Immanuel Wallerstein
Mi primer comentario
apareció el 1º de octubre de 1998. Fue publicado por el Centro Fernand
Braudel (FBC) en la Universidad de Binghamton. He producido comentarios
el primero y el 15 de cada mes sin excepción. Este es el comentario 500.
Este será el último comentario que escriba.
Me he dedicado a escribir estos comentarios con total regularidad.
Pero nadie vive para siempre y no hay modo de que pueda seguir haciendo
estos artículos por más tiempo.
Así, hace algún tiempo me dije que haría el número 500 y después me retiraría. Ya hice el número 500 y me retiro.
Mis comentarios tienen un formato especial. No son blogs, que son
escritos en que los escritores los van cambiando a su voluntad. Por el
contrario, se supone que mis comentarios sean permanentes y que no
cambien nunca.
Los comentarios han tenido un formato claro. Algunos, como en el
comentario número uno, el título es el tema. Pero con más frecuencia el
título es el tema según el modo particular que anoto a continuación.
El comentario abre con algunas cuantas palabras para atraer la
atención del lector, seguidas ya sea por una pregunta o por dos puntos.
De ahí sigue lo que podría decirse un subtítulo en que hago referencia
concreta a lo que este comentario alude. Éstas son unas cinco o seis
palabras adicionales.
Pueden traducirse todos los comentarios y yo he intentado que se
traduzcan los más posibles. Las traducciones tienen un formato estricto.
Concedemos derechos de traducción gratis para las primeras mil copias
de la traducción inicial. Esto es para pagar los costos de traducirlos.
De nuevo, los comentarios deben seguir ciertas reglas. Nada puede
añadirse y nada puede suprimirse del comentario, que debe ser
reproducido en total fidelidad. Con el fin de garantizar que éste sea el
caso, la propuesta de una nueva traducción debe responderse de la
siguiente manera.
Primero, revisamos si antes se ha traducido un comentario. Si éste es
el caso, agradecemos a la o el proponente su interés y le indicamos que
ya se hizo. Les indicamos dónde puede hallar la traducción completa.
Sólo puede haber una traducción, y sólo puede haber una versión en
inglés.
Hay un solo lenguaje al que se tradujeron todos los 500 comentarios.
Este lenguaje es el chino mandarín. Es más, la traductora siempre fue la
misma persona. Ella es una antigua estudiante mía y está muy
familiarizada con mi pensamiento. Otros lenguajes cuentan con muchos
artículos traducidos, pero sólo el mandarín los tiene todos.
Desde hace tiempo, están disponibles para su compra por publicaciones
con fines de lucro. Pueden entrar en contacto con mi agente: la Agence
Global. Aprovecho la ocasión para agradecer a todas las personas
involucradas en cumplir con estos acuerdos.
Soy yo, y nadie más, quien elige el tema del comentario y quien
garantiza la singularidad de la traducción. Todos los comentarios y
todas sus traducciones están archivados y están disponibles para
cualquiera, sea la persona que nos escribe con regularidad o simplemente
alguien que se sintoniza con nosotros por una sola ocasión. Estos
comentarios son miembros permanentes de la comunidad de los
comentarios.
Es en este sentido que el presente comentario está llegando a su fin.
Es el futuro lo que es más importante y más interesante, pero es
inapresable inherentemente. Debido a la crisis estructural del moderno
sistema-mundo, es posible, posible pero no absolutamente cierto, que un
uso transformador de un complejo 1968 sea logrado por alguien o algún
grupo. Probablemente llevará mucho tiempo y continuará mucho después del
final de los comentarios. Es difícil predecir lo que configura esta
nueva actividad.
Así, el mundo puede seguir recorriendo senderos paralelos. O no. He
indicado en el pasado que pienso que hay una lucha crucial, que es la
lucha de clases, entendiendo clase en su sentido más amplio. Lo que
puedan hacer quienes vivan en el futuro es luchar consigo mismos para
que este cambio sí sea uno real. Sigo pensando, por tanto, que hay una
probabilidad de 50-50 de que ocurra un cambio transformador, pero sólo
50-50.
Traducción: Ramón Vera-Herrera
© Immanuel Wallerstein
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