
Fuentes: Rebelión
Se cumplen setenta y cinco años de la victoria definitiva del
Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS)
sobre el genocida régimen nazi implantado por Adolfo Hitler en Alemania
años atrás, la victoria final que permitió la liberación de Europa y del
mundo, aconteció el nueve de mayo de 1945, con la firma de rendición
absoluta e incondicional del gobierno y el ejército nazi, ya había
acontecido la toma de Berlín y el suicidio de los dirigentes nazis,
hechos que demostraron la grandeza del Ejercito Rojo, el verdadero
liberador de la humanidad ante tan absurdo e inhumano régimen como fue
el nazismo y el fascismo, los grandes sacrificios de millones de
militantes, soldados y civiles que se entregaron a la causa por la
defensa de la humanidad deben ser recordados y honrados combatiendo la
tergiversación capitalista de la historia que tiene la intención de
implantar en la memoria versiones favorables a sus intereses privados.
Desde
hace setenta y cinco años, el imperialismo formula mitos manipulados
sobre lo hechos reales, la propaganda imperialista a través de
películas, series televisivas, enciclopedias, miles de libros y
artículos, ha querido erigir como triunfador a los Estados Unidos y
demás países aliados, pero la verdad es otra, pues sin la
resistencia iniciada en el otoño de 1941 por la Unión Soviética
frente a los ataques del ejercito nazi que buscó sitiar Moscú y
Leningrado no podríamos hoy hablar de una victoria sobre el
genocidio nazi-fascista perpetrado contra millones de seres humanos,
la agresión nazi contra la URRS tenia el objetivo no simplemente de
ocupar los territorios y extender su domino, buscaba la exterminación
del comunismo con el apoyo soterrado del imperialismo estadounidense,
evidencia de ello, ha sido la manipulación mediática ya referida,
el comienzo de la Guerra Fría lanzada contra los países socialistas
por los Estados Unidos y sus aliados a penas terminada la Segunda
Guerra Mundial y las dictaduras latinoamericanas de raíz fascista
que tanto apoyó el imperialismo estadounidense contra los procesos
de liberación de los pueblos de la región; no se olvide nunca jamás
que el nazi-fascismo
es una expresión del capitalismo imperialista.
Otra
muestra del oscuro rostro del imperialismo, son los bombardeos
atómicos realizados sobre Hiroshima y Nagasaki por parte de los
Estados Unidos, no había ninguna justificación militar ni moral
para tan atroces hechos, fueron en realidad, el anuncio de que, una
vez acabada la amenaza nazi, ellos; el imperialismo, iría como lo
hizo tras sus intereses en el mundo desplegando un sinfín de actos
atroces e inhumanos. La propaganda de guerra perpetua del
imperialismo ha vendido esos hechos como actos necesarios cuyo costo
era inevitable, simples manipulaciones sobre el genocidio cometido en
esas ciudades del ya rendido Japón, a quien de esa forma sometieron
a sus intereses hegemónicos geopolíticos, la victoria real sobre el
nazismo hitleriano fue gracias a la voluntad, la entrega, el
compromiso y el empeño puesto por toda la Unión Soviética, que
nunca aceptó la capitulación ante los nazis, junto al Ejercito
Rojo, miles de militantes comunistas, socialistas y libertarios
lucharon en los rincones de la Europa ocupada, las guerrillas
partisanas italianas, las brigadas españolas que se unieron al
combate, la resistencia francesa, polaca, griega y yugoslava junto a
la realizada en todos los territorios invadidos por los nazis, son la
raíz de la victoria que cumple sus primeros setenta y cinco años,
las redes de solidaridad humana que hermanó a los pueblos y superó
el racismo y xenofobia nazi, al tejer los caminos de salvación de
cientos de miles de perseguidos por el régimen genocida, así como
las acciones heroicas de contención, mostraron la esperanza nunca
claudicada en el ánimo, sin duda, la página negra que significa el
periodo nazi para la humanidad, el costo de millones de vidas, la
barbarie desatada en los campos de concentración, son la advertencia
sobre aquello que no debemos permitir regrese jamás.
En
ese sentido, es justo de recordarse el llamado que efectuó Josef
Stalin su discurso del 3 de julio de 1941 a las fuerzas del Ejercito
Rojo y a todos los pueblos integrados en la Unión Soviética para
mantener y extender la resistencia contra la invasión de la Alemania
nazi sin importar el esfuerzo que significara: “La historia
demuestra que no existen ejércitos invencibles, y que nunca han
existido. El ejército de Napoleón era considerado invencible, pero
fue derrotado sucesivamente por el ruso, el inglés y el alemán […]
Nuestra gente no debe conocer el miedo en la batalla y debe unirse
desinteresadamente a nuestra guerra patriótica de liberación,
nuestra guerra contra los esclavistas fascistas […] El objetivo de
esta guerra nacional en defensa de nuestro país contra los opresores
fascistas no es tan sólo la eliminación del peligro que se cierne
sobre nosotros, sino también la ayuda a todos los pueblos europeos
que gimen bajo el yugo del fascismo alemán”. El discurso es claro,
se sabia que la batalla no era únicamente contra el deseo de poner
de Hitler, era y siempre fue, una batalla por el porvenir de la
humanidad. Tras el proceso contrarrevolucionario que llevó a la
desintegración de la Unión Soviética, la propaganda imperialista
ha buscado borrar toda huella del papel fundamental jugado por el
Ejército Rojo en la victoria sobre el nazi-fascismo, esa
tergiversación histórica se refleja en las enseñanzas que se
imparten en las aulas escolares de todos los niveles en gran parte
del mundo donde los contenidos tiene un carácter colonizado, ahí
está también la lucha por la memoria histórica y por la
consciencia a favor de nuestros pueblos, combatir la mentira y la
manipulación mediática imperialista es un imperativo vigente y
urgente para la difusión de la verdad histórica que reconozca el
lugar de la Unión Soviética en la victoria sobre el genocidio nazi,
la historia es nuestra, la hacen los pueblos en su actuar, no
permitamos se nos robe la verdad ni enturbie la memoria, defendamos
la historia difundiéndola, estudiándola y haciéndola memoria viva
de nuestros pueblos.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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