
Frei Betto
Adital
La
victoria electoral de Macri, nuevo presidente de Argentina, es un
paso más de la América Latina rumbo al neoconservadurismo. El
proceso de desmonte de las políticas neoliberales, tan en boga en
las décadas de 1980 y 1990, se inició con la elección de Chávez
en Venezuela en 1998. Poco después fueron elegidos varios
presidentes progresistas: Lula en el Brasil, Lugo en Paraguay, Zelaya
en Honduras, Funes en El Salvador, Bachelet en Chile, Morales en
Bolivia y Mujica en Uruguay. Cuba y Nicaragua fueron las pioneras en
este proceso.

Este
avance neutralizó la propuesta del Alca y favoreció la creación de
instituciones de articulación regional y continental, como la
Alianza Bolivariana, Unasul, Celac, y favoreció al Mercosul.
En
el conjunto de la América Latina las condiciones sociales mejoraron
significativamente, con reducción
de la miseria absoluta.
Ser
de izquierda en un mundo dominado por la derecha es como permanecer
virgen en un burdel. El ascenso de las fuerzas progresistas en la
América Latina, en el traslape de los siglos 20 y 21, fue una buena
ocasión para rebatir la tesis de Robert Michels (1911), de que todo
partido de izquierda que transita por las vías de la legalidad
burguesa acaba inevitablemente cooptado por ella.
En
dos países la derecha se enrumbó por el atajo del golpismo e
interrumpió la posibilidad de reformas por la vía democrática:
Honduras (2009) y Paraguay (2012). En el resto la derecha se vio
beneficiada por los errores de los gobiernos progresistas.
Con
excepción de Cuba y Bolivia, todos los demás creyeron poder agarrar
el violín con la izquierda y tocar con la derecha… Lo que se vio
fue un concierto desafinado.
Aunque
se hayan implementado políticas sociales con éxito y liberado a
millones de personas de la miseria, las
reformas estructurales, cuando se hicieron(desgraciadamente no es el caso de el Brasil), no
fueron suficientes para crear un modelo alternativo al
neodesarrollismo consumista.La economía permaneció con todas sus características
neocoloniales, de exportación de productos primarios, llamadas ahoracommodities.
No se creó un mercado interno sustentable, ni se redujo la
desigualdad social, a pesar de que haya habido un aumento del poder
adquisitivo de los pobres.
Peroel
error principal fue el de no complementar la inclusión económica
con la inclusión política.Los beneficios para los más pobres fueron vistos como iniciativa del
Estado y no como conquista del pueblo. No
se organizó políticamente el pobretariado.
No se concientizó al oprimido. No se logró hacer de una masa grande
de electores protagonistas políticos.
La
excepción es Bolivia, donde gobierna el más consistente gobierno
progresista de la América Latina. Y lo es justamente por dar
prioridad a los movimientos sociales, en el marco de alianzas
políticas.
Argentina
puede ser la primera pieza del dominó en caer. Y Brasil y Venezuela
también están en la mira de los neoliberales.
En
un mundo en que, amenazado por el terrorismo, cambia libertad por
seguridad, cuyo poder financiero (especulación) va desplazando al
industrial (producción), y en el que prevalece la ambición de
consumo sobre el derecho a la ciudadanía, los gobiernos progresistas
se pueden olvidar de la única vía capaz de garantizarles
sustentabilidad: formación y organización política de sus bases
electorales. Muchos partidos se han dejado ganar por la corrupción y
descuidaron la "alfabetización política”.
Y
hete aquí que el sueño puede convertirse en pesadilla. A no ser que
la izquierda pierda la vergüenza de ser de izquierda.
Frei
Betto es escritor, autor de la novela policíaca "Hotel Brasil”,
entre otros libros.
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