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jueves, 11 de junio de 2020

Futbol y sionismo histérico


“El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto […]” (Resolución 114/2020, Ministerio de Relaciones Exteriores, Buenos Aires, 8 de junio de 2020).
Aunque el vocablo antisemitismo se presta a confusión (los no judíos también pueden asumirse como semitas), dicha resolución es trascendente. El Estado argentino (¡por fin!) fijó posición frente a la percepción de marras, que explícita o implícitamente predicó la Iglesia católica desde finales del siglo XIX, con perversos alcances en la sociedad del país rioplatense.
Hasta ahí lo políticamente correcto. Sin embargo, apenas expedida la resolución, la incorrección política tergiversó sus contenidos. Fue el caso del Centro Simón Wiesenthal, en palabras de su director de Relaciones Internacionales, Shimon Samuels, difundidas en el tóxico portal sionista Infobae, entre otros:
La adopción por parte de Argentina de la definición que equipara antisionismo con antisemitismo va en la dirección correcta, como la decisión de calificar a Hezbolá como grupo terrorista, de hace un año....
Por cierto, en tramo alguno la resolución de marras asocia antisionismo con antisemitismo. Así como tampoco menciona a Hezbolá, uno de los partidos políticos más representativos de Líbano. Pero así funciona el sionismo, expresión ideológica racista que al asociar política y religión, responde a los intereses de la entidad terrorista, neocolonial y anexionista llamada Israel.
Una confusión nada inocente que, afortunadamente, han esclarecido intelectuales judíos desprejuiciados con libros como La industria del holocausto, de Norman G. Finkelstein; La amenaza interior, de Yakov M. Rabkin, o La revolución sionista ha muerto, con textos compilados por Michael Warschawsky.
Ahora bien. Si el espacio impide tratar con profundidad asuntos complejos como el referido, es posible que algo de luz arroje, por ejemplo, un simple partido de futbol de la Copa Libertadores. Me refiero al celebrado en la primera semana de abril, entre el Internacional de Porto Alegre y el Palestino de Santiago de Chile.
Entonces, la minúscula Organización Sionista de Río Grande del Sur, advirtió a la CBF, la Commebol y el Ministerio Público brasileño, que se incurriría en graves violaciones a la ley brasileña de permitirse el uso de la camiseta oficial de Palestino. En efecto, la camiseta luce en los hombros un mapa de Palestina y los colores de su bandera, que “muestra fronteras anteriores a la creación del Estado (de ‘Israel’), en 1948”, según la referida organización.
El Club Deportivo Palestino se fundó en 1920, cuando Israel no existía. Y en 2014, en nombre de la comunidad judía chilena, la institución deportiva había sido multada por la Asociación Nacional del Futbol Profesional (ANFP), por usar en su camiseta un mapa de la Franja de Gaza. Desde Porto Alegre, en carta abierta publicada en Facebook, el consejero del Inter Fabio Lavinsky, pidió que se tomen “los cuidados necesarios para que la afición de ‘Palestino’ no haga manifestaciones ofensivas a los judíos durante el partido” (sic). Pero más interesante fue el comentario de Sebastián Watenberg, presidente de la Federación Israelí de Río Grande del Sur, que en el medio local judío Gauchazh señaló: Los alegatos de los sionistas no representan el sentimiento de toda la comunidad judía del Estado.
Watenberg agregó: Tenemos mucho respeto y cuidamos mucho de nuestra imagen y de la relación armónica con la comunidad palestina local, con la que tenemos un diálogo bastante avanzado y pacífico. Yo quería hacer hincapié en este punto: la organización sionista actúa como representante de la derecha israelí, y no tiene legitimidad para hablar en nombre de la comunidad judía. Tenemos serias divergencias con ellos.
Finalmente, no pasó nada. El partido se desenvolvió sin agresiones. El Inter derrotó al Palestino (3-2), y el presidente Jair Bolsonaro (ex capitán de reserva del Ejército brasileño, ex católico devenido en neopentecostal y firme aliado de Tel Aviv), festejó la victoria sintiendo, posiblemente, que Dios siempre juega en favor de Brasil.

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