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miércoles, 22 de julio de 2015

Un G-2 de EU y Rusia vs. China quiere CFR


Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme

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El general Joseph Dunford, durante su presentación el 9 de julio ante un comité del Senado que lo evaluaría para el cargo de jefe de las fuerzas armadas conjuntasFoto Reuters

Es saludable que empiecen a bajar de tono volcánico los cañones sueltos de Estados Unidos, como el desorbitado marine, general Joseph Dunford, extrañamente próximo jefe de la fuerzas armadas conjuntas, quien afirmó que Rusia encarna la máxima amenaza a la seguridad nacional de EU (http://goo.gl/b12L2X), lo cual valió las intensas protestas rusas y la expedita desacreditación de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Michael Mazar –prominente politólogo de la Rand y colaborador de Hoover Institution (http://goo.gl/5t6TtL)– alerta sobre el nuevo y peligroso (sic) periodo de rivalidad de armas nucleares entre Estados Unidos y Rusia en la fase de transición de la bipolaridad a la multipolaridad (http://goo.gl/Iy0ZpV).
Zbigniew Brzezinski –connotado rusófobo, ex asesor de Seguridad Nacional de Carter e íntimo de Obama– busca su propia salida mental, donde se había encajonado, y celebra la triple cooperación de Estados Unidos con Rusia (sic) y China que ha resuelto el contencioso nuclear iraní (https://goo.gl/IBYKYE).
Brzezinski admite implícitamente el G-3, aunque su proclividad sea a favor de un G-2 con China y contra Rusia, y que a estas alturas parece rebasado por la realidad.
Nada menos que el israelí-estadunidense Leslie Gelb (http://goo.gl/oelxv6), presidente honorario del muy influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) y quien goza de vínculos poderosos en el Olimpo estadunidense, propone un audaz G-2 entre Estados Unidos y Rusia que califica de détente plus en la revista de corte realista The National Interest, cuyo director honorario es Henry Kissinger (http://goo.gl/qtE7rs).
CFR recibe escalofriantes dádivas de los principales megabancos de Wall Street y de la crema y nata del establishment (http://goo.gl/NVDjDd).
Pese a sus íntimos nexos con el ex senador republicano en Nueva York Jacob Koppel Javits –aliado del entonces gobernador Nelson Rockefeller–, la propuesta de Leslie Gelb suena muy atractiva para el teatro europeo, omitiendo su animadversión global a China, ya que distiende ( détente en francés) la ominosa confrontación entre las dos máximas superpotencias nucleares.
The National Interest es editada por Jacob Heilbrunn, cuyos intereses estuvieron vincu­lados con Irving Kristol, considerado el patriarca histórico de los neoconservadores straussianos que respaldaron a Baby Bush en sus desastrosas guerras en Afganistán e Irak.
Del extenso y propositivo ensayo de Leslie Gelb, quien no cae en la vulgar diatriba anti Putin y anti Rusia –y que naturalmente exhibe sesgos propios de la ideología imperante en el establishment–, me llamó la atención que cite a George Kennan, quien antes de morir puso de relieve los tremendos errores que Estados Unidos estaba perpetrando contra Rusia al arrinconarlo en forma temeraria: “George Kennan predijo en febrero de 1997 que la política de expansión de la OTAN a las fronteras de Rusia podría esperarse que inflamaría las tendencias militaristas, nacionalistas y anti occidentales en la opinión rusa; tendría un efecto adverso en el desarrollo de la democracia rusa; restauraría la atmósfera de guerra fría en las relaciones Este/Oeste, e impulsaría la política exterior rusa en direcciones decididamente no de nuestro gusto”. ¡Fue justamente lo que sucedió!
Después de repasar todos los errores de varios presidentes de Estados Unidos frente a Rusia, pues resultó que Moscú tiene la capacidad de causar problemas con su poder militar, cuando la OTAN carece de estrategia para contrarrestar las presiones crecientes de Rusia.
Cita a tres ex embajadores de Estados Unidos en Moscú quienes han señalado que las medidas punitivas y defensivas solas no producirán el poder requerido sobre Rusia, por lo que carece de realismo pensar que Occidente puede obtener la deseada moderación y cooperación de Rusia sin tratar con Moscú como una superpotencia que posee intereses legítimos (sic) y reales (sic), especialmente en sus fronteras.
El détente plus reconoce una amplia gama de intereses comunes y superpuestos que resolverían (sic) ambos los problemas de Rusia y Estados Unidos.
Leslie Gelb no lo dice abiertamente pero dos frases son altamente significativas y pueden ser interpretadas como un G-2 entre Estados Unidos y Rusia, cuyo virtual reparto y/o condominio del féretro europeo los acerca como contrapeso dual frente al ascenso de China: Si existe una jugada que puede aliviar la inundación (sic) de crisis en el mundo, es la realidad de Washington y Moscú combinando (¡supersic!) sus poderes.
Juzga que el trato con China es más complicado ya que dicho acercamiento entre Estados Unidos y Rusia molestará a Pekín y no se puede hacer nada al respecto, sino, al contrario, puede tener un efecto salubre (sic) sobre China, ya que ambos, Rusia y Estados Unidos, se preocupan de la musculatura militar y económica de China, y no sería dañino que Pekín considere a Moscú y a Washington como contrapeso” (¡supersic!).
Sea lo que fuere, en el futuro previsible los intereses de Rusia y Estados Unidos coinciden más uno con el otro que con China.
¿Un G-2 de Rusia y Estados Unidos contra China?
¿Qué tanto le podrá conceder Estados Unidos a Rusia cuando la asociación, que no alianza estratégica aún, entre Moscú y Pekín ha tomado un aparente trayecto irreversible, como se plasmó en las dos exitosas cumbres geoestratégicas de Ufá (http://goo.gl/OpqwY0)?
¿Vale la entrega de gran parte de Europa por Estados Unidos a Rusia, superpotencia euroasiática a carta cabal, como anzuelo de su disociación con China?
Hasta el muy polémico y cada vez más errático centro texano-israelí Stratfor, que se ostenta como la CIA de las 500 empresas globales de la revista Fortune, destaca el significativo paso del inicio de charlas bilaterales regulares entre Estados Unidos y Rusia, pasándose de largo a la alicaída Europa, como parte del premio por la facilitación de Moscú (nota: recipiendaria del desmantelamiento del uranio persa) de las negociaciones del contencioso iraní (https://goo.gl/fGLGkl).
La propuesta de distensión (détente) de Leslie Gelb se manifiesta entre las dos cumbres de Ufá y el próximo encuentro entre Obama y el mandarín Xi.
Sputnik de Rusia dio vuelo a mi propuesta del intermarium: zona de amortiguamiento entre Rusia y el irredentismo de la OTAN entre el mar Negro y el mar Báltico (http://goo.gl/tbVE6B), que pudiera ser un referente para un G-2 regional en el teatro europeo.
Estados Unidos se aisló al arrojar a Rusia a los brazos de China (http://goo.gl/nIzW1x) y hoy intenta rectificar dividiendo la dualidad euroasiática de Rusia y China.
Obama anda en búsqueda de un G-2 perdido, sea con Rusia contra China (postura de Leslie Gelb y el CFR), sea con China contra Rusia (postura de Zbigniew Brzezinski).
¿Quién entre Rusia y China caerá primero en su obscena trampa?
Sin caer en maniqueísmos, en la fase del mundo post Crimea –sin menospreciar a trascendentales actores ocultos como India y lo que quede de Europa en su etapa de fracking geopolítico– el planeta tiende más a la tripolaridad del G-3, donde Estados Unidos, Rusia y China tendrán que buscar creativos acomodamientos por la vía diplomática y respetar sus respectivas esferas de influencia.
La otra alternativa definitoria sería la guerra termonuclear, que ninguna de las tres superpotencias ganaría.
Facebook: AlfredoJalife

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