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sábado, 12 de marzo de 2011

ALEPH: Vámonos, Patria, a caminar

Carolina Escobar Sarti
 

La tortura de Otto René Castillo, el poeta de la patria, duró cinco días. El 23 de marzo de 1967, junto con su compañera y 13 campesinos fueron fusilados y sus cuerpos quemados. Cuatro días antes había sido herido en combate y capturado en la Sierra de las Minas por las fuerzas contrainsurgentes y conducido, junto con su amor, Nora Paiz, a la base militar de Zacapa. Ambos fueron torturados por un capitán del ejército guatemalteco que se jactaba contando cómo le cortaba la cara y el cuerpo a Otto René con una gillette asegurada a una varita de bambú, mientras recitaba cada verso de su poema Vámonos patria a caminar.

Atado de pies y manos, iba siendo gilleteado en los ojos, la boca, las mejillas, los brazos y el cuello, mientras su verdugo parodiaba cínicamente: “Yo me quedaré ciego para que tengas ojos” (cortada), “Yo me quedaré sin voz para que tú cantes” (cortada), “Yo he de morir para que tú no mueras”, (una cortada más), “Yo he de morir para que tú no mueras,/ para que emerja tu rostro flameando al horizonte de cada flor que nazca de mis huesos” (¿qué patria emergió del cuerpo en llamas del poeta?).

Como poeta, Otto René obtuvo varios premios nacionales e internacionales, y su poema Vámonos patria a caminar fue, en algún momento de nuestra historia, un himno de resistencia.

Como militante, este quetzalteco fue enviado por primera vez al exilio a sus cortos 18 años, por oponerse al golpe de Estado contra Jacobo Árbenz. Trabajó en su exilio salvadoreño en los más variados oficios para sobrevivir y regresó cuatro años después a Guatemala, donde estudió Derecho en la Universidad de San Carlos. Estando allí, obtuvo una beca para estudiar Letras en Leipzig, Alemania, pero deja los estudios tres años después para ingresar a la Brigada JorisIvens, grupo de cineastas que realizó cortometrajes sobre la lucha armada de liberación de los pueblos latinoamericanos.

Otto René volvió al país en 1964, enlazando militancia política y actividades culturales. Apenas un año después es capturado y enviado al exilio, y le toca representar a las organizaciones revolucionarias de Guatemala en el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud en Argelia.

En este tiempo recorre Alemania, Austria, Hungría, Chipre, Argelia y Cuba. En 1966 regresó clandestinamente a Guatemala para incorporarse a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) donde se convierte en responsable de Propaganda del Regional Oriental y de la Educación del Frente Edgar Ibarra.

Ahora, ¿para qué habría de servir recordar a un hombre como él? Los tiempos son otros, la tecnología nos tiene con los pulgares gastados en nuestros BlackBerrys, el mundo es hoy aún más hostil, las complejidades son mayores desde esta globalización que ha transnacionalizado hasta al crimen organizado (¿o ha sido al revés?) y nuestra juventud no tiene ya mucho que ver con aquella. Pero Guatemala se sigue desangrando. Guatemala sigue poniendo los muertos para que las mafias oficiales y no oficiales de nuestro país y de las grandes potencias sigan vivas.

Para eso nombramos la muerte impune de un joven de 31 años; por eso celebramos que el Estado de Guatemala reconozca su parte en este crimen, aunque aún falte que se haga pasar a los responsables directos por la justicia. Nombramos la historia de Otto René, porque nadie debería de morir de esa manera. Porque ninguna idea diferente debería ser pretexto para la muerte.

Nombramos esta historia porque nuestra juventud sigue viviendo entre balas y no entre libros, porque nuestra niñez sigue muriendo de desnutrición y enfermedades curables.

Te nombramos y te recordamos, Otto René, porque diste tu canto y tu vida por ideales que aún no hemos alcanzado y simplemente porque, como dijo Luis Cardoza y Aragón: “¿Qué más puede dar un poeta?”.

1 comentario:

shigo dijo...

Gracias Stephanie, por visitarnos y por tu comentario, un saludo solidario, la administracion