Entrevista a Veronika Krashenínnikova, vicepresidenta de
la Comisión de Diplomacia Pública y Preservación de Valores de la
Cámara Cívica de Rusia
Hace 75 años el Tercer Reich nazista fue derrotado por el
Ejército Rojo de la URSS. Lamentablemente la ideología del nazismo y el
fascismo no ha desaparecido y hoy resurge, apuntalada por grandes
intereses utilitaristas, racistas y militaristas que buscan dominar el
mundo. ¿Podemos acaso «coexistir» con esa ideología?
Cada año, el 9 de mayo, Rusia celebra su victoria en la Gran Guerra
Patria. Este nefasto periodo de la historia de la humanidad ha tocado a
todas las familias y por eso mismo es la fecha que les une, para
celebrar la vida y renovar el compromiso por la paz.
La Cámara Cívica de la Federación de Rusia, OPRF, han hecho pública una página web dedicada al 75 aniversario del triunfo de la Gran Guerra Patria,
en cinco idiomas, donde figuras políticas y públicas, historiadores y
académicos de distintas partes del mundo, hablan sobre el sufrimiento al
que fueron sometidos sus pueblos y expresan su preocupación por el
renacimiento de la ultraderecha.
Actualmente, se vive el resurgimiento y expansión de la ideología en
cada vez más países del mundo. Para tener una perspectiva mayor decidí
hacer unas consultas a Veronika Krashenínnikova, vicepresidenta de la Comisión de Diplomacia Pública y Preservación de Valores de la Cámara Cívica de Rusia.
—¿Qué representa esta fecha para las nuevas generaciones de rusos?
Para nosotros, el heroísmo masivo del pueblo soviético, de nuestros abuelos y abuelas,
esos gigantescos esfuerzos humanos, que fueron a veces más allá del
alcance de lo posible, es el mayor tesoro en cuanto a nuestra identidad
como rusos. Puedo decir que de ese heroísmo estamos hechos, es parte ya
de nuestro código genético.
Precisamente por eso, para honrar a nuestros antepasados, para que no
se repita esa historia, es que estamos ahora obligados a proteger la
Gran Victoria.
Ennoblecer la memoria de esos 27 millones de soviéticos que pagaron
con sus vidas, implica que debemos tomar conciencia de que hoy es
nuestro turno para repeler los ataques de las ideologías de odio que se
ciernen en el mundo.
—Si hubo tanto dolor e inhumanidad en ese proyecto
hitleriano, ¿cómo entender que en el mundo hoy tengan admiradores y
seguidores?
Se sabe que, en período de crisis económica, las contradicciones se
agudizan y el capitalismo se precipita hacia la extrema derecha. Por lo
tanto, la lucha contra esta ideología, que adquiere nuevas formas, es un
proceso constante.
No hay duda de que la crisis económica que seguirá a la pandemia de
coronavirus exacerbará las contradicciones entre y dentro de los
estados.
—¿Por qué hay personas que se sienten atraídas por esa ideología?
El fascismo logra atraer a las multitudes porque apela demagógicamente a
sus necesidades y demandas especialmente urgentes y, a veces, incluso
juega con sus tradiciones revolucionarias.
Los principales radicales de hoy, a diferencia de la década de 1930,
no están en Alemania, sino en los EEUU: estos son círculos
ultraconservadores y Donald Trump los representa.
—¿Cómo se manifiesta el fascismo?
En el siglo XXI, el fascismo adquirió nuevas formas, nuevos conceptos
y líneas de acción. Usualmente promueven la militarización y buscan
desequilibrar coaliciones, se consideran omnipotentes y no tengo ni una
pizca de duda de que por su «supervivencia» están dispuestos a matar,
como ocurre regularmente en los Estados Unidos.
Los racistas modernos hablan de la «supervivencia de la cultura
occidental», sobre la necesidad de «preservar la identidad blanca y
proteger los derechos de los blancos», que están «en riesgo». Se
manifiesta de distintas formas, pero siempre está presente la violencia,
la imposición de ideas, el racismo, la xenofobia, la negación al
diferente. Esos son algunos de sus rasgos.
—¿Qué debemos hacer ante esto?
No importa dónde usted viva, todos debemos estar alerta,
incluso nosotros en Rusia también debemos estar atentos. La comprensión
del nazismo y el fascismo en nuestro país está históricamente vinculada
al Tercer Reich de Hitler, los regímenes de Mussolini y Franco.
Pero el renovado «semblante» del fascismo europeo de posguerra en
Rusia es poco conocido. Por ejemplo, hay intentos de los modernos
«nuevos fascistas» occidentales de presentarse como «amigos» de Rusia
que son el insulto más sofisticado que puede infligirse a la historia y
la conciencia nacional de los rusos.
Nuestro deber hoy es tratar de desentrañar esas nuevas formas de
violencia. Mucha gente, especialmente joven, que no sufrió la guerra,
puede ser presa de esas ideologías.
La pérdida de la memoria histórica
o su distorsión contribuye a desorientar a millones en el mundo. El
cine, los libros, algunos medios de comunicación dominantes en el mundo,
distintas instituciones promueven el revisionismode la historia de la
Segunda Guerra Mundial, así se va perdiendo la memoria y la capacidad de
reaccionar ante el inminente peligro.
—¿Estamos acaso solos en esta lucha?
Si la pregunta se refiere a ¿quiénes son nuestros verdaderos amigos? De
hecho, en todo el mundo, los antifascistas somos una gran mayoría, pero
hace falta comunicarnos y establecer redes de solidaridad y diálogo.
No estamos solos, somos millones, pero a veces el problema
es que estamos algo alejados o actuamos por separado. Todos los que
están en contra de la militarización, contra la injerencia en asuntos
internos, quienes buscan la paz con justicia, quien buscan el
entendimiento mutuo, en todos los continentes, están con nosotros.
Y algo más, muy importante: Todos los que buscan soluciones
fundamentales sistémicas a los problemas que conducen al crecimiento de
las actitudes de extrema derecha (injusticia social, empobrecimiento y
el aumento de la brecha entre ricos y pobres) están con nosotros.
Celebramos el Día de la Victoria, recordando a los caídos y les damos
las gracias por el gran sacrificio al que debemos nuestra su
existencia. Sin embargo, esto no es suficiente. Debemos proteger a
nuestros pueblos y a todala humanidad del resurgimiento de la ideología
del odio y la violencia, cualquiera que sea su forma.
—El ‘daño colateral’ que sufrió Latinoamérica
Esta fecha nos debe llevar a la reflexión de ese nefasto periodo de
la historia. Para nosotros los latinoamericanos y caribeños, tal vez el
hablar de la Segunda Guerra Mundial puede sonar como algo muy lejano,
pero no debería ser así.
Si bien es cierto que la región prácticamente no sufrió lo que otros
países durante esa cruenta guerra, pero en nuestro territorio se
escribió una de las más trágicas consecuencias.
Como lo relata Martin Lee en su libro La bestia despierta. Resurgimiento del fascismo de agentes de espionaje de Hitler a grupos neonazis de hoy y de extrema derecha,
después de la guerra, en 1947 el principio rector de la
contrainteligencia norteamericana cambió radicalmente: la cacería de
nazis fue cambiada por la actividad anticomunista.
Para ese cometido, necesitaban colaboradores dispuestos a todo. ¿Y
quién mejor que esos nazis, que al haber perdido la guerra buscaban
reciclarse? Los organismos de contrainteligencia norteamericana,
reclutaron a su servicio, a criminales de guerra con el pleno
conocimiento de que eran personas que cometieron horrendas violaciones.
Mientras Europa salía de su crisis posguerra, mientras las colonias
intentaban liberarse del yugo, mientras el mundo no salía del asombro,
EEUU diseñó su nueva estrategia de dominio mundial utilizando para ello a
los más nefastos personajes nazis.
Los criminales reciclados llegaron a distintos países de
Latinoamérica con la ayuda de sus nuevos amigos norteamericanos, bajo
nuevos nombres, pero con viejas mañas.
Latinoamérica se sumergió durante décadas a períodos sombríos de dictaduras militares con miles de muertos, y sus mejores asesores fueron los criminales nazis metamorfoseados.
Josef Menguele, conocido como el Ángel de la Muerte, se refugió en Paraguay, Klaus Barbie conocido como el Carnicero de León,
se refugió en Bolivia. Esos son apenas dos nombres en esa larga lista
de criminales de guerra, que pasaron a ser asesores de dictadores en
Latinoamérica y que participaban directamente en represiones y torturas.
El Plan Cóndor
de la década de los años 70 tuvo relación directa con los nazis que
vivían a sus anchas en Latinoamérica. El Plan Cóndor sostuvo cruentas
dictaduras militares y se cuentan por miles las víctimas que fueron
torturadas, desaparecidas y asesinadas durante esos años de terror.
Estas son apenas unas pinceladas de cómo fue afectada Latinoamérica y el
Caribe luego de la segunda guerra mundial. ¿Luego de esto, podemos
acaso decir que no nos afectó?
La actual crisis de salud que se expande hacia todos los ámbitos de
nuestra vida, nos ha hecho más vulnerables. Eso implica el peligro de
que las ideologías de odio se expandan, que las libertades sean
coartadas y que los pocos logros socioeconómicos conseguidos en el mundo
sufran mayor retroceso.
El antídoto contra las ideologías fascistas son la solidaridad y la
búsqueda de la justicia, el rechazo a la violencia, el racismo y la
xenofobia. Pero eso no viene automáticamente, requiere del concurso de
todos y cada uno de nosotros.
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