafael Correa. No se trataba sólo del enfrentamiento de
Sucumbíos sino también, y sobre todo, de que Bogotá había autorizado la
instalación de siete bases militares norteamericanas en su territorio.
Y para Unasur eso suponía un fuerte riesgo de agresión y guerras.
Otra etapa mejor
Ese momento de graves diferendos que podían llegar a lo militar,
declinó. En una siguiente reunión en Caracas, en 2010, ya no estaba
Uribe como jefe de Estado sino su hasta entonces ministro de Defensa,
Juan M. Santos. Y Chávez hizo las paces con él. Igual conducta tuvo
Correa. En esos entendimientos tuvo que ver Kirchner, investido como
secretario general de la Unasur en una reunión realizada en mayo de
2010 en Campana, provincia de Buenos Aires.
El ex presidente
argentino ya había mediado en el primer operativo de liberación de
rehenes de las FARC, junto con Chávez y la Cruz Roja Internacional. Se
frustró porque el hijo de la rehén Clara Rojas no estaba con ella.
El santacruceño tuvo mucho apoyo para ocupar ese cargo, al punto que
fue electo por unanimidad. Y casualidad o no, en ese momento empezó una
etapa mejor para Unasur. Dos elementos deben haber influido en el mejor
clima regional. Uno se apreció recién en 2012, cuando empezaron las
negociaciones de paz de Colombia en La Habana: el presidente Santos no
era la vulgar copia del apéndice norteamericano y guerrerista que era
Uribe, si bien distaba mucho de ser un pacifista.
El otro
factor favorable fue que en 2009, con los fuertes coletazos de la
crisis mundial detonada el año anterior con la caída del Lehman
Brothers, los mandatarios sudamericanos entendieron que lo mejor sería
abroquelarse y defender las posturas de la región.
Así fue
pasaron las siguientes cumbres: la III en Bariloche (2009), la IV en
Georgetown, Guyana (2010), la V en Asunción del Paraguay (2011), la VI
en Lima y Cuzco, Perú ( 2012) y la VII en Panamaribo, Surinam (2013).
Y se llegó a la octava edición en Guayaquil y Quito, que cerró ayer con
la inauguración de la sede “Néstor Kirchner”, un edificio modernista e
inteligente de 20.000 metros cuadrados diseñado por Diego Guayasamín.
Al serle entregada la titularidad temporal a Mujica se confirmó que la
IX cumbre será en Uruguay el año próximo.
El mandatario
uruguayo fue agasajado en Guayaquil y aplaudido por sus colegas y el
público en el Centro Cívico “Eloy Alfaro”, luego que lo presentara
Correa con un afecto especial. El “Pepe” se despachó con un mensaje a
los jóvenes, donde los llamó a comprometerse con sus países y dejar de
lado las apetencias consumistas: “denle contenido a la existencia,
porque si no lo hacen en forma consciente, entonces el contenido será
la cuota que tienen que pagar cada fin de mes por el nuevo cacharro que
tienen que comprar”. El ex Tupamaro pidió no dividir el mundo en
mujeres, hombres; negros o amarillos, sino en dos sectores: “los que se
comprometen y los que no se comprometen. Comprometerse es abrazarse a
una causa”.
Lo aplaudían de pie el anfitrión y las
presidentas Bachelet (Chile), Cristina Fernández y Dilma Rousseff
(Brasil), y los presidentes Nicolás Maduro (Venezuela), Evo Morales
(Bolivia), Juan M. Santos (Colombia), Ollanta Humala (Perú), Donald
Ramotar (Guyana), Desiré Bouterse (Surinam) y Horacio Cartes (Paraguay).
Hay palos en la rueda
Ya se dijo que la entidad sudamericana jugó un buen rol en defensa de
la democracia en Bolivia. Hay que agregar que tuvo ese buen
comportamiento ante el intento de golpe en Ecuador (2010), en el
llevado a cabo en Paraguay, sancionado en 2012 por el Mercosur y
Unasur; y en las campañas golpistas contra Venezuela (abril de 2013).
Allí no se agotan su méritos, porque si de pronunciamientos se trata,
como en esta jornada concluida en Quito, se tomó postura favorable a
Cuba y en contra del bloqueo del imperio estadounidense. Y se reiteró
la solidaridad con Argentina, por la causa de su soberanía en Malvinas
y en su conflicto con los fondos buitres. “Querida Cristina: toda
nuestra solidaridad contigo, y creemos que tenemos la capacidad como
Unasur de generar nuestro propio sistema regional de pago”, expresó el
dueño de casa en Guayaquil.
Claro que de declaraciones no
vive el hombre. Y en esta ocasión se pusieron sobre la mesa iniciativas
que debatidas hace tiempo y donde, si bien se registran avances, éstos
no son demasiado importantes y, en consecuencia, vuelven a la agenda
del año siguiente.
Por caso el Banco del Sur, propuesto hace
varios años por Correa y volvió a discutirse en la oportunidad. Todos
dicen estar de acuerdo pero la entidad no arranca, para lo cual además
del acuerdo político se deben aportar capitales. La moneda regional
ideada por Correa para la Alianza Bolivariana de Nuestra América, el
ALBA, se llama Sucre, pero todavía no se plasmó en ese ámbito y menos
aún en Unasur. El ecuatoriano volvió a abogar por la iniciativa:
“seguimos dependiendo de transferencias extranjeras y necesitamos que
funcione el Banco del Sur y el fondo del sur para salir de esta
situación, y, por qué no, en el mediano plazo tener una moneda
regional”.
Se discutió también la posibilidad de crear una
ciudadanía sudamericana con un pasaporte común para sus 400 millones de
habitantes.
Ese y otros acuerdos necesitarán más tiempo
debido a un aspecto cuestionado por Correa: el mecanismo del consenso.
Él considera que eso lleva a mucha pérdida de tiempo y cree mejor el
sistema de mayoría y minoría.
El ecuatoriano está dando en el
clavo. Los analistas de la derecha continental, como Andrés
Oppenheimer, Rosendo Fraga y otros fincan su esperanza en que, con un
bloque de derecha encabezado por Colombia y Perú, la mayoría no logre
el consenso para tomar medidas prácticas. Y lo que Unasur necesita, en
realidad lo que precisa la Patria Grande -en este caso del Sur- es
poner en marcha cuanto antes proyectos concretos para dejar de ser la
región más desigual del planeta.
Por ejemplo, ¿cómo llevar
adelante un plan de lucha antidrogas en toda la región dejando de lado
el modelo de la DEA norteamericana y el FBI, más las directivas del
Comando Sur estadounidense? Es que las autoridades colombianas lo van a
obstruir desde adentro del espacio sudamericano.
¿Cómo
compatibilizar a Sudamérica como “zona de paz”, tal como lo proclamaron
en Quito, y antes en la Celac, si sólo en Colombia funcionan 7 bases
yanquis y en Malvinas está la fortaleza británica-estadounidense de la
OTAN?
Si falta el acuerdo político será muy cuesta arriba
concretar el Banco del Sur, la moneda regional, el tren bioceánico del
Pacífico al Atlántico y la conectividad interna de la región a través
de Internet con fibra óptica propia. El veto de Washington será
implacable y sus amigos de la Alianza del Pacífico, haciéndose los
tontos, seguirán poniendo palos en la rueda.
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