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domingo, 5 de abril de 2015

El fracking y su agua de desperdicio provocan magnos sismos en Oklahoma, según NYT


Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme

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Integrantes de grupos ambientalistas se manifiestan en Berlín contra el uso del fracking, 
el miércoles 1º de abrilFoto Reuters

Que el fracking provoque sismos ha sido evidenciado por un diluvio de reportes de publicaciones científicas de Estados Unidos (http://goo.gl/TD8tXD).
Ahora toca el turno al agua de desperdicio del fracking de ser colocada en la picota ciudadana.
The New York Times (NYT), muy cercano a los Clinton, consagra un extenso reportaje a los sismos de Oklahoma vinculados al fracking y su agua de desperdicio de la poderosa cuan inimputable industria gasera/petrolera de Estados Unidos (http://goo.gl/PUeKSS).
El rotativo reseña los tres fuertes sismos –uno de los cuales alcanzó 5.7 grados en la escala de Richter– de noviembre de 2011 con el concomitante costo de reparación de casas modestas de los ciudadanos que ni siquiera son indemnizados y, menos, inmunizados frente a futuros terremotos.
Los funcionarios de Oklahoma –que suelen proteger a la industria gasera/petrolera, más que a los ciudadanos– catalogaron el magno sismo como un acto de la naturaleza, que no fue la culpa de nadie.
Muchos científicos no están de acuerdo y aducen que “tales sismos (…) son principalmente causados por los humanos (sic), debido a los pozos de desecho utilizados para inyectar extensas cantidades de agua de desperdicio de la exploración de gas y el petróleo en la profundidad de la tierra cercana a las placas tectónicas”.
¿Por qué no participan los geólogos, sismólogos y expertos hidráulicos en el diagrama colaborativo de explotación del salvaje fracking y su tóxica agua de desperdicio?
Los científicos –como Arthur F. McGarr, jefe del proyecto de inducción sísmica en el Centro Científico de Terremotos de Menlo Park, California (http://goo.gl/VIDxaW )– advierten que en caso de persistir la inyección de inmensas cantidades de agua de desperdicio se corre el riesgo de más temblores peligrosos (sic), si no en Oklahoma, en otros pozos esparcidos en estados colindantes: Texas (máxima potencia gasera/petrolera de Estados Unidos), Colorado, Nuevo México, Arkansas, Misuri y Kansas.
NYT considera que en un estado donde el petróleo y el gas constituyen sus pilares económicos, los líderes elegidos (sic) han sido lentos (sic) en enfrentar el problema, mientras los reguladores –aunque hayan tomado algunas (sic) medidas protectoras– carecen de autoridad legal, fuerza laboral y dinero.
¿Para que sirve un parasitario órgano regulador que no regula?
Después del “incremento abrupto y continuo de los sismos desde hace cinco años (http://goo.gl/iPdbuA))”, la mayor acción de la gobernadora Mary Fallin –de la Iglesia de Dios y del Partido Republicano, muy amigable a la industria de petróleo y gas– ha sido un estéril consejo de 12 apóstoles sin poderes de intercambio de información sobre temblores, que se reúne en secreto (sic) y carece de mandato para emitir recomendaciones.
No deseo ver la escena fantasmagórica de un lastimoso gobernador en el “México neoliberal itamita” humillado en público por una omnipotente gasera/petrolera de Estados Unidos cuando comience la depredación del fracking en el seco noreste mexicano.
La legislatura de Oklahoma se parece mucho al Congreso mexicano por su disfuncionalidad, su entreguismo a la plutocracia gasera/petrolera y su desprecio por la suerte metabólica de los ciudadanos.
Después de Alaska, Oklahoma es el estado donde más tiembla y que ha arrasado la quinta parte (¡supersic!) de su territorio, donde domina en forma sustancial la industria gasera/petrolera.
Debido a las seudofilantrópicas lubricaciones pecuniarias de la industria gasera/petrolera, tanto republicanos como demócratas –quienes no desean acabar con la gallina de los huevos de oro del espejismo financierista de la alucinógena revolución energética del siglo XXI del gas shale y que rumian, en el “México neoliberal itamita” sin sindéresis, los entreguistas antimexicanos de IMCO (http://goo.gl/DGj0Kg )– han optado por la confortable política del avestruz.
El agua de desecho (tóxica y salada), proveniente del fracking o de pozos convencionales, que luego es reinyectada en cuantiosos pozos de desperdicio ( disposal wells), es inculpada por los sismólogos de provocar la epidemia de terremotos en Oklahoma.
El estado de Kansas acaba de empezar a tomar medidas –muy tímidas– para limitar los pozos de desperdicio que se encuentran detrás del incremento de los terremotos (http://goo.gl/YYtTd8 ).
Oklahoma, con casi 4 millones de habitantes –de mayoría blanca (70 por ciento), con 10 por ciento de latinos y 9 por ciento de negros–, es un estado sumamente conservador y religioso (70 por ciento protestantes y 16 por ciento católicos) que forma parte del cinturón bíblico ( Bible Belt ),donde predominan los bautistas sureños.
En Oklahoma City (la capital) –sede de las principales gaseras/petroleras de Estados Unidos: Devon Energy, Chesapeake Energy, SandRidge Energy y Oklahoma Gas & Electric–, los ciudadanos viven bajo la espada de Damocles de un inminente magno sismo de 7 grados debido a la inyección masiva de agua de desperdicio, como advirtió un grupo de investigadores (http://goo.gl/ajvMQl ).
En paralelo a la inducción de sismos, la producción de petróleo en Oklahoma se disparó 75 por ciento de 2010 a 2013, lo cual procura uno de cada cinco empleos, al unísono de una derrama pecuniaria: desde regalías a granjeros y propietarios, pasando por impuestos a estados y municipios, hasta donativos a las universidades y el equipo de basquetbol estatal.
Gracias a la burbuja del fracking –prohibido en el estado de Nueva York (http://goo.gl/LoaCGb )–, el PIB de Oklahoma aumentó a más de 164 mil millones de dólares (http://goo.gl/GfiZIA ).
Eso era en la mirífica etapa artificial del gas shale antes de su desplome. Ahora los ciudadanos de Oklahoma se encuentran ante una fatídica disyuntiva.
¿Por qué los ignaros políticos anticientíficos de Estados Unidos –no quiero imaginar a los legisladores financieristas del “México neoliberal itamita”, iletrados en ciencias básicas, exigidos a responder a lo que no saben– no toman medidas preventivas ante tanta advertencia de acreditados geólogos, sismólogos y geofísicos?
Los políticos de Oklahoma juegan a la ruleta rusa y serán enjuiciados cuando ocurra un magno sismo que cobre vidas humanas que pudieron haber sido salvadas. Casandra no tuvo razón hasta que Troya fue destruida.
Los sismólogos han empezado a perturbar la inconsciencia de la fauna de petroleros, gaseros, financieristas, gobernadores y legisladores.
En correlación con la epidemia sísmica de Oklahoma, las demandas judiciales de los ciudadanos van viento en popa, donde los jurados, también afectados en su salud y patrimonio, pueden infligir enorme daño financiero a la depredadora industria gasera/petrolera, que pretende contrarrestar los hallazgos científicos con una vigorosa campaña desinformativa, como Continental Resources, que aduce que el planeta vive una inusual época de actividad sísmica. Sólo falta que echen la culpa de los sismos al terrorismo islámico.
Pese a las ominosas advertencias de los científicos, el “México neoliberal itamita” –el basurero trasero de EU– se prepara a propinar a sus ciudadanos los flagelos del fracking con agua y sismos doblemente privatizados por las trasnacionales israelí-anglosajonas.

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