“como lo que somos, no nos preocupa tanto la tormenta…
después de todo han sido siglos de tormenta para los pueblos originarios
y los desposeídos de México y del mundo, y si algo se aprende abajo
es a vivir en condiciones adversas”.
Subcomandante Galeano (antes Marcos).
La invención-creación del tema-problema tráfico y consumo de drogas,
desde el siglo pasados y el inicio del presente, ha pasado por múltiples
transformaciones en la manera en que ciertas instituciones del Estado o
sociales han “atacado el problema.” A principios del siglo XX, bajo un
supuesto aumento y peligrosidad de los consumidores; negros, chinos,
mexicanos. De sustancias como el opio, la cocaína y la marihuana, que a
su vez se suponía transmitían estos “vicios” a la sociedad
norteamericana, se crearon las primeras instituciones para atender a los
“toxicómanos”. Luego se pasó a la aplicación de pequeñas redadas, en
los lugares de venta y consumo de sustancias, quema de plantíos, en los
70 en México la Operación Cóndor y en nuestros días la salida a gran
escala de las Fuerzas Armadas, para “salvar a la sociedad de las
drogas.”
Proceso en el cual, la invención de la tecnología política respecto al consumo de drogas1,
se da principalmente en Europa a partir del siglo XVIII, donde la vida y
el cuerpo se hacen objetos de poder. Antes existían sujetos jurídicos a
quienes se les podían retirar los bienes, y hasta la vida. Pero
posteriormente existen los cuerpos y las poblaciones, con lo cual el
poder deja de ser materialista y deja de ser esencialmente jurídico,
aunque para esto se haya retomado primero el sistema jurídico romano.
Observándose así, paulatinamente la manera en que la delincuencia tiene
una cierta utilidad económico-política, hasta llegar a las sociedades
que conocemos, puesto que cuanto más delincuentes existan más crímenes
existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población y
cuanto más miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve
el sistema de control policial.2
Esta tecnología de poder fue inventada en Norteamérica, a partir de
medidas implementadas por los gobernantes de Washington, que al igual
que en Europa desarrollan un sistema de derecho que les permita dar
forma a los intereses económicos de la burguesía sorteando y
“criminalizando” los conflictos sociales. En Europa se da en una
confrontación con el poder monárquico del cual hereda el sistema legal, y
en Norteamérica en pugna con grupos nacientes como El Partido de los
Trabajadores, por lo que asume el estudio y amolda el sistema legal
europeo.
Dando forma en Estados Unidos al periodo conocido como
Progresista, llamado así por el hecho de que se aprobaron nuevas leyes;
la Ley de Inspección de Carnes, la Ley de Hepburn para regular los
ferrocarriles y oleoductos, una Ley de Alimentos Puros, además de leyes
que regulan los salarios y las jornadas laborales, así como la
inspección para comprobar la seguridad en las fábricas y compensaciones
para los trabajadores que tuviesen accidentes laborales. Pero además de
estas las leyes laborales creadas bajo las necesidades y las luchas de
la naciente clase obrera, se da una emergencia de prácticas judiciales
que, enraizadas en prejuicios sociales servirán para la invención de un
sujeto de estudio, los consumidores de drogas. Identificados por los
norteamericanos con las minorías étnicas, fueron siendo objeto de
elaboradas restricciones sociales y legales.
Por ejemplo, los
chinos y su hábito de fumar opio fueron extremadamente vigilados después
de su ingreso a los Estados Unidos, alrededor de 1870. Al comienzo, los
chinos representaban sólo un grupo más, enviado para ayudar en la
construcción de los ferrocarriles, pero después de que la depresión
económica los convirtiera en un exceso de mano de obra y por ende en una
“amenaza” para los ciudadanos americanos, diversas formas de
antagonismo hicieron su aparición con el fin de desalojarlos o por lo
menos de aislarlos. Respecto a los negros, se contaban anécdotas de
fortaleza sobrehumana, de astucia y de eficiencia como resultado de la
ingestión de cocaína, la cocaína volvía a los negros casi invulnerables a
las balas de calibre 32. Razón por la cual parece ser, los
departamentos de policía del sur cambiaron sus revólveres a calibre 38.3
Para el caso de los mexicanos que emigraban hacia los EU por las mismas
razones que los chinos, a principios del siglo XX, cuando llevaron la
práctica de cultivar y fumar marihuana desde el otro lado del río Grande
hasta Texas y Nuevo México, se les acuso de expandir el consumo entre
las prostitutas blancas, los chulos, los maleantes y los negros.4
Hechos que “casualmente” coincidieron con el clímax de linchamientos de
negros, la segregación legal y de las leyes electorales de los tres
grupos, actos que le quitaban en esa sociedad a estos mismos, poder
político y social5.
Más todavía, estos hechos también se vinculan con las ambiciones del
Pentágono de lograr el dominio y expoliación de la América Latina.
Arrogándose el derecho de una pretendida superioridad moral, el gobierno
Estadounidense se ha autoproclamado protector de nuestra región. Cuando
a fines del siglo XIX los Estados Unidos logran afianzar su poder sobre
América Latina, sus dirigentes proclaman abiertamente su “misión
civilizadora”, sin ocultar su opinión de que los latinoamericanos no son
capaces de gobernarse a sí mismos. El Corolario de 1904 de Theodore
Roosevelt a la Doctrina Monroe se baso en la premisa de la inferioridad
de los latinoamericanos y su incapacidad para manejar sus propios
asuntos. La Doctrina Monroe ha llevado en sí el supuesto de que los
latinoamericanos están entre los pueblos atrasados del mundo y que, de
no haber sido por la protección de los Estados Unidos habrían sido
colonizados, como lo fueron los asiáticos y los africanos. Woodrow
Wilson manifestó el deseo de “enseñarles a elegir buenos gobernantes” y
Franklin Roosevelt señalo que algunos gobernantes “creen que son tan
buenos como nosotros, y muchos de ellos lo son”. De forma que, la
cuestión racial ha sido un factor importante en las relaciones de los
Estados Unidos con el resto de Latinoamérica y en el caso de México, el
robo de más de la mitad de su territorio puede considerarse como una
prolongación del despojo perpetrado contra los indios norteamericanos6.
De manera que, dentro del “interés” moral y psicológico de Washington
sobre nuestra región, además conforman su autoimagen. Construyendo un
vocabulario en su política hacia América Latina en el cual parecen
indicar que la Casa Blanca trata a nuestros países sobre una base de
estricta igualdad. Fomentando la imagen de una familia o de buena
vecindad. Sus “repúblicas hermanas”, “sus compañeros del sur”. Más
todavía, se miran a sí mismos en su imperialismo, como un protector del
hemisferio contra las potencias imperialistas del viejo mundo, y en una
aberrante interpretación a-histórica, se considera que, lejos de haber
habido un imperialismo económico sobre las republicas latinoamericanas
por un imperialismo económico y militar estadounidense, ha sido todo lo
contrario: han sido los gobiernos latinoamericanos los que han explotado
el capital de los ciudadanos de los Estados Unidos que han tenido falta
de juicio de permitir que sus bienes quedaran atrapados dentro de la
autoridad soberana de nuestras naciones7.
Por tales motivos, en los Estados Unidos se encuentra muy extendida la
creencia de que América Latina ha sido la parte beneficiada por la gran
generosidad estadounidense y que desde hace muchos años se han dado a la
región grandes sumas de ayuda económica, sin recibir nada a cambio.
Aspecto que para su autoimagen y su postura frente al mundo, ha ayudado a
forjar la pretensión de que se ha esforzado, aunque con muy poco éxito,
por promover la democracia en nuestros países. Intentando rechazar así,
la contundencia histórica sobre el apoyo y promoción de dictaduras
favorables a sus intereses.
Visión racista que también ha sido
compartida históricamente por distintos gobiernos de Europa. En 1902, la
esposa de Edmun von HeyKing, ministro alemán en México escribió: “La
masa hirviente, bestial de humanidad que ve uno aquí o en China acaba
con el último resto que pudiera yo conservar de una creencia en la
inmortalidad del alma. Enfrentada a esta masa de gente nauseabunda o
apenas superior a los más bajos animales, la posibilidad de una vida
después de ésta sólo puede ser la base de un renovado horror.” Y
describe al ministro de relaciones exteriores de México, Mariscal, como
“un pequeño hombre-mono indio”. Asimismo, el ministro alemán Paul von
Hintze escribía que: “El error cardinal de Madero, está en su creencia
de que puede gobernar al pueblo mexicano como se gobernaría a una de las
naciones germánicas más “adelantadas”. Este pueblo rudo, compuesto de
salvajes sin religión, con su escaso estrato superior de mestizos
superficialmente civilizados, no puede vivir bajo otro régimen que no
sea un despotismo ilustrado”. A lo cual remata al margen el káiser
Guillermo: “Correcto”8.
Aspectos racistas, que particularmente en los Estados Unidos se agudiza
en las zonas urbanas a partir de 1960 conforme empeora inevitablemente
la base material de dicha sociedad industrial. Ante la progresiva
decadencia de la industria de las máquinas- herramienta. Y la ayuda
concedida por el gobierno de esa nación a los agribusiness, así como a
la mecanización agrícola, se da lugar a un éxodo rural masivo. Migración
que no puede ser incorporada en el aparato productivo, generando una
crisis generalizada de las ciudades, puesto que solo ofrecen servicios
pero no pueden ofrecer empleos. Tan solo en Nueva York, la sanidad y la
instrucción pública desde hace décadas han dejado de ser consideradas
como servicios esenciales para el gobierno federal, así como tampoco ha
sido esencial que las personas encuentren un trabajo gratificador o
simplemente trabajo. Mientras que por otra parte el presupuesto el
presupuesto federal destinado a armamentos, que en su mayoría absorben
los grandes monopolios y sus representantes en el gobierno, no ha
disminuido9.
Siendo así que, en este contexto racista se da la “preocupación” por la
“explosión” de la venta y consumo de crack en comunidades negras. Toda
vez que le permite al Congreso estadounidense, entre 1986 y 1988 se
aprueben leyes que endurecerán las políticas antidrogas tanto al
interior como al exterior de ese país. Escogiéndose a la comunidad negra
por su vinculación histórica con el consumo de drogas, haciendo más
fácil que se dirija hacia ellos nuevamente el miedo, el odio y la
violencia, como método estándar de control de la población. Aspecto que
también repercutirá en la visión de los latinos, especialmente de los
mexicanos, y no por las razones cuantitativas esgrimidas por Luis
Astorga, respecto a que en los ochenta y noventa, el negocio del tráfico
de drogas ilícitas adquiere tales proporciones y tal visibilidad que es
prácticamente imposible que grandes grupos sociales no se den cuenta de
las relaciones indisolubles más documentadas entre las corporaciones
policiacas y los traficantes. Aspecto que según él, parece haber
“liberado ciertas disposiciones éticas” de algunos grupos dentro de las
corporaciones coactivas y de los círculos de gobierno, así como de otros
tantos grupos de poder de la sociedad civil, lo que los decidió a
participar de manera más activa en el control de las drogas10.
Muy a contracorriente de supuestas disposiciones éticas despertadas en
las clases gobernantes, es dentro de los parámetros racistas que debe
entenderse la manera en que, en los Estados Unidos el sistema de
justicia ha logrado tener a la población encarcelada más grande del
mundo (per capita). Puesto que gran parte de los delitos imputados para
ser encarcelado no son de carácter violento y están relacionados con la
guerra contra las drogas, resultando en el encarcelamiento casi siempre
de pobres y en su mayoría de afroestadounidenses y latinos. Según
cálculos, uno de cada 110 niños blancos tiene un padre encarcelado, pero
para los afroestadounidenses, es uno de cada 15 y para los latinos uno
de cada 4111.
Y peor aun, guardan una estrecha relación con el hecho de que en los
Estados Unidos, casi mil personas en el 2015 fueron asesinadas a tiros
por la policía de ese país. En situaciones donde hombres negros
desarmados tiene seis veces más probabilidades de ser asesinadas por la
policía que los blancos. Resultando así, que la policía nacional de
Estados Unidos ha matado a más del doble de personas de lo que la
Oficina Federal de Investigación (FBI) había afirmado y en la mayoría de
los casos los oficiales no fueron acusados formalmente por el uso
excesivo de la fuerza. De tal situación en Chicago, son testigos
tristemente silenciados por las balas Quintonio LeGrier, de 19 años y
Bettie Jonés, de 55. En donde para el caso de la mujer, la policía
argumentó que su muerte ocurrió de manera “accidental”. Por medio de un
comunicado se dijo que: “La víctima fue alcanzada por error y murió
trágicamente”12.
Racismo exacerbado que también tiene relación con los eventos de la
fiesta de fin de año en Colonia, Alemania. Puesto que, pese al informe
de la Policía de Colonia del 1 de enero donde se informa sobre un
“ambiente relajado” y de “celebraciones pacíficas”, sin embargo, días
después en otro informe elaborado por los grupos “progresistas” se
mencionan robos, acoso sexual e incluso violaciones. Acusándose a unos
mil hombres desarmados de agredir sexualmente a decenas de mujeres,
incluida una agente de policía armada. Hechos que supuestamente ocurren
en una plaza céntrica de una ciudad en estado de máxima alerta
antiterrorista —por las amenazas de Daesh— y que encima está vigilada
por unos 230 policías uniformados y un número indeterminado de secretas.
Sin contar con una sola imagen de dichas agresiones, pese a la cantidad
de móviles con cámara que habría entre los asistentes y las víctimas,
mientras recibimos decenas de fotos de las guerras de Afganistán, Irak o
Siria o Sudán. Y la única “evidencia” con la que se cuenta corresponde a
una foto que se difundió donde se asalto a una mujer en la plaza de
Tahrir de El Cairo. Así como según días después, supuestamente mujeres
de Alemania se arman de coraje y ponen entre 200 y 500 denuncias.
Conforme lo hemos indicado, es más probable que los llamados grupos
progresistas, en una vena racista, hayan promovido mediante informes sin
sustento y la captación de mujeres afines a sus ideales la xenofobia,
para dividir a la población entre nativos y extranjeros, árabes ricos civilizados (con los que hacen grandes contratos de armas) y árabes pobres incultos.
Donde la máxima es evitar que los refugiados consigan en el futuro la
ciudadanía alemana. Dentro de un espectro de criminalización de los
extranjeros llegados de los países musulmanes: antes eran potencialmente
terroristas; ahora además son inmorales, desagradecidos y peligrosos
para la civilización europea13.
De manera tal, que tanto el Pentágono como grupos afines a sus métodos
en Europa, vienen desde hace décadas vinculando a personas no blancas
con actos terroristas o con traficantes de drogas. Mientras que en la
otra cara de la moneda, ante las toneladas de cocaína y heroína que
llegan puntualmente a Estados Unidos desde Colombia, México, Panamá o
Perú para su distribución en su inmenso territorio mediante redes bien
organizadas, hasta llegar, con pureza variable, al ejecutivo de Wall
Street o al negro lumpen del Bronx. No se cuestionan por parte del
gobierno estadounidense con verdadero interés hechos fundamentales como:
¿Quién recibe la droga? ¿Qué fantasmas invisibles se hacen cargo de las
avionetas, los submarinos o las mulas viajeras que arriban a los
aeropuertos con su carga de coca? Y ¿Por qué sólo se habla de “chapos”,
“escobares”, “orejuelas”, y jamás de un capo estadounidense? ¿Por qué
nadie investiga cómo se manejan las inmensas cantidades de dólares que
sin duda manejan los bancos lavadores del destino final de la droga,
infinitamente superior en valor al de la compra de la hoja al perseguido
campesino cocalero?14
Siendo así que, pese a las “soluciones” ofrecidas por la mayor parte de
los gobiernos contra el tráfico de drogas, mediante la represión y el
castigo, así como el gasto económico en armamentos, no ha habido una
disminución considerable de drogas o del poder de los llamados cárteles.
Y si por el contrario en países como Colombia o el nuestro, en la lucha
contra el narcotráfico se han tenido miles de muertes. Tan solo en
México ya van 25 mil desaparecidos, a las que se le deben sumar
distintas violaciones a los derechos humanos. Por lo que se ha creado un
drama social que al igual que en los Estados Unidos, también se refleja
en las prisiones. En nuestro país un 25.2 por ciento de los presos que
constituyen la sobrepoblación carcelaria ha sido detenida por delitos
contra la salud pública. Siendo atrapadas solo las mulas del
narcotráfico internacional, que a menudo son sólo víctimas de la
explotación, los abusos y las amenazas de redes mafiosos que sostienen
el tráfico en grande15.
De manera que, la guerra contra las drogas mediante sus medidas
represivas en verdad se corresponde con hechos históricos de racismo
hacia la población no blanca. Amoldándose conforme a las necesidades e
intereses políticos o económicos. Dependiendo del contexto, los
gobernantes de naciones imperialistas o dependientes actúan, para lo
cual ya cuentan con una gran experiencia. Así podemos ver como, pasando
por los Estados Unidos la candidatura de Donald Trump fue cobrando cada
vez mayor fuerza, hecho que sería una buena caricatura, sino fuera por
las implicaciones reales que tiene respecto al elogio de la ignorancia,
la apelación al temor y el odio racial y xenófobo hacia comunidades
negras y de latinos donde se incluyen nuestros compatriotas16.
Hasta llegar a los pueblos del noreste argentino y los del sureste
mexicano, quienes hoy padecen el racismo de las clases medias y las
oligarquías. Ejemplo amargo de tal situación lo da en Argentina el
encarcelamiento de Milagro Sala, por parte del presidente de esa nación,
Mauricio Macri. Sin embargo, siguiendo el ejemplo de Milagro podríamos
decir: “Soy india, negra y mujer. Y quiero los mismos derechos para
todos, pero sin abandonar mi conciencia de clase”17.
1 Foucault Michel. “Las redes del poder”. Editorial Almagesto. 1992.
2 Ibíd. Pág. 22
3 F. Musto David, M.D. “La enfermedad americana. Orígenes del control antinarcóticos en Estados Unidos.” Tercer Mundo Editores. Ediciones UNIANDES. CEI. 1993. Pág. 36.
4 Davenport-Hines Richard. “La búsqueda del olvido. Historia global de las drogas, 1500-2000.” Publicaciones Turner. FCE. 2003. Pp. 189-190
5 Tesis de Maestría. “La Iniciativa Mérida: Estado, militarización y contrainsurgencia”. R. César González Ortiz, UNAM, FCPyS, 2014.
6 Connell-Smith Gordon. “Los Estados Unidos y la América Latina”. FCE, 1977. Pág. 26
7 Ibíd. Pp. 32-33.
8 Katz Friedrich. “La guerra secreta en México. Europa, Estados Unidos y la revolución mexicana.” Editorial Era, octava reimpresión 1993. Pág. 113.
9 Fitt Yann, Farhi André, Vigier Jean-Pierre. “La guerra económica mundial”. Libros de confrontación, 1977. Pp. 25-27.
10 Astorga Almanza Luis Alejandro. “El siglo de las drogas: el narcotráfico, del porfiriato al nuevo milenio”. Plaza Janés, 2005. Pp. 123-124.
11 La Jornada. Por: David Brooks, 11-01-2016.
12 La Jornada. 28-12-2015.
13 Rebelión. “21 notas sobre los violadores “no blancos” en Alemania”. Por: Armanian Nazanín, 28-01-2016.
14 Rebelión. “Por qué no cae ningún capo gringo del narcotráfico?” Por: Albiñana Antonio, 13-02-2016.
15 Contra línea. Año 14, número 465. 30 de diciembre de 2015. Pp. 18-19.
16 La Jornada. 21-01-2016.
17 La Jornada. “Milagro Sala, primera prisionera política de Macri”. Por José Steinsleger, 27-01-2016.
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