Para exigir
hay que conocer. Para exigir paz hay que
saber hacer la paz. Vivir en paz era algo cotidiano en las comunidades
aborígenes que habitaron los territorios de la América Latina, quienes con sus
costumbres, rituales y lenguas habían encontrado una forma tranquila de
convivir entre sí y con el medio ambiente.
Muestra de ello es el grado de conservación de la naturaleza y de
convivencia sana que aún permanece en
las pocas tribus que sobreviven a la masacre del desarrollo. Sin
embargo, con la llegada de unos barbudos, crucifijo en pecho, la tranquilidad y
la armonía se derrumbó.
Masacres,
violaciones, robos, usurpaciones, torturas, esclavitud, ofensas, contaminación,
olvido, sobre todo el olvido; todo se juntó para arrasar con el equilibrio
existente. Con el tiempo el macabro juego tomó forma: instituciones, gobierno,
políticas, leyes, negocios, economía, educación, políticos, ejército. Un
torrente de maquinaria ideológica se puso al servicio de unos extranjeros, que
en últimas no eran ningunos dioses y no sólo eran españoles, para terminar una
campaña de conquista basada en la opresión, represión y supresión de los
obstáculos que se atravesaran en su cruento camino de ambición y codicia.
Para los
años 60s del siglo XIX la situación de Colombia, tierra de riqueza, era un
circo bicolor que disfrutaban en sus palcos de oro y petróleo los titiriteros
continentales. Conservadores y liberales estaban absorbidos en el juego del
Frente Nacional “yo gobierno, luego tú”, con el que se turnaban para anunciar
públicamente las orientaciones que recibían del extranjero. Ante esto, ojos
abiertos que traían el saber del vivir en paz decidieron enfrentar la situación
y exigir el bienestar que conocían. Varios movimientos se fueron creando en
medio de la fría polarización del país que cada vez traía más muertos, todos
del mismo territorio.
Así surge
el Movimiento Revolucionario Liberal –MRL- que fue fundado por López Michelsen,
bajo la idea de oponerse al Frente Nacional. Sin embargo hubo posiciones
políticas contradictorias al interior que produjeron la división del
movimiento, generando un brazo más radical llamado JMRL, referente a las juventudes, y quienes veían
en la lucha armada una solución para el conflicto que se perpetuaba por casi
cuatro siglos. Posteriormente, con el triunfo de la Revolución Cubana, la
emoción juvenil encendía una esperanza de volver a ser libres y a vivir en paz,
como ellos sabían. Así, a mediados de 1962, un grupo de jóvenes fueron enviados
a la isla socialista para capacitarse en diferentes áreas.
La
experiencia debió haber sido maravillosa, pues en medio de las clases 11
hombres se reunieron para pensar una estrategia con la que su país, que se
encontraba un poco más al sur, pudiera gozar nuevamente del bienestar social,
de la justicia, de sus tierras. En un
claro conocimiento de su historia, deciden llamar a este primer grupo, con
espíritu transformador, “Brigada José Antonio Galán”, en memoria del líder
comunero que participó en la gesta emancipadora contra el virreinato español y
que fue vilmente asesinado.
A finales
de 1963, el grupo regresó a Colombia con un plan organizado para crear el
primer foco de donde surgiría el Ejército de Liberación Nacional, en san Vicente
del Chucuri – Santander. Todo, incluso la zona seleccionada, estaba
milimétricamente calculado como una estrategia política para la transformación
revolucionaria. De esta manera, y con el apoyo inmediato de la gente,
campesinos y trabajadores, el 4 de julio de 1964, con no más de 17 colombianos,
inicia en las montañas de Santander la primera marcha guerrillera del ELN, fecha en la que se conmemora el inicio de su
lucha por la paz.
Hoy, 50
años después de esta chispa que encendió en muchos la esperanza, de la decisión
de construir el mundo a su medida, el ELN logra sentarse con el gobierno en la
posibilidad de dialogar sobre las visiones de país que existen y de cómo es la
paz que necesita Colombia. Los acercamientos entre las partes se hicieron
públicos el pasado 10 de junio, lo cual representa un importante cambio
en la estrategia guerrillera si se tiene en cuenta que hasta la Primera
Asamblea Nacional del ELN “Comandante en Jefe, Camilo Torres Restrepo”,
realizada en el Bajo Cauca Antioqueño entre Enero- Marzo del año 1986, este
ejército insurgente impulsó estrategias políticas y militares donde combinaban la guerra popular prolongada
o se negaban a los procesos de diálogo y negociación propuestos por diversos
gobiernos. Tal fue el caso cuando bajo el gobierno de Belisario Betancourt
(1982-1986) fueron la única fuerza guerrillera importante del país que se negó
a participar en el “Diálogo Nacional” propuesto.
Sólo hasta
el año 1989 esta guerrilla decide articularse a la Asamblea Nacional Popular
con la propuesta de “Diálogo Nacional” sobre los temas de la defensa de los
Recursos Naturales y un Convenio por la Vida para Humanizar la Guerra, que aún
hoy siguen impulsando como una conjugación de esfuerzos políticos y sociales
por la defensa de la soberanía nacional y por la búsqueda de la solución
política al conflicto; tema que siempre ha estado incluido en lo que sería su
plan de gobierno alterno.
Lamentablemente, tras la realización de la Constituyente Nacional de
1991 el gobierno de Cesar Gaviria considera que las guerrillas quedan sin
justificación para la lucha armada y que el único tema a solucionar (los otros
habrían sido solventados en la Constituyente) era la desmovilización y el desarme.
Con la negativa del ELN, el gobierno Gaviria declara la “guerra integral” y en
cabeza del Ministro de Defensa, Rafael Pardo, planea la liquidación total del
ELN; una de las tantas llevadas a cabo según los medios masivos de
comunicación.
A pesar de
los importantes cambios generados, en estos 23 años la agudización de las
problemáticas sociales ha sido evidente. A este punto Colombia es el tercer
país más desigual del mundo, aunque el más feliz. Es uno de los que más
inversión extranjera tiene, pero una economía interna débil. Es uno de los
peores en educación, pero de los principales productores de petróleo en el
mundo. No tiene agua suficiente para beber, pero suficientes regalías por
recursos naturales para entregar en el extranjero. Muy en contra de lo que
algunos creen, la legislación producida en el 91 abrió las puertas a políticas
derrochadoras con intereses multinacionales. La parcialización del Estado hacia
intereses extranjeros, el arrasamiento de los recursos naturales, es más que
evidente… es palpable.
Todo este
panorama lleva a pensar tanto a las FARC, quienes ya se encuentran en diálogos,
como al ELN, que se prepara para hacerlo, que
“la paz tiene que ver con cambios estructurales”, es decir, con la construcción
de políticas que generen justicia social, propenden la defensa de los
territorios, logran una salida a la crisis humanitaria, democratizan el régimen
político, acaban la impunidad y generan una plena garantía de los derechos
humanos.
Además, para
el ELN la paz no puede hacerse sin la
gente. Como dicen ellos: “El pueblo se cansó de ser el convidado de piedra”,
metáfora que permite entender que cada colombiano debe ser protagonista y tener
participación en la construcción de las políticas que regularán la vida de los
ciudadanos y no bajo la única forma de algunos grupos invitados a participar en
foros académicos que aportan insumos para la mesa. La propuesta de hacer
protagonistas a las personas tiene que llevarlos a estar cara a cara como parte
del conflicto.
Pero se
preguntarán muchos, ¿qué puede saber de paz un ejército que lleva 50 años en
guerra? En una entrevista realizada por La Voz de la Libertad, el Comandante
Pablo del Frente de Guerra Oriental de esta organización dice: “Son 50 años de
lucha, de vida que nadie nos puede quitar, de resistencia, son 50 años de
combate. Ninguna guerrilla en el mundo
ha tenido una experiencia como la que nosotros hemos tenido. Nos ha tocado
enfrentar todas las experiencias y todas las maquinarias bélicas del
imperialismo y todas las brutales políticas del capitalismo”. Lo que indica,
según él, que el ELN porta muchas riquezas,
muchos conocimientos y tiene muchas alternativas para continuar la
inclaudicable lucha que se plantearon en el 64 y que sigue vigente con miles de
combatientes en varios Frentes de Guerra.
Agrega el Comandante: “Podemos decir que estamos más vigentes que nunca.
Con todo el potencial histórico que hemos venido ganando en estas largas y
difíciles batallas”.
Y es que
desde la fundación de esta organización que el próximo 7 de enero cumplirá 50
años, ya no de ser fundada sino de salir con una proclama a la luz pública, se
dejó en claro que se luchaba por la paz con justicia social y equidad. El Manifiesto de Simacota de 1965 expresaba
que estos hombres y mujeres se revelaban en armas como única opción de
acompañar las luchas del pueblo y de irle estableciendo unas garantías de
defensa, lo que según Pablo han demostrado en estos 50 años, así como han
demostrado que como organización tienen “planteamientos para que la Colombia
martirizada, sufrida y sometida tenga un futuro, tenga un desarrollo justo y
digno, donde se acabe la esclavitud, la represión y no haya sometimiento”.
Es
interesante saber que incluso en medio de la guerra los militantes del Ejército
de Liberación Nacional logran en sus filas algo de la paz que pretenden
expandir. Si bien hay problemas, como en toda familia y sociedad, los valores
elenos, como ellos les dicen, brindan un panorama de lo que podría ser una
Colombia en paz y con justicia social. Lucy, una guerrillera con voz
autorizada, en parte de una entrevista, cuenta que la vida en la guerrilla es
buena, siempre tienen buena comida, estudian, aprenden, se ayudan mutuamente,
la mujer es valorada y tratada como igual, “es un combatiente más” tan capaz
como los demás, se trabaja con la comunidad, se ríe, se llora, se construye, se
respeta, se dialoga, se reconocen los errores, hay justicia, se defiende la
tierra, se ejerce soberanía. La familia, es base fundamental de esta guerrilla.
En la
agenda del ELN es fundamental la defensa de los recursos. El Comandante del
Frente de Guerra Oriental manifiesta: “Siempre nos hemos planteado cómo poner
los recursos energéticos al servicio del Pueblo, protegiendo la naturaleza y siendo rentable
para la sociedad colombiana,ya que la política imperialista es saquear los Recursos
Naturales sin indemnizar, colocando al pueblo colombiano a trabajar para sacar
los Recursos Naturales y llevárselos gratis. Política que es discriminativa y
de robo”. Con esa idea, la guerrilla hizo al gobierno la propuesta de que
acepten los recursos como eje para el desarrollo y bienestar de la sociedad
colombiana y no para que se los lleven las multinacionales. A pesar del
esfuerzo, la propuesta no ha sido escuchada nunca, por lo que desde el pasado
20 de febrero se ha entrado en una “ofensiva integral” de la estrategia
iniciada en 1986 contra los oleoductos y las multinacionales que, al menos, han
dejado afectaciones en la economía de las saqueadoras empresas que, además, no
reconocen su responsabilidad en el impacto ambiental de su presencia en el
territorio.
Por el
momento se está en una etapa de apertura hacia los diálogos, hay algunos
adelantos, sobre lo que se va a dialogar en la mesa, y aunque aún no se han hecho
públicos, se sabe que la participación ciudadana es fundamental. Por su parte,
el presidente Correa, en visita pasada, dijo para Canal Capital que en Ecuador
ya se realizaron encuentros entre las partes y que su país, además podría
ofrecerse como garante para el proceso.
Cabe
mencionar que las conversaciones comenzaron con obstáculos, pues en el primer
comunicado conjunto del Gobierno y el ELN, donde se anunciaba el inicio del
ciclo exploratorio, el sexto punto fue alterado por parte del gobierno Santos
de forma unilateral e inconsulta, transformando el acordado “construir un país
en paz y equidad”, por una “construcción de una paz estable y duradera”, lo que
produjo la inmediata reacción del ELN. Por su parte, en su balance sobre las
elecciones, Pablo considera que fueron un juego de mentiras, indicando que lo
que buscaban los dos candidatos, aunque en distintas formas, era una paz con
rendición y sin diferencias en el
tratamiento de las políticas
neoliberales. Toda una estrategia para la confusión.
Respecto a
los diálogos hay dudas, no sólo por el hecho previamente mencionado y las
experiencias pasadas, sino por la vertiginosa fuerza que ha tomado la derecha.
El sociólogo James Petras pone en tela de juicio las garantías existentes para
que los acuerdos a los que se puedan llegar se cumplan, pues según él, después
de firmados los acuerdos las fuerzas de la derecha fascista seguirán intactos,
no se van a desarmar, no se van a desmovilizar, van a estar en el Congreso
decidiendo sobre el Ejecutivo.
Es claro
que faltan muchas partes por sentarse a la mesa, falta la derecha extrema, los
indígenas que tienen acumulado el saber ancestral, los campesinos que han
entrado en varios paros gracias a la crisis, los estudiantes que buscan una
mejor educación, los trabajadores que día a día construyen el país sobre sus
hombros, la fuerza pública, los artistas, los maestros, los médicos, los
abogados, los afrodescendientes, los palenqueros, los pescadores, todos los que
han sufrido el conflicto que inició hace más de 500 años y que algunos sectores
han tratado de responder tras diversos levantamientos. Que nos vengan a hacer
creer que el conflicto lleva sólo 50 años, es otra estrategia para el olvido.
Tal vez por eso, el ELN sigue buscando la posibilidad de un diálogo que permita
al Pueblo construir su propio país, que posibilite a los que saben de paz,
hacerla
(Extracto de investigación
sobre el Conflicto en Colombia)
Redacción
“La Tribu”
En
asociación con Alternativa Latinoamericana de Canadá
Dossier photographique: Alternativa
Latinoamericana de Canadá – Medios Populares de Comunicación
http://mediospopularesdecomunicacion.jimdo.com/
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