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viernes, 1 de octubre de 2010

El debate indirecto entre Ahmadinejad y Obama por Thierry Meyssan*

por Thierry Meyssan*
El discurso del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad en la ONU ha dado lugar a una gran campaña de desinformación en Occidente y a una pronta respuesta del presidente estadounidense Barack Obama, dirigida al pueblo iraní. Más allá de los despachos sesgados de las agencias de prensa y basándose en los textos originales, Thierry Meyssan expone el verdadero contenido del debate indirecto entre los dos jefes de Estado.
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Mahmud Ahmadinejad, presidente de la República de Irán estima que estadounidenses e iraníes deberían unirse contra el sistema de dominación mundial que encarnan Washington, Londres y Tel Aviv.
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Los presidentes de Irán y de Estados Unidos acaban de librar un desacostumbrado combate verbal que les agencias occidentales de prensa han reflejado sólo de forma fragmentaria y tergiversada. En la tarde del 23 de septiembre de 2010, Mahmud Ahmadinejad hizo uso de la palabra desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU [1].
Barack Obama le respondió, en la mañana del día siguiente, ante las cámaras de la televisión de la BBC en lengua persa [2]. Ambas intervenciones conforman un conjunto que ilustra el cambio de estrategia de las dos partes. Ya no se trata de presentarse como líderes de dos bandos opuestos, de dos visiones del mundo, sino de llamar al pueblo del adversario a emprender una revolución.
Hace un año, Washington esperaba derrocar a la administración Ahmadinejad manipulando a las multitudes en una enésima edición de las llamadas revoluciones de colores [3]. Emprendida en ocasión de la elección presidencial iraní de 2009, la operación fue un fracaso. Permitió, sin embargo, inculcar en la imaginación de los occidentales una representación fantasmagórica de Irán presentando a ese país como una dictadura. Pero tuvo en Irán un efecto contrario al esperado.
Los electores de la oposición quedaron masivamente sorprendidos e indignados al comprobar la mala fe de su propio candidato y su evidente intención de apoderarse del poder a través de la calle, a falta de haber logrado obtenerlo en las urnas. Por su parte, el ganador de la elección perdió su tendencia al compromiso y decidió reavivar el radicalismo de la Revolución islámica. Se acentuó la separación entre las clases populares y la alta burguesía. La CIA y la NED planifican ahora nuevas acciones, pero su objetivo inmediato ya no es el derrocamiento del régimen sino sólo desestabilizarlo como medio de debilitarlo en el plano internacional.
Por su parte, nunca antes Teherán había parecido interesado en introducir el debate en Estados Unidos, país que consideró durante mucho tiempo como un bloque, una potencia colonial aliada y sucesora del Imperio británico, un Gran Satán protector de los crímenes israelíes. La administración Ahmadinejad ha establecido ahora relaciones con intelectuales y artistas disidentes.
Estima que los estadounidenses son gente de buena voluntad que lentamente está tomando conciencia de que está siendo gobernada por tiranos; que es posible incluso que se produzcan revueltas –las cuales pueden tener un carácter revolucionario o secesionista. La Revolución Islámica debe aliarse con los actuales disidentes para combatir junto ellos contra el sistema dominante.
Es aquí donde interviene el discurso de Mahmud Ahmadinejad. El presidente iraní comenzó rechazando la teoría del choque de civilizaciones, enunciada por Bernard Lewis y popularizada por Samuel Huntington [4]. Para esos autores, el choque es inevitable. Los occidentales no tienen más remedio que prepararse militarmente para ello con el objetivo de matar antes de que los maten. Esto es absurdo para el presidente iraní. En estos tiempos de globalización, el desarrollo de los intercambios comerciales y culturales permite a los pueblos conocerse entre sí y apreciarse mutuamente. En cuanto a judíos, cristianos y musulmanes, su fe común en el Dios único debe llevarlos a establecer relaciones armoniosas.
Sin embargo, para el señor Ahmadinejad, si bien el choque de civilizaciones es una ideología artificialmente promovida por el movimiento sionista para dividir el mundo y dominarlo, sí existe un conflicto en el seno de la humanidad: el conflicto que opone los valores materiales del capitalismo y de la sociedad de consumo a los valores espirituales de la Revolución, que son la justicia y el heroísmo. Dicho esto, el enemigo no es Occidente sino el materialismo del que padecen los occidentales y que contamina el resto del mundo.
El actual sistema de dominación se inscribe en la prolongación del esclavismo, del colonialismo y del imperialismo. Está siendo implementado por un grupo transnacional que se apoya principalmente en el Reino Unido, Estados Unidos e Israel para lograr sus fines. Debido a la superioridad militar de esos Estados en relación con todos los demás Estados del mundo en su conjunto, habría que ser iluso para abrigar esperanzas de vencer por las armas [a ese sistema de dominación]. Sin embargo, dado que utiliza a los británicos, a los estadounidenses y los israelíes, a menudo en detrimento de ellos mismos, es posible aliarse con esos pueblos en contra de ese sistema de dominación.
Al igual que Marx cuando imaginaba que es posible unir a los proletarios de todos los países en contra de la explotación capitalista, Ahmadinejad piensa que es posible unir a los oprimidos en contra del sionismo. Conforme a ese enfoque, es necesario demostrarles a los estadounidenses que ellos también son víctimas de un sistema que erróneamente creen benéfico para ellos. Dirigiéndose a la Asamblea General de la ONU, el presidente Ahmadinejad reclamó la creación de una comisión investigadora internacional sobre los atentados del 11 de septiembre.
Para los Estados miembros de la ONU, desarrolló el argumento de la competencia. La respuesta que Estados Unidos aportó unilateralmente a aquellos atentados fue arremeter a sangre y fuego contra el Medio Oriente sin resolver el problema del terrorismo. Para ser eficaz habría sido necesario, hace 9 años, crear una comisión investigadora, analizar sus resultados en el seno de la ONU y adoptar en el plano internacional una estrategia antiterrorista. Como nunca es demasiado tarde para hacer bien las cosas, las Naciones Unidas deben recuperar sus prerrogativas para vencer el terrorismo y alcanzar la paz.
Para el público estadounidense, el señor Ahmadinejad mencionó, basándose en un reciente sondeo, las tres hipótesis más frecuentemente citadas.
- Hipótesis 1, los atentados fueron cometidos por un poderoso grupo extranjero;

continúa....


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