En las recién pasadas elecciones estatales y municipales las fuerzas partidarias de la revolución bolivariana y del Presidente Chávez, especialmente del Partido Socialista Unificado de Venezuela PSUV, lograron la victoria, vencieron y sobrepasaron a las derechas de ese país financiadas y respaldadas por la oligarquía venezolana y por el imperialismo estadounidense.
Obtuvieron –solo para citar los hechos y cifras más relevantes- 17 de 22 gobernaciones, el 80.67% de las alcaldías y algo más de un millón de votos más que los recibidos por las derechas a nivel nacional (5.073.774 el PSUV y 3.948.912 las derechas, esto es, 53.5 % contra el 41.6%).
Sin dudas el PSUV y sus aliados ganaron ampliamente esas elecciones. Y de eso nos alegramos mucho.
Pero sin dudas también, se trató de una victoria insuficiente, por debajo de las potencialidades de la revolución, relativamente poco distante de una derecha que hace tiempo, debió estar pulverizada, aislada, reducida a su mínima expresión.
El triunfo fue precario, tanto por el hecho de que entre las cinco gobernaciones logradas por la derecha, están la de Zulia y Tachira, con su valor estratégico en las relaciones colombo-venezolanas, entre las alcaldías se encuentra la Alcaldía Mayor y la mayoría de las alcaldías de Caracas; como también por su relativamente alto nivel de votación a escala nacional.
Las derechas superaron a las fuerzas bolivarianas en Estados y zonas estratégicas muy importantes, y remontaron el 40% de lo votos, en unas elecciones sumamente concurridas (65% de los votantes registrados), para situarse como un factor amenazante. Por eso ahora exhibe más soberbia y mayor agresividad en su conducta política.
Con un liderazgo tan penetrante, tan importante como el del comandante Chávez, disponiendo el gobierno de tantos recursos para invertir, habiendo ejecutado ambiciosos planes sociales, empleando Chávez a fondo su liderazgo para impulsar las candidaturas del PSUV…estos resultados merecen ser analizados con ojos críticos y mente abierta; no por malos, pero si por limitados y, en ciertos aspectos, precarios.
En tiempos recientes la derecha venezolana ha logrado una relativamente alta votación en las dos últimas oportunidades: en el referéndum sobre las reformas constitucionales y ahora.
Alegatos pocos consistentes y causas de fondo.
Esto a mí entender no se debe explicar atribuyéndoselo principalmente al financiamiento y al apoyo del imperialismo estadounidense y sus circunstancias: fundaciones, ongs, corporaciones, servicios de inteligencia, publicistas, gobierno de Uribe. Esto indudablemente influye, pero hay que decir que la derecha venezolana siempre ha contado con esa ayuda y no siempre le ha ido tan bien.
Tampoco es consistente centrar la excusa en el rol perverso, desinformador y calumnioso de los grandes medios de comunicación y de las grandesagencias internacionales, todavía en manos de poderosos empresarios y corporaciones privadas. Esto pesa bastante, pero es producto de una debilidad más profunda, aunque superable.
Ambos factores son parte de un problema mayor que ha sido evadido persistentemente por la alta dirección del proceso bolivariano. Veamos:
La derecha en todos los países es inseparable del gran capital, de su poder económico, social y cultural, de su poder mediático, de sus mecanismos para generar y reciclar ideología dominante y estigmatizar de la peor manera a quienes se le oponen. El poder electoral de las derechas tiene bastante que ver con su poder económico, su capacidad clientelista y los medios de que dispone para atemorizar.
Por eso soy de opinión que ese nivel de votación de las derechas venezolanas, esa capacidad demostrada para arrebatarle a la revolución Estados tan importantes como Miranda, Zulia, Tachira, Carabobo…no es simplemente el producto de sus propias capacidades y de la de sus poderosos aliados internacionales, sino que es más bien el producto de las debilidades y errores de la izquierda que ejerce el gobierno.
El gobierno de Chávez (más allá y a pesar de su liderazgo carismático), y el PSUV como partido en ejercicio del poder estatal, a mí entender le han estado traspasando muchos votos a esas derechas, por demás coaligadas, por dos vías fundamentales:
1-Porque desde el poder detentado por la izquierda no se ha procurado reducirle al mínimo la base social de apoyo a esa coalición de derecha, más allá de la recuperación de PDVSA y de otras pocas expropiaciones y nacionalizaciones realizadas o simplemente anunciadas.
La derecha política venezolana se apoya y confunde con una derecha social interna y externa que sigue controlando grandes bancos, empresas industriales y comerciales, consorcios de construcción, áreas de servicios, medios masivos de comunicación, consorcios importadores, empresas de salud, universidades y escuelas… y que se ha lanzado abiertamente a hacer política contrarrevolucionaria y a reemplazar roles de los partidos tradicionales más desgastados
La oligarquía y el capital transnacional que operan en Venezuela siguen en pie, haciendo grandes negocios, acumulando fortunas y poder económico; con gran capacidad clientelista y mayor control de la información convertida en desinformación sistematizada.
Dominan así parte importante del mercado interno en una economía que se rige por los precios y no por el valor, porque tampoco se han dado los pasos para crear progresivamente una economía de equivalencias. Y sustraen ilegalmente parte de las mercancías de los planes sociales para trasladarla al mercado especulativo. Esto ayudado por la corrupción oficial.Esa realidad social todavía impune facilita el flujo de recursos desde las redes de sobornos estadounidenses y posibilita el control de los grandes medios de comunicación por el gran capital privado.
2-Porque la ineficiencia y la corrupción que invaden importantes áreas de la administración y la gestión públicas, con expresiones que tienen nombre y apellidos conocidos y tolerados, se ha ido convirtiendo en una maquinaria de “matar votos” de la revolución y/o de regalárselos a las derechas. Estos son los dirigentes y funcionarios “mata-votos” de que nos habla le intelectual venezolano Luís Britto García.
Nada que ver con socialismo.
Estas dos vías de desgaste, estas dos vertientes de pérdida de votos, sea por abstención o por trasvasamiento de votos hacia la derecha, son totalmente ajenas a todo proyecto de orientación socialista.
La primera modalidad implica hablar de socialismo dejando en pie pilares fundamentales del capitalismo. Tolerar en exceso la gran propiedad privada sin medidas ni planes que tiendan a la progresiva socialización de sus sectores claves.
Y la segunda equivale al uso y apropiación, desde las funciones públicas y con fines de enriquecimiento privado, de una parte del excedente de la renta petrolera y del presupuesto nacional. Por esa vía, se crean los nuevos, los ricos, los capitalistas “bolivarianos”, los empresarios rojos-rojitos, los nuevos clanes de poder y de presión que mediatizan y deforman los cambios necesarios.
Uno de los clanes más relevantes de ese nuevo capitalismo burocrático, que nada tiene que ver con le nuevo socialismo, ni con el socialismo en l siglo XXI, es el que encabeza Diosdado Cabello, candidato fuertemente castigado en estas recientes votaciones y dirigente profunda y ampliamente cuestionado desde el bravo pueblo que apoya al comandante Chávez y a la Revolución Bolivariana. Uno de ellos, no el único.
Ambas vías de desgastes confluyen y se escudan tras las fallas de la democracia existente.
Ambas vías confluyen y se retroalimentaron para hacer fracasar o maltratar los planes sociales, la cooperativización y la cogestión.
Y coexistiendo con ellas y protegiéndolas están los déficit y limitaciones en la construcción de la democracia directa y del poder popular, en la autogestión y el rol de los Consejos Comunitarios, en los mecanismos para impedir la manipulación y la suplantación del pueblo y de las bases populares del partido a cargo del despliegue de poder de una tecno-burocracia, un funcionarado repleta de privilegios, que gravita desde el Estado y sobre el partido.
Está también muy presente el deprecio de los componentes de esos aparatos privilegiados hacia el pueblo llano, sus organizaciones sociales, las bases empobrecidas del PSUV, y también hacia los partidos y agrupaciones revolucionarias que están fuera del PSUV.
·La falta de socialismo puede y debe ser superada.
La falta de socialismo, los déficit en la socialización de la economía y del poder, y los desvíos en el plano ético-moral -presentes y ampliándose después de nueve años de iniciado el proceso hacia la revolución- se constituyenen los principales adversarios de un grado mucho más alto de legitimación electoral del cambio emprendido y también en factores objetivamente aliados o coadyuvantes de las derechas.
Muchos se han dilatado el liderazgo de la revolución y sus fuerzas motrices en enfrenar esos factores y líneas negativas. Pero todavía hay tiempo para las rectificaciones y para el buen enrrumbamiento del proceso. Tiempo y fuerzas.
El liderazgo de Chávez conserva una gran fuerza y mucha vitalidad, el pueblo pobre, la pobrecía venezolana, está profundamente compenetrada de la necesidad de su liberación y de la urgencia de derrotar definitivamente a la gran burguesía y el imperialismo, y existen además muchos cuadros de todos los sexos y edades para asumir con vigor el curso necesario: el del avance acelerado de la socialización, el de la construcción de una verdadera vanguardia de la revolución, el de la profundización y ampliación de la democracia y el de la reivindicación de los valores éticos-morales en el ejercicio de la gestión estatal y gubernamental.
10 de diciembre 2008, Santo Domingo, R.D.
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