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miércoles, 1 de abril de 2015

México se entregó atado al imperio, mientras Brasil y Argentina mantienen márgenes de autonomía



A Hilda y Sergio, de Radio de la Universidad Guelph de Ontario, Canadá

1. Los pueblos de América Latina tienen historias muy parecidas porque su desarrollo económico y su comportamiento político han dependido de las diferentes intervenciones del imperio de los EEUU y de sus permanentes presiones y amenazas. Brasil con 205 millones y México con 120 millones de habitantes han sido por ello -y por su productividad- los dos países más representativos de Iberoamérica. En los sesenta y setenta México y Brasil, también Argentina, eran mirados como los hermanos mayores del centro y sur del continente porque gozaban de ciertos márgenes de independencia del imperio, pero a partir de los años ochenta –con la imposición del neoliberalismo desde EEUU e Inglaterra- las cosas cambiaron. El gobierno de México inclinó la cerviz, Argentina sufrió golpes de Estado y Brasil continuó con fuertes márgenes de autonomía.

2. Desde que el Gobierno mexicano de López Mateos en 1962 se negó a romper relaciones con Cuba, desobedeciendo las órdenes yanquis dictadas para todos los países de la OEA, el respeto hacia México creció. Luego llegaron los gobiernos de Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez y López Portillo dentro del esquema del “nacionalismo revolucionario” que –aunque demagógicamente- conservaron lo que se conoció como “asociación y competencia e independencia relativa” frente al imperio. La continuidad de relaciones con Cuba, la no relación con España de Franco, el apoyo a refugiados chilenos, argentinos, salvadoreños, guatemaltecos y a la revolución nicaragüense, no le agradó al gobierno yanqui pero les subió los bonos a la política exterior mexicana. Hasta 1982 –a pesar de la corrupción y represión interna- se respetaba la política exterior.

3. A partir de 1982 México firmó compromisos con el FMI abriéndole las puertas para que imponga programas privatizadores y supervisión; obligando a México frenar el gasto social y a vender miles de empresas al sector privado. Desde aquel año, con los gobiernos de De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y ahora Peña Nieto, México volvió a ser reconocido como el “patio trasero” de los EEUU; México se dedicó a aplicar las políticas yanquis de privatización y debilitamiento del Estado. Aquel país que proclamó el antimperialismo porque fue la esencia de su revolución en 1910-17, no pudo ya levantar la voz para protestar contra las agresiones a México y al mundo preparadas por Norteamérica. Hoy México, en vez de sumarse a las luchas antimperialista reclamando el derecho de los pueblos, se arrastra como gusano tras el mandato de los EEUU.
4. Argentina –hoy con 43 millones de habitantes- desde el regreso de Perón en 1973 hasta el arribo de los Kirchner en 2003, tuvo que sufrir 30 años de inestabilidad política y económica. Estela Martínez, el golpe de Estado militar, Las Malvinas, la década de Menem, De la Rúa y Duhalde, descontrolaron terriblemente la economía y por tanto la política. ¿Cuánto golpeó el imperio a esa nación y hoy sigue tratando de arrodillarla? Hoy, ante fuertes contradicciones que no se terminan de resolver, los Kirchner (Néstor y Cristina) parecen haber encontrado un camino que ha permitido avances logrando en los últimos 12 años cierta estabilidad. Sin embargo los yanquis –que tienen penetrado económica y militarmente todos los países- buscan romper a los gobiernos críticos de América Latina, Argentina entre ellos.

5. Brasil, gobernando el civil Goulart, sufrió un golpe de Estado y un gobierno militar de 1964 hasta 1985; siguió enredado hasta que Fernando Cardoso asumió la Presidencia en 1995 para luego dar paso a Lula en 2002 y éste a Rousseff en 2010. La situación de Brasil –aunque grave en el campo y entre los marginados de la ciudad (las paupérrimas favelas)- ha mejorado en los últimos 20 años impulsando el crecimiento. La participación desde 2006 de Brasil en el BRICS (Brasil,Rusia, India, China y Sudáfrica –que ingresó en 2010), lo fortalece otorgándole altos márgenes de independencia y desarrollo económico. Sin embargo sus 8.5 millones de kilómetros cuadrados, la dispersión poblacional y el latifundismo, siguen dificultando.

6. Hoy escribe Eric Nepomuceno que Brasil vive una experiencia insólita. Tanto la Cámara de Diputados como el Senado son presididos por parlamentarios del PMDB, principal partido de la base aliada que asegura mayoría al gobierno de Dilma Rousseff, del Partido del Trabajo (PT). Ocurre que ambos –el diputado Eduardo Cunha y el senador Renan Calheiros– están en guerra abierta contra Dilma y su gobierno. Resultado: determinan qué debe y qué no debe ser votado y cuándo. En otras palabras, reúnen en sus manos el efectivo poder de gobernar. Sin su aprobación, ninguna medida considerada esencial por el gobierno es llevada a votación. Y, a la vez, llevan a votación, para eufórica alegría de la oposición minoritaria, proyectos y medidas francamente contrarias a todos los planes de Dilma.

7. Lula da Silva también sufrió el boicot imperialista a su gobierno, pero en menor intensidad comparado con Dilma; así como pudo sortearlo mejor Chávez comparado con Maduro. Fue un punto en que disentimos ayer por radio Guelph, Hilda, Sergio y yo. ¿Hasta qué distancia se puede avanzar en un proyecto independiente del gobierno imperial? ¿Puede el sistema electoral de partidos construir un poder nacional antimperialista? ¿Qué se espera en las próximas elecciones mexicanas de junio ante el tremendo despilfarro de miles de millones de pesos a favor del PRI y el PAN y de los medios de información? López Obrador medirá sus fuerzas en las próximas elecciones por eso quiere de Oaxaca y Guerrero no se abstengan en votar.

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