Entrevista a Adolfo Pastrán, asesor del Gobierno nicaragüense en la mesa de diálogo
Adolfo Pastrán es un
 analista nicaragüense que asesora al Gobierno en la mesa de diálogo con
 la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia. Aunque no 
es una voz oficial, es una de las personas más cercanas al sandinismo a 
las que los medios pueden acceder. Por su experiencia trabajando varios 
años para el sector privado, fue llamado para buscar acercamientos entre
 las partes, acuerdos que permitan reducir el número de muertos y hallar
 salidas a la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde el pasado 18
 de abril. 
-¿Qué llevó a los nicaragüenses a este complejo 
escenario donde hay una mesa de diálogos y al mismo tiempo muere gente 
en las calles?
Veníamos bien. Hace tres meses teníamos un 
crecimiento económico sostenido del 5% en los últimos años, crecimiento 
de turismo, exportaciones, inversión extranjera directa, pero nos cayó 
esta crisis. Nada se esperaba esta situación, que se ha salido de las 
manos de todos los sectores. Hay mucha violencia, muertos, heridos. 
Ahora estamos en el esfuerzo del diálogo, a ver si esto se puede 
contener para llegar a un acuerdo que satisfaga a todas las partes. Esto
 comenzó como una crisis por la reforma al sistema de pensiones y se 
desvió a temas políticos y electorales. 
-¿Cuál es su papel en la mesa de diálogo? 
El
 Gobierno me invitó a hacer parte del diálogo. Como he trabajado para el
 sector privado, me llamaron para hacer un puente con la contraparte, 
para buscar arreglos. Eso no se ha logrado. Mientras hay violencia eso 
nos polariza demasiado y hace que buscar puntos de encuentro sea mucho 
más difícil.
-¿Cuál es la perspectiva del Gobierno en la mesa?
Lo
 que he escuchado de funcionarios del Gobierno y en reuniones de la 
comisión mixta en la que participo es que reconocen que hay un sector de
 la población que protesta legítimamente por la reforma al seguro 
social. Por eso el Gobierno revierte la decisión que había tomado 
unilateralmente, con la que había roto su acuerdo con el sector privado,
 pero lo hace demasiado tarde, cuando ya hay una ruptura con ese sector.
 Después, hay dos grupos que se han aprovechado políticamente de la 
situación: la oposición, que no le ha podido ganar al Frente Sandinista 
en las elecciones, y un sector de delincuencia común.
Hay sectores
 de oposición que reconocen que hay municipios donde hay tranques 
(barricadas) que ellos no controlan, que hay delincuencia común. Han 
expresado su preocupación por la inseguridad que estamos enfrentando. 
Antes nos ufanábamos de ser el país más seguro de Centroamérica, ahora 
tenemos más de 200 muertos y miles de heridos.
-¿Cómo resolver esto?
Primero,
 frenar todo tipo de violencia. Segundo, que no haya obstáculos en las 
carreteras, para que se genere un clima de estabilidad y paz. Y tercero,
 que en la mesa de diálogo se discutan los temas políticos que le 
interesan a la oposición: adelanto de las elecciones, remoción de cargos
 en el estado. El Gobierno está dispuesto a escuchar todos esos 
planteamientos pero no con una pistola en la cabeza, que es la presión 
de las calles, la falta de movilidad que ha costado ya demasiado a la 
economía.
El Gobierno ha venido objetivamente atendiendo las 
demandas de la oposición. Invitó a la CIDH, es importante para que 
investigue sobre tantos muertos de ambos lados. Es importante que los 
organismos internacionales evalúen eso con detalle, mientras los 
aspectos políticos se discuten en la mesa de diálogo. Pero el Gobierno 
asegura que todo se tiene que discutir en el marco de la Constitución, 
que dice que para poder adelantar elecciones y reformar la ley 
electoral, eso se tiene que hacer en dos legislaturas. Tendría que ser 
en este año la primera y en enero de 2019 la segunda, y ponernos de 
acuerdo para ver si hay condiciones para elecciones anticipadas.
-¿Cómo ve esa amplia alianza opositora que se creó en poco tiempo para exigir la salida de Ortega? 
En
 las elecciones presidenciales y municipales pasadas, hubo un alto 
porcentaje de abstención. Lo atribuyo a que muchas personas no tenían un
 líder político de oposición con el que se identificaran. Lo de la 
reforma al seguro social fue un detonante para que esos sectores 
explotaran. Por eso, hay una variedad de movimientos que coinciden en 
criticar al Gobierno, pero no tienen un líder único. Hay muchas cabezas 
pensando diferente.
-Desde antes de que esto explotara, se ha 
criticado al Gobierno por dificultar la vida política de la oposición, 
quitar personerías jurídicas, sacar arbitrariamente diputados de la 
Asamblea Nacional…
Es probable que esos errores políticos sean
 parte de las consecuencias que hoy vivimos. Una inconformidad de un 
sector excluido políticamente de la población ahora se está manifestando
 en las calles. Es importante que haya protestas, la Constitución lo 
garantiza, pero lo que no puede pasar es que haya violencia.
- ¿Cómo ve el futuro de este país con Ortega en el poder?
Va
 a ser difícil porque la oposición no lo acepta, pero es indispensable 
que esté hasta las elecciones. Si no, vamos a entrar en una 
ingobernabilidad peor. Algunos hablan de una junta de Gobierno, ¿quiénes
 la van a integrar? Eso no lo acepta ni la iglesia, los grandes 
capitales de Nicaragua no lo han pedido, tampoco EEUU, ni lo aceptaría 
la OEA. No queda más que llegar a un arreglo, en el que probablemente se
 adelanten las elecciones, en el que el Gobierno termine ese periodo 
hasta las elecciones y luego Nicaragua elija un nuevo presidente. No veo
 una renuncia del Gobierno como la pide la oposición.
Los próximos
 meses van a ser de inestabilidad política y económica. No habrá 
relación con el sector privado pero la economía tiene que seguir 
avanzando. Hay que ver cómo hacer con las reformas, tiene que haber 
sesiones especiales para hacerlas. Hay que darle personería jurídica a 
un montón de gente que quiere crear partidos e ir a elecciones. Eso es 
contraproducente para la oposición. No se han podido unir en los últimos
 11 años los pequeños grupos que existen en la actualidad y, si se 
disgrega a una cantidad de nuevos partidos, va a ser más difícil 
mantenerla unida. A menos de que ocurra como en 1990, cuando una mano de
 afuera dijo que había que unirse alrededor de un solo candidato.
Lo
 que más me preocupa es ir a una campaña sin haber resuelto los 
problemas de inseguridad y delincuencia, que se están aprovechando de la
 situación. Que vayamos a unas elecciones sin haber logrado la 
pacificación sería terrible.
-La Policía de Nicaragua tuvo un 
momento en el que fue reconocida por su alto grado de profesionalismo, 
ahora parece totalmente desprestigiada y parece actuar en connivencia 
con civiles armados en contra de los que protestan…
El modelo 
de la Policía en Nicaragua era muy cercano a la gente. Ahora la gente 
perdió su confianza y en muchos casos no los reconoce. Va a costar mucho
 recuperar la institucionalidad de la Policía. Presumo que los que uno 
ve encauchados con armas por las calles son los mismos policías vestidos
 de civil. Hasta el momento, al interior del Gobierno esto no se ha 
discutido, pero es probable que llegue al diálogo.
-¿Y el Ejército?
Está
 en sus cuarteles y observa la situación. Es mejor que esté así. En una 
reunión con el presidente Ortega, él decía que no iba a repetir la 
historia pasada de Nicaragua: poner un estado de emergencia, levantar 
garantías constitucionales, sacar el Ejército a la calle. Sería una 
medida extrema muy fuerte. El Ejército y la Policía pueden acabar las 
barricadas, pero habría un dramático saldo de violencia que va a dejar 
más heridas en Nicaragua. Sería inoportuno. En la medida en que los 
organismos internacionales vengan, tienen que ayudar a bajar la tensión 
que vivimos ahora. 
-¿Cree que este ha sido un Gobierno autoritario?
Este
 ha sido un Gobierno fuerte. Controla todos los poderes del estado. 
Tiene la mayoría de gobiernos locales. La mayor cantidad de diputados de
 la Asamblea Nacional. No podemos negar que es un Gobierno de mano 
fuerte.
A este Gobierno se le ha acusado de inconstitucional, 
ilegítimo, autoritario, dictatorial. Pero aquí no teníamos medios 
cerrados, cualquiera podía decir lo que quería. Había movilidad en las 
calles y una buena relación con los empresarios, elecciones con 
partidos. La cosa se complica del 19 de abril para acá, cuando hay 
medios sacados del aire y ya la gente no puede movilizarse. Hay medios 
que antes eran más neutrales, o más balanceados, que se han ido con más 
fuerza contra el Gobierno a raíz de los hechos.
-A pesar de la 
evidencia del exceso de fuerza por parte del estado, Ortega parece 
seguir empeñado en victimizarse. ¿No lo ve un poco desconectado de su 
país?
Ellos (el Gobierno) dicen que no estaban preparados para
 esta situación. Tenían un plan de reducción de la pobreza, generar 
obras, infraestructura, hablar de amor y paz. Lo que vino el 18, 19 y 20
 de abril no lo esperaban, estaban aturdidos. Ahora están más 
conscientes de la situación, saben que el panorama es difícil pero 
confían en que un arreglo en el dialogo permita que no se siga 
complicando el país, y que se logre un acuerdo de convivencia. 
En
 el Gobierno lo que se siente es que este sector de la oposición que no 
le ha podido ganar al Frente Sandinista en las elecciones, y que 
denuncian fraude, ahora quiere pasarle la cuenta y exterminar a los 
sandinistas. Han matado sandinistas en las calles, les quitan la ropa, 
los golpean. Entonces, primero lleguemos a un acuerdo de convivencia. 
Segundo, modifiquemos todo lo necesario para ir a unas elecciones 
competitivas en las que participen todos los que quieran. Y que todo lo 
que ha pasado en violaciones de DDHH quede en manos de organismos 
internacionales, que se haga justicia a partir de las recomendaciones 
que ellos den.
-¿Ve posible ese arreglo de convivencia? 
En
 este momento, difícil, porque una parte no quiere entregar el poder y 
la otra quiere que se lo entreguen ya. Pero tenemos que pensar en un 
punto de coincidencia. A pesar de esto, estaríamos peor si no hubiese 
mesa de diálogo. Estaríamos ya en guerra civil.
-Usted ha estado reunido con Ortega y lo conoce. ¿Cree que él ve que su salida es inminente?
De
 esa manera, no. Él es una persona que escucha y es pragmático. Es muy 
experimentado, ha estado en muchas situaciones difíciles. Enfrentó a 
EEUU en los años 80. Tuvo experiencia en procesos de negociación con el 
grupo de Contadora, en Esquipulas, adelantos de elecciones, pérdida del 
poder. El partido sandinista se le dividió en 1994 pero siguió al frente
 y ganando elecciones municipales, aún perdiendo las presidenciales. La 
división de los liberales en 2006 le ayudó al Frente a volver al poder. 
Ha estado 11 años gobernando con buen arreglo de entendimiento con el 
sector privado.
Ahora presumo que él se ha visto obligado a 
analizar fríamente la situación. Ha dicho que buscará la mejor salida 
para Nicaragua en primer lugar. Espero que con ese pragmatismo el país 
encuentre una salida.
-¿Hay alguna discusión seria sobre cómo cambiar el modelo de Gobierno sin caer en una peligrosa inestabilidad en el futuro?
Los
 bandos contrarios al Gobierno no hablan de cómo redistribuir la 
riqueza, de cuál va a ser el nuevo modelo económico, el tema del seguro 
social ya no se toca, está afuera de la agenda, aunque eso es una bomba 
que va a estallar en el futuro.
Los sandinistas tienen una serie 
de programas sociales que y cuando los quiten va a haber problemas. Aquí
 se paga un subsidio de tarifa de transporte urbano colectivo. Cuando 
quiten el subsidio a la tarifa de electricidad que beneficia a 800.000 
personas, va a haber problemas. Si no hay un entendimiento, va a venir 
una gran inestabilidad. No veo a la oposición proyectando cómo va a 
gobernar en el futuro.
 

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario