El
pasado 24 de febrero, la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG),
lanzó su comunicado pastoral titulado “Ante el bloqueo de caminos”. En
dicho documento pastoral los obispos católicos de Guatemala sostienen
lo siguiente:
“En los últimos años, la práctica de bloquear
vías de comunicación se ha convertido en una práctica normal (…) Tales
bloqueos también son con frecuencia resultado de proyectos ideológicos
que pretenden crear desestabilización social y política y alterar el
normal desarrollo de la actividad económica del país. (…) Con
frecuencia estas son acciones fundadas en consignas ideológicas que no
están orientadas a la construcción del bien común (…)” [1].
¿Por
qué el contenido del comunicado coincide con el discurso del Comité
Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y
Financieras (CACIF) de Guatemala? ¿Por qué intentan descalificar la
protesta de las y los excluidos con el tabú ideológico y no denuncian
las causas del bloqueo de caminos? ¿Acaso no son los empobrecidos
quienes soportan el permanente bloqueo de derechos y oportunidades
durante los 365 días del año? ¿De qué estabilidad y paz social hablan
los obispos? ¿De la estabilidad de los ricos? Para las grandes
mayorías, excluidas y empobrecidas del país, no existe ni paz, ni
estabilidad, porque el hambre producto de la avaricia de los ricos no
les permite conciliar el sueño.
Mientras el Papa Francisco I
intenta, con sus mensajes sociales, atenuar la estampida creciente de
la feligresía del redil católico, jerarcas de Guatemala subestiman el
despertar de “sus” creyentes nacionales, e intentan re arrodillarlos al
servicio de los privilegiados patrones católicos.
La casta de
patrones de Guatemala sabe que la molestia y el resentimiento popular
creciente, frente al recargado sistema neoliberal, está en buena medida
animado por animadores y catequistas de las parroquias. Es más, casi el
100% de las y los insubordinados movilizados son cristianos (católicos
y evangélicos). Además, son conscientes que la capacidad creativa de la
resistencia popular pacífica sobrepasa la capacidad mental de los
estrategas de la criminalización y la represión. ¿Será por eso que,
ahora, recurren a los agentes espirituales para desmovilizar a los
insubordinados?
Este y otros documentos de la CEG no sólo
externaliza el envejecimiento intelectual y el hundimiento moral de los
jerarcas católicos, sino es una materialización más de la función
primordial que cumplió y cumple la jerarquía católica para el
sistemático empobrecimiento y colonización de nuestros países. Todo a
cambio de recompensas económicas y reconocimientos sociales por parte
de la casta patronal.
El subversivo movimiento
místico-espiritual de las y los seguidores del Judío, llamado Jesús de
Nazaret, fue convertido en una religión oficial del imperio romano, en
el siglo IV. Así este movimiento de liberación se convirtió en el
instrumento más eficiente para la dominación/empobrecimiento de los
pueblos, y el enriquecimiento de unos pocos católicos privilegiados.
Simón
Bolívar dijo: “No nos dominarán por la fuerza. Nos dominarán por
ignorantes.” Pero, en países como Guatemala, donde hay más iglesias que
niños felices, no nos dominan por la fuerza, ni sólo por ignorantes,
sino sobre todo por creyentes.
En Guatemala, en la segunda mitad
del siglo XIX, los liberales, al igual que en varios países de
Centroamérica, intentaron impulsar cambios estructurales para
democratizar el conocimiento, la ciudadanía, los derechos y la economía
del país. Modernizar, llamaron ellos. Pero, los privilegiados católicos
(en nombre de Dios) con una infinidad de artimañas supersticiosas,
incluso con el uso de la fuerza, revirtieron aquellos loables intentos.
Francisco Morazán fue vencido por prédicas amenazantes desde los
púlpitos. (MARTÍNEZ, 1992)
En el siglo XX, la denigrada
Revolución Nacional (1944-1954) recibió el tiro de gracia con la Carta
Pastoral (1954) “anti comunista” de la jerarquía católica que
vilipendiaba y amenazaba con el castigo del infierno eterno al
comunista Jacobo Árvenz y a sus seguidores de persistir en sus
“caprichos” de socializar la tenencia de la tierra en el país.
Dicha
carta pastoral fue distribuida y leída simultáneamente en todas las
parroquias, en los últimos domingos previos al derrocamiento del
gobierno revolucionario. Incluso, avionetas “desconocidas” sobrevolaron
las ciudades principales regando desde el cielo dicho documento como
panfletos. Así se desmovilizó a indígenas y campesinos creyentes que
bien pudieron defender desde las calles aquel intento revolucionario.
(SCHLESINGER y KINZER, 1982)
Desde hace algunos años atrás, la
tercera ola de la invasión del capitalismo por despojo-expulsión en
Guatemala también recurrió y recurre al método de la
instrumentalización de la religión para invadir y apropiarse las
tierras de los creyentes.
Para defender y legitimar la
invasión de los monocultivos, en 2012, el Arzobispo de Guatemala, salió
en defensa de las esclavistas empresas azucareras, predadoras de la
vida [2]. Desde la televisión, el mitrado intentó desmentir todas las
penurias que padecen las y los jornaleros exprimidos hasta con trabajos
de 12 a 14 horas diarias en los cañales por sueldos por debajo del
mínimo establecido. (CODECA, 2013). Así fue cómo la Guatemala creyente
nuevamente se resignó y se encarceló en la prisión verde de los
monocultivos en la que, ahora, sobrevive.
En la actualidad, las
comunidades campesinas e indígenas se sienten amenazadas, violentadas
en su último reducto de vida, sus territorios, por los agentes del
“desconocido” programa de Alianza Público Privado y del capitalismo
metálico. Éstos van por todo, y por todas partes, en busca de los
residuos dejados los saqueadores anteriores. En especial en el área de
energía, infraestructura, minería y servicios básicos.
Frente
a esta acelerada cabalgata de los jinetes del apocalipsis maya, las
comunidades afectados se organizan y movilizan, en el marco de la
democracia participativa. Pero, el Estado, convertido en tramitador de
concesiones, y escolta de los agentes de la “inversión privada”,
intenta escarmentarlos con “mano dura”, incluso asesinando a
defensores/as comunitarios de derechos. Pero, como esta represión
violenta, lejos de escarmentar, acrisola las luchas sociales, los ricos
nuevamente utilizan a la jerarquía católica como agentes eficientes
para mantener su hegemonía.
Cuantos se sienten interpelados por
el comunicado pastoral de la CEG, en defensa de los intereses del CACIF
y de los jinetes de la debacle planetaria, deberían comenzar a revisar
la historia de Guatemala en comparación con otros países. ¿Por qué será
que países cuyas poblaciones son menos creyentes viven con mayor
igualdad socioeconómica que en Guatemala? ¿Por qué será que en países
donde abundan más biblias, pastores, iglesias que libros, profesores y
escuelas sobreabunda la miseria, el hambre y la desigualdad social?
¿Será que Dios no ama a sus creyentes? ¿O será que Dios renunció a ser
Dios?
Notas:
[1] CEG. Comunicado ante el bloqueo de caminos. http://www.iglesiacatolica. org.gt/20150224.pdf
[2] Vea Ud. este spot comercial del Arzobispo de Guatemala, Julio Vian Morales, para los ingenios azucareros (https://www.youtube.com/ watch?v=KEsKq1DY-mw)
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