De nuevo quieren manchar
mi tierra con sangre obrera
los que hablan de libertad
y tienen las manos negras...
(Víctor Jara)
Septiembre de vida, septiembre de muerte, septiembre de iniquidad, septiembre de luz, de lucha y de esperanza...
Fue un 1° de septiembre de 1939 cuando los más ínfimos de la especie de las antípodas morales, la Homosapiens incubaron la guerra de guerras, convertida en el pretexto más espeluznante para matar y saquear "en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso y en nombre de la democracia...para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y en un inmenso matadero"(Galeano dixit) vomitando de sus entrañas infernales alrededor de 70 millones de cadáveres.
Fue un 11 de septiembre de 1973 cuando la misma inmoralidad y codicia se expresaron en Santiago de Chile en contra de Salvador Allende Gossens, admirable humanista elegido apenas tres años atrás para la presidencia aquel país, en el marco de la guerra fría y la instauración de regímenes autoritarios en las hermanas naciones latinoamericanas. Cinco días después, esa misma insania golpista terminó, en la más brutal de las maneras, con la existencia de poeta y cantautor Víctor Jara, sublime encarnación de amor revolucionario expresado en El derecho de vivir en paz.
Casi tres décadas después, otro 11 de septiembre de 2001, la misma codicia inmoral de los esclavos del dios dinero fue el motor que provocó la implosión de las Torres Gemelas en Nueva York a horas tempranas de la mañana, cuando sólo se encontraban laborando los descartables del letal sistema de saqueo globalizado transformado en "ideología" por Milton Friedman y manifestado con suprema e histérica locura en Wall Street .
El suelo se sacudió un 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de México, pulverizando edificios y sepultando a miles, esta vez no como producto de la demencia criminal de los acólitos del dios dinero sino por una Madre Natura indiferente y ajena a dolores y alegrías, debilidades y fortalezas. Ese mismo día vimos emerger también lo más sublime y lo más abyecto de nuestra humanidad de inhumanidades y humanismos.
Fue un 3 de septiembre hace 75 años, cuando Eduardo Germán María Hugues Galeano llegó al mundo de luces y sombras de la Latinoamérica de las venas abiertas, y la misma nación hermana vio nacer un 14 de septiembre de 1920 al gigante de la poesía capaz de hacer realidad la conjugación del verbo amar: Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Faruggia..."...te quiero en mi paraíso, es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso".
En este planeta de obscuridades y luces, de la expresión de lo más abyecto y lo más sublime, fue un 26 de septiembre de 2014 cuando las excrecencias de una pandilla letal autodenominada "gobierno mexicano" alcanzaron el inframundo de lo inhumano con el asesinato de tres y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, transformada desde su génesis en ejemplo permanente y luminoso de dignidad, conciencia y aspiración de ser realistas y soñar lo imposible.
Finalmente, fue un 16 de septiembre de 1810 cuando Miguel Hidalgo hace el llamado para luchar por la independencia de México, independencia que sigue pendiente no sólo en este país sino en el resto de las naciones del mundo y por la que todavía luchamos los que no permitimos "que el miedo (nos) muerda aunque el sol se esconda y se calle el viento".
Al caminar por la avenida principal de mi ciudad, pude percatarme de los rutinarios preparativos de la gran farsa patriotera del Grito de "Independencia" montada para consumo de millones de mexicanos devenidos en súbditos de una caterva monárquica y fascistoide disfrazada de gobierno y convertida en secuaz de un poder mil veces más mortífero, el de los que a fuerza de robar vidas, futuros y todo lo robable, se han convertido en supra-gobierno global, i.e, El Cartel Financiero Internacional.
Pude escuchar diversas expresiones, desde las paráfrasis de los insensatos papagayos mediáticos del sistema, hasta las catárticas manifestaciones de los más, subyugados por una devastadora sensación de impotencia ante lo que perciben como invencible, inerradicable.
¿Cuántos septiembres más veremos desfilar antes de que los más conquistemos el poder sobre los menos, el poder de diseñar nuestro futuro y el de aquellos que están naciendo y los que están por nacer? ¿Cuántos Galeanos, Jaras y Benedettis tendrán que nacer antes de que el soñar lo imposible lo transforme en posible?
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento. Mario Benedetti
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