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viernes, 17 de julio de 2009



El grandioso tablero de ajedrez y los usureros de la guerra
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

    -En los asuntos del gobierno, debemos protegernos de la indebida influencia, solicitada o no, de este Complejo Militar-Industrial. Existe el potencial para el desastroso crecimiento de un poder extraviado de este complejo. No podemos permitir que el peso de esta combinación amenace las libertades de nuestro proceso democrático. No debemos confiar en nada. Sólo una ciudadanía alerta e informada puede enfrentarse al engranaje de la vasta maquinaria militar-industrial de forma que la seguridad del país y sus libertades puedan prosperar juntas.

    Dwight David Eisenhower,"Military-Industrial Complex Speech," 1961, [1]

    “Mi observación es que el impacto de elecciones nacionales en el clima de los negocios para SAIC ha sido mínimo. El énfasis en dónde ocurre el gasto federal usualmente cambia, pero el gasto federal total nunca disminuye. SAIC siempre siguió creciendo a pesar de cambios en la dirigencia política en Washington.” Ex administrador de SAIC, citado en Donald L. Barlett y James B. Steele: "Washington's $8 Billion Shadow." Vanity Fair, marzo de 2007[2]

    “Hacemos la doctrina militar estadounidense” Ed Soyster, MPRI [3]

El mito del grandioso tablero de ajedrez: la geopolítica y la locura imperial de grandeza

En “The Road to 9/11” resumí la dialéctica de las sociedades abiertas: cómo expanden con su energía, llevando a un nivel más elevado de corporaciones y agencias más secretas, que terminan por debilitar a su país de origen mediante guerras innecesarias y agobiadoras. [4] No soy el único en ver a EE.UU. en las etapas finales de ese proceso, que desde el Renacimiento ha abatido a España. Holanda y Gran Bretaña.

Gran parte de lo que escribí resumió los pensamientos de escritores que me precedieron como Paul Kennedy y Kevin Phillips. Pero hay un aspecto de la maldición de la expansión que no subrayé suficientemente: cómo la dominación crea ilusiones megalómanas de control insuperable y cómo a su vez esa ilusión es cristalizada en una ideología prevaleciente de dominación. Me sorprende que tan pocos, hasta ahora, hayan señalado que desde el punto de vista público esas ideologías son ilusorias, tal vez incluso demenciales. En este ensayo argumentaré, sin embargo, que lo que parece demencial desde un punto de vista público tiene sentido desde la perspectiva más estrecha de aquellos que se benefician con la provisión de violencia e inteligencia privada empresarial.

La ideología de la dominación fue expresada en el caso de los gobernantes británicos por Sir Halford Mackinder en 1919: “Quien gobierna Europa Oriental domina el Corazón del Territorio; Quien domina el corazón del territorio gobierna la Isla Mundo; Quien domina la Isla Mundo gobierna el Mundo.” [5] Esta frase, aunque expresada después que el poder de Gran Bretaña ya había comenzado a declinar, articuló con exactitud las ansiedades de los planificadores imperiales que se vieron jugando “el Gran Juego”, y quienes por lo tanto sacrificaron en 1809 todo un ejército británico de doce mil hombres en las tierras salvajes de Afganistán.

Expandida por Karl Haushofer y otros alemanes en la supuesta “ciencia” de la geopolítica, esta doctrina ayudó a inspirar el desastroso “Drang nach Osten” ["Afán de ir hacia el este"], que terminó rápidamente con las esperanzas militares del Tercer Reich nazi. Se podría haber pensado que a estas alturas las lecciones de Napoleón e Hitler hubieran eclipsado todas las ilusiones de que cualquier potencia pudiera dominar por sí sola la “Isla Mundo,” y mucho menos el mundo.

Kissinger, por lo pronto, parece haber aprendido esa lección, cuando escribió que: “Al decir geopolítica, quiero decir un enfoque que presta atención a los requerimientos del equilibrio.” [6] Pero (en gran parte por su compromiso con el equilibrio en el orden mundial) Kissinger fue pasado por alto por los eventos a mediados de los años setenta, llevando al triunfo del modo de pensar de la dominación global, como lo expresaron pensadores como Zbigniew Brzezinski.[7]

El propio Brzezinski ha reconocido cómo sus infundadas maquinaciones en Afganistán en 1978-1979 produjeron las reacciones de al-Qaeda y del terrorismo yihadista. Al preguntársele en 1998 si lamentaba su aventurerismo, Brzezinski respondió:

“¿Lamentado qué? La operación secreta fue una excelente idea. Atrajo a los rusos a la trampa afgana ¿y quiere que lo lamente? El día en el que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, escribí al presidente Carter diciendo, en esencia: ‘Ahora tenemos la oportunidad de dar a la URSS su Guerra de Vietnam.’”

Nouvel Observateur: “¿Y tampoco lamenta haber apoyado el fundamentalismo islámico, que ha dado armas y orientación a futuros terroristas?”

Brzezinski: “¿Qué es más importante en la historia del mundo? ¿Los talibanes o el colapso del imperio soviético? ¿Algunos musulmanes agitados o la liberación de Europa Central y el fin de la Guerra Fría?”

Cuando le preguntaron si el fundamentalismo islámico representa una amenaza mundial, Brzezinski respondió

“¡Tonterías!” [8]

De alguna manera, el Brzezinski posterior a Afganistán se ha hecho más moderado en sus expectativas para el poder de EE.UU.: Notablemente advirtió contra la Guerra del Golfo en 1990 y también contra la agitación del vicepresidente Cheney, mientras éste ocupaba su puesto, a favor de algún tipo de ataque preventivo contra Irán. Pero nunca ha retractado la retórica Mackinderita de su libro de 1997 “The Grand Chessboard,” que resucita la ilusión de “controlar” la región vital eurasiática:

Por primera vez en la historia, una potencia no-eurasiática ha emergido no sólo como árbitro esencial de las relaciones de poder eurasiáticas sino también como la potencia suprema del mundo. La derrota y el colapso de la Unión Soviética fue el paso final en la rápida superioridad de una potencia del Hemisferio Occidental, EE.UU., como la única y, por cierto, la primera potencia verdaderamente global.” (p. xiii) continúa acá....

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