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miércoles, 5 de enero de 2011

Las 16 (sic) guerras de ICG/Foreign Policy para 2011 (cinco en Latinoamérica)


Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme

Después de haber detectado el común denominador y el mismo hilo conductor interesado del conglomerado propagandístico George Soros/ICG/Foreign Policy/Gideon Rachman (ver Bajo la Lupa, 2.1.11) sobre la colisión en escalada de Estados Unidos y China y las tensiones globales en 2011 y mas allá –que en su conjunto parece anhelar la banca israelí-anglosajona para intentar recuperar sus pérdidas bursátiles–, en forma más puntual, la dupla del muy polémico Grupo Internacional de Crisis (ICG, por sus siglas en inglés) y la controvertida revista ultraconservadora Foreign Policy (28.12.10) vaticinan Las próximas guerras: los 16 conflictos que se fraguan (sic) para 2011.

La revista anfitriona Foreign Policy –fundada por el racista WASP (blanco-protestante anglosajón) y mexicanófobo Samuel Huntington– ostenta como editor en jefe al polémico israelí-venezolano y fanático neoliberal Moisés Naim, miembro del consejo de ICG, este a su vez financiado por el megaespeculador George Soros, presunto operador de los banqueros esclavistas Rothschild.

Son tan importantes las 16 próximas guerras de 2011 –entre ellas cinco en Latinoamérica– como la identidad de quienes las propalan a los cuatro vientos. ICG se presenta como una organización internacional, no lucrativa y no gubernamental (sic), cuya misión es prevenir y resolver los conflictos letales (sic).

¿Qué conflicto letal ha resuelto y/o prevenido desde su creación? Ninguno. Fuera de su muy bien fichado consejo de administración, ¿cuál será la identidad de sus analistas (sic) en el terreno en más de 50 países y territorios (sic) afectados (sic) en los cuatro continentes, como alardea?

¿No serán sus 130 analistas unos vulgares escribas de la caduca globalización financierista controlada por la banca israelí-anglosajona? Perturba enormemente el escrutinio primigenio de ICG, así como la identidad de sus financiadores y miembros.

Fue fundado en 1995 –es decir, en el paroxismo unipolar– por el británico Mark Malloch Brown –en ese entonces vicepresidente del Banco Mundial– y por los diplomáticos estadunidenses Morton Isaac Abramovitz y Fred Cuny.

Sobra recalcar los estrechos vínculos de Abramovitz con Israel y quien luego fue director de National Endowment for Democracy (NED) que ha sido señalada como uno de los frentes civiles y democráticos de la CIA.

El texano por adopción Cuny desapareció misteriosamente durante su labor de campo en Chechenia (sic), donde supuestamente emprendía tareas humanitarias –quizá fue atrapado en su verdadera labor de espía-doble y ajusticiado en consecuencia.

El británico Mark Malloch Brown ha sido socio de George Soros y su segundo de a bordo en sus empresas especulativas Quantum Funds y Soros Fund Management, así como en la entidad filantrópica y democrática Open Society Institute (The New York Sun, 7.5.07, y The Observer, 16.9.07).

De entrada ICG huele a azufre y sufre el estigma del patrocinio unidimensional de Soros.

Más allá del control cupular de ICG por su andamiaje anglosajón con notorio predominio de la anglósfera –sus copresidentes, el británico lord Christopher Patten y el estadunidense Thomas R. Pickering, y su presidenta ejecutiva, la canadiense Louise Arbour, sucesora del australiano Gareth Evans– resalta la presencia en su consejo ejecutivo, tanto del megaespeculador Soros como del israelí-venezolano Moisés Naim.

Junto a Shimon Peres, polémico presidente de Israel, y Stanley Fischer –hoy gobernador del banco central de Israel y anterior vicepresidente de Citigroup y ex vicedirector ejecutivo del FMI– aparecen como consejeros los mexicanos Castañeda Gutman y Zedillo.

Castañeda Gutman, sin saber nada de finanzas puras, fue también consejero ejecutivo de la fraudulenta empresa financiera Stanford, que blanqueaba el dinero del cártel del Golfo (ver Bajo la Lupa, 4.3.09), mientras Zedillo carga con la responsabilidad de los etnocidios de Acteal y Aguas Blancas, todavía inimputables para la muy selectiva justicia universal controlada por la dupla anglosajona.

Tales antecedentes nada edificantes bastarían para percatarse de la agenda interesada y nada independiente (como se autoalaba) de ICG, que tiene un presupuesto anual de 15 millones de dólares anuales (una bicoca para el daño descomunal que inflige), para un staff de 130 personas esparcido en más de 50 países.

El 54 por ciento de su financiamiento proviene de gobiernos –Estados Unidos, Gran Bretaña y la anglósfera, además de la Unión Europea y Japón; llama la atención la participación contranatura de Turquía, que ya se debería salir para no avalar genocidios globales ajenos–, 26 por ciento de instituciones –donde destacan Open Society Institute, del megaespeculador George Soros; Jewish World Watch, Sarlo Foundation de Jewish Community Endowment Fund, y Rockefeller Brothers Fund–, y 20 por ciento de trasnacionales e individuos –donde descuellan el banco JP Morgan-Chase, la consultora McKinsey & Co., la minera Anglo-American, la consultora en comunicaciones APCO Worldwide (de Margery Kraus, muy cercana a Israel), y petroleras como la estadunidense Chevron, la anglo-holandesa Shell y la noruega Statoil.

Después de haber realizado la anatomía patológica del poderoso conglomerado propagandístico George Soros/ICG/Foreign Policy/Gideon Rachman, resulta más sencillo entender los alcances de sus 16 guerras programadas para las turbulentas tensiones de 2011 y más allá.

Ahora sí que más allá de las tres docenas de feroces conflictos, desde los valles de Afganistán, pasando por las selvas de la República Democrática del Congo, hasta las calles de Cachemira, a juicio de ICG/Foreign Policy, pueden explotar (¡súper sic!) 16 crisis en 2011.

A cada quien su lectura de los países asignados, que, a nuestro juicio, pueden ser clasificados en forma regional productiva y extractiva, donde sorprende la extensión de los incendios consabidos tanto en África (Costa de Marfil, Zimbabue, Nigeria, Guinea, República Democrática del Congo, Somalia y Sudán), como en Eurasia (Líbano, Irak, Pakistán y Tayikistán) hasta cinco países de Latinoamérica: México, Guatemala, Colombia (¡súper sic!), Venezuela y Haití, lo que parece confirmar nuestra teoría del ovoide de futbol americano en el Mar Caribe (ver Contralínea; Radar Geopolítico, 21.2.10).

Podemos resumir expeditamente la relevancia del petróleo (Nigeria, Sudán al borde de la balcanización en el sur y en Darfur, Irak, Venezuela y México), su tránsito (Somalia, Pakistán y Tayikistán), y las materias primas (Costa de Marfil, primer productor de cocoa del mundo y tránsito comercial de países sin salida al Golfo de Guinea pletórico en hidrocarburos; platino, diamantes y minerales de Zimbabue; bauxita, diamantes y oro de Guinea; cobalto, diamantes, tantalum y cobre de la República Democrática del Congo).

La explosión en Líbano está planeada para golpear a Hezbollah, aliado de Irán, mientras detrás del incendio programado de Pakistán y Tayikistán se busca aplacar a China.

Ningún secreto: todo se encuentra obscenamente escrito en el muro de las identidades y afiliaciones financieras, petroleras y mineras del conglomerado propagandístico George Soros/ICG/Foreign Policy/Gideon Rachman.

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