Notas
“Al sur no se viene a dar lecciones sino a aprender”
Así, se posicionaba Iñigo Errejón en una entrevista con Victor Hugo Morales hace apenas unos meses.
Que
los principales referentes de Podemos son conocedores de primera mano
de las experiencias más radicales en Latinoamérica no es un secreto.
Pablo Iglesias ha sido asesor del gobierno venezolano. Juan Carlos
Monedero, ha sido asesor del mismo Hugo Chávez y del Ministerio de
Planificación. Además ha sido colaborador en el Centro Internacional
Miranda y es autor de un libro sobre las empresas de producción social.
Iñigo Errejón ha escrito su tesis doctoral de más de 600 páginas
haciendo foco en el primer gobierno de gobierno del MAS en Bolivia y la
lucha por la hegemonía. Luis Alegre Zahonero, en el 2010, recibió el
Premio Libertador al Pensamiento Crítico en Venezuela por una
monumental obra sobre El Capital de Marx co-producida con Carlos
Fernández Liria. Muchas de sus “herejías”
son explícitamente lecciones políticas de las luchas anti-neoliberales
en América Latina y de los nuevos liderazgos surgidos en la últimas
décadas.
A partir de la situación actual de España, atravesada
por una crisis del régimen político, se pueden trazar paralelismos con
los bipartidismos que se quebraron en países como Venezuela, Bolivia,
Uruguay o Brasil. También pueden trazarse similitudes entre
experiencias como la de los indignados y aquéllas rebeliones populares
que atravesaron el continente desde el Caracazo en adelante. Pero si
hay un aspecto fundamental que retoma Podemos de las experiencias que
tanto han estudiado sus dirigentes es la importancia de formular una
estrategia de poder.
Si bien los sectores conservadores españoles
han reconocido el vinculo de Pablo Iglesias con el chavismo repitiendo
sus palabras cuando decía que “Chávez vivo es peligroso para los
poderosos, pero muerto es invencible” no se han percatado de este
vínculo mucho más profundo.
“Vamos por ellos”, vamos por el poder
Podemos
reintroduce el debate sobre el poder desde aquéllos que se plantean
terminar con el régimen político pos-franquista y las políticas
neoliberales. Cuando repiten provocativamente que la nueva fuerza
política “no es de izquierda”, tiene que ver con ello. Cuando recuerdan
que los poderosos se reían del movimiento de los indignados al
limitarse el mismo a hacer asambleas, también se refieren a lo mismo.
Para
ellos es fundamental la disputa en las urnas, explícitamente hablan de
construir una “maquinaria de guerra electoral”, para avanzar en el
control de un Estado que lo consideran como un instrumento crucial para
defender los intereses de las clases subalternas. Pero para lograr lo
que ellos buscan no se trata de ser de izquierda o construir la “unidad
de la izquierda”. Con esa política, en el mejor de los casos se
obtendría el 15% o el 20% de los votos, y ellos se proponen ser mayoría.
Según
Pablo Iglesias: “A la unidad de la izquierda no le tienen miedo, le
tienen miedo a la unidad popular. El poder no está en las identidades
está en la conciencia del pueblo”.
Podemos es parte del proceso
abierto por las movilizaciones del 2011. Pero se diferencian tanto de
los que por izquierdistas rechazaron o consideraron un fracaso al
movimiento debido a que no conquistó nada inmediatamente concreto y en
ese año triunfó la alternativa más conservadora del Partido Popular
(PP) en las elecciones, como también de aquéllos que como Izquierda
Unida a partir de las movilizaciones se sintieron conformes con un
pequeño avance en el número de diputados y haber logrado algunas
alcaldías.
Los dirigentes de Podemos comprendieron que se podía
ir por mucho más, que los gérmenes de indignación seguían vigentes y
que se trataba de construir una alternativa de poder que oriente ese
descontento. El rol jugado por el chavismo luego del Caracazo en
Venezuela o del MAS, con la Guerra del Agua o la Guerra del Gas, en
Bolivia parecen haber sido una lección que Podemos pretende llevar a la
práctica.
¡A la guerra electoral!
En el 2015 habrá
tres elecciones en España: municipales, autonómicas y generales. En el
documento político aprobado por Podemos en la última asamblea ciudadana
se sostiene: “Es posible que no tengamos que librar todas las
contiendas ni todas de la misma forma. En nuestra flexibilidad y
nuestra capacidad de innovación está gran parte de nuestra fuerza. Esta
propuesta sugiere decisiones para enfrentar este ciclo político de
forma coherente y con un objetivo central: aprovechar al máximo la
oportunidad que presenta para el cambio en España”.
A partir de
esa orientación establecieron distintas tácticas electorales en función
de ese “objetivo central”. En el caso de las municipales del próximo 25
mayo, reconociendo las debilidades organizativas y las grandes
posibilidades de que oportunistas ensucien el sello Podemos en alguno
de los 8.177 municipios del país, se decidió fortalecer la construcción
de listas más amplias que ayuden a construir un nueva mayoría. Por esa
razón es que militantes de Podemos integraran listas junto a otros
movimientos en espacios como: Ganemos en Madrid, Málaga, Zaragoza,
Valladolid o Guanyen en Barcelona.
En las elecciones de las 13
Comunidades Autonómicas, Podemos cambiaría de táctica electoral. Allí
sus militantes y simpatizantes, con una estructura organizativa más
fortalecida, son los que van a elegir a los candidatos de las listas de
Podemos. En esas elecciones esperan hacer el quiebre del escenario de
cara a la disputa más importante del año: las elecciones generales de
diciembre.
Que la secretaria General del PP sostenga por estos
días que está pensando en una posible alianza con el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), y que Pedro Sánchez (principal referente de este
paritdo) declare negar esa opción, indica que un escenario como el de
1998 en Venezuela cuando Acción Democrática y Copei bajaron sus
candidaturas días antes de las elecciones para apoyar a Salas Romer en
contra de Chávez, no estaría muy lejos. En ese caso, habrían pecado de
no haber estudiado los procesos latinoamericanos.
El triunfo
electoral de Podemos, para sus mismos integrantes no agota para nada la
disputa por el poder, por esa razón también se plantean la necesidad de
la integración con los procesos de rebeliones que se dieron Europa en
los últimos años. Su principal aliado en el escenario continental es
Syrisa en Grecia. Junto a ellos, tambien son parte del Bloque de
Izquierda Unitaria Europea: el Frente de izquierda de Francia, Die
Linke de Alemania y el Sinn Féin de Irlanda -entre otros-. Las
experiencias de integración como el ALBA es otro de los elementos que
los referentes de Podemos sostienen que intentarían emular en caso de
llegar al gobierno.
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