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miércoles, 27 de marzo de 2013

Francisco: de las señales a las decisiones de Estado



Bernardo Barranco V.

Las imágenes de los dos papas reunidos en Castelgandolfo fueron impactantes. Los atuendos blancos casi idénticos los hermanaban como gemelos. Como si la difícil conducción de la Iglesia requiriera de un poder robustecido por mellizos pontificados, capaces de sortear el delicado trance por el que pasa. Hay demasiados eventos inéditos en esta transición: un Papa renunciante y emérito, un nuevo Papa latinoamericano y jesuita; después de mucho, un religioso. Y el nombre que asume por primera vez el Papa: Francisco, plantea un gesto de incredulidad. De hecho, ningún papa se había hecho llamar así porque Francisco de Asís y el papado son dos arquetipos, dos figuras diferentes de ser cristianos. Han quedado atrás los días del cónclave y la gran sorpresa de la elección del papa Francisco. El mundo católico ha recibido con beneplácito la emergencia de Bergoglio como una figura refrescante, pero espera mucho más, decisiones de gobierno que pasen a los hechos en la encomienda de renovar la curia.

Han quedado atrás las primeras imágenes de cercanía, calidez y espontaneidad de Bergoglio como Papa, de un nuevo estilo pastoral de encarnar el pontificado. Los símbolos, las abundantes señales de cambio, los mensajes de sencillez y humildad como estilo del actual pontificado argentino le han bastado para ganar la simpatía de los católicos italianos, pero no alcanzan ni son suficientes para gobernar la Iglesia ni mucho menos para sortear su crisis.

Las imágenes de proximidad a la feligresía y alejamiento del riguroso protocolo que ha querido imprimir Bergolio en los primeros días de su pontificado han despertado ya críticas feroces del sector católico conservador, que califica dichas actitudes populismo pontificio. Quizá olvidaron al recordado Wojtyla o al populachero Juan XXIII. Efectivamente, algunos analistas cuestionan si el populismo papal de Francisco puede alcanzar para frenar el trágico proceso de desacralización de la fe católica. Más allá del carácter y el origen sudamericano de Bergoglio, sentencian, y de la retórica con que fue recibido en los medios de comunicación que han construido imagen alrededor del binomio de la humildad y la sencillez, hay algo que va más allá del estilo: ya no es sólo la estética del papado lo que puede cambiar, sino que está en juego en el papel del mensaje cristiano. Otros apuestan por darle el beneficio de la duda, como Boff y Hans Kung. ¿Adónde va la Iglesia después del aplastante ciclo de Juan Pablo II y de su continuidad exigente y sufrida de Benedicto XVI? ¿Qué tan lejos irá Francisco, el papa que dice soñar con una Iglesia de los pobres y para los pobres? ¿Qué queda del progresismo católico después del concilio? Para muchos, la misión de este pontificado dejará el impacto más profundo de la Iglesia en los últimos siglos. La dimensión de los desafíos es mayúscula. No sólo en lo espiritual, pastoral y teológico. La Iglesia necesita una reforma real, que abarque lo societal, es decir, la manera en que convenga y se se armonice en la civilización actual. De lo contrario, sin las opciones valientes, no bastan ni son suficientes los gestos y sonrisas para conducir un barco a la deriva en medio de un mar tormentoso.

Por ahora nos quedamos en la superficie y en la expectativa de los cambios que se avecinan. Las transformaciones en el mundo de la comunicación en los últimos ocho años no pueden ser ignoradas, aun por los líderes de la Iglesia. Un informe de Wikileaks, la otra fuga de información, revelaba una observación de una funcionaria de la embajada de Estados Unidos en Roma que afirmaba la tecnofobia de la mayoría de los monseñores y cardenales del Vaticano. Si la Iglesia, tiene la intención de dar un paso adelante para acercarse a las nuevas generaciones, deberá estar atenta al pos-Facebook. El papa Bergoglio parece haber demostrado su voluntad de apostar un enfoque comunicativo diferente. Un enfoque en el que desea expresar que se acerca al pueblo. El jefe de la Iglesia católica parece decidido a hacer de la humildad su sello, frente a una grotesca monarquía eclesiástica, con una actitud más pastoral que su doctoral y rígido predecesor. Las redes sociales plantean un nuevo desafío a la Iglesia católica, que muestra desesperada necesidad de innovación, una mayor sinceridad y altura moral frente su rebaño. Esperemos que el papa Francisco pase de las señales y los signos a las decisiones de Estado. El Papa latinoamericano ha mostrado una nueva actitud en sus manifestaciones públicas. Fue elegido para corregir los retorcimientos de la curia romana. Pero su misión es no sólo transformar la curia, aunque esto es inevitable. Francisco debe inaugurar un nuevo diálogo sincero, sin tapujos y sin miedos, entre los diversos actores de la Iglesia, incluyendo a los laicos. Llamemos como usted quiera a este debate; incluso hasta se le podría denominar el Concilio Vaticano tercero.

Nota: Debido a numerosas llamadas, correos y diversas expresiones de solidaridad en las redes sociales, sobre mi despido del Grupo Radio Centro y la cancelación del programa Religiones del mundo, después de estar al aire cerca de 18 años, quiero invitarle a que visite mi blog, donde expongo mi versión de los hechos, así como las valoraciones que he venido haciendo sobre este injusto incidente. Agradezco de todo corazón las innumerables muestras de solidaridad y apoyo que he recibido en las últimas horas. La dirección es bernardobarranco.wordpress.com/

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