Después de más de dos 
décadas de haber sido ratificado el Convenio 169 de la OIT y de una 
década de haber haber sido aprobada la Declaración de Naciones Unidas 
sobre Pueblos Indígenas, el Estado de Honduras estÁ imponiendo una Ley 
de Consulta Previa para los pueblos indígenas con la cual pretende 
ademas de “cumplir” con los compromisos adquiridos, desmantelar la 
consulta para convertirla en un mero trámite administrativo. 
El secuestro ideológico de la consulta que pretende el Estado no es 
nada nuevo, en un país en donde el grupúsculo de leguleyos que detectan 
el poder, acostumbran legislar con el fin de reducir y negar derechos, 
para obtener réditos económicos. 
En los últimos 9 años los pueblos indígenas en Honduras hemos 
enfrentado una creciente ofensiva destinada al despojo de nuestros 
territorios ancestrales, acompañada al mismo tiempo de una oleada de 
violencia, promovida por el Estado y gremios empresariales, que 
pretenden apoderarse de los remanentes de los denominados “recursos 
naturales”, como parte de una visión extractivista, la cual está 
cimentada en la destrucción de la madre tierra. 
La persecución y criminalización de líderes y defensores de nuestros 
territorios, como medida de presión para que la élite empresarial logre 
sus objetivos, ha generado una serie de asesinatos, entre ellos el de 
Berta Cáceres (marzo 2016), eliminada aparentemente por militares 
activos y retirados ademas de ejecutivos de la empresa energética, 
constructora de una planta hidroeléctrica, sin haber efectuado la 
consulta previa, libre e informada (CPLI), consignada como mandatoria en
 el Convenio 169 (C169) y la Declaración de Naciones Unidas sobre los 
Derechos de los Pueblos Indígenas. 
El asesinato de Berta Cáceres sacó a flote la enorme problemática 
existente en Honduras en materia de seguridad y de aplicación de 
justicia. Durante mas de dos décadas de haber sido ratificado el C169, 
el Estado ha tergiversado de forma deliberada la consulta con 
socialización, imponiendo de esta forma desde leyes, decretos, proyectos
 de “desarrollo", áreas protegidas, entre otras.
 A partir del golpe de
 Estado (2009) se inicia una aprobación acelerada de leyes inconsultas 
que han generado un sinfín de conflictos, los que ante la inexistencia 
de un estado de ley en el país, se han convertido en despojos. En el 
caso del pueblo Garífuna, la aprobación de la Ley de Regiones Especiales
 para el Desarrollo (2011), conocida también como “ciudades modelo” ha 
dado lugar a enormes presiones territoriales, especialmente en la bahía 
de Trujillo, donde de forma paulatina las comunidades de Guadalupe, San 
Antonio, Santa Fe, Cristales, Rio Negro y Puerto Castilla, buena parte 
de su hábitat funcional fue adquirido por inversionistas canadienses, 
siendo conocida la Bahía hoy en día como “little Canada”. 
A pesar que existen casos ventilándose en el Juzgado de la Ciudad de 
Trujillo en contra de ciudadanos canadienses por usurpación, los fallos 
no se apegan a derecho; mientras líderes comunitarios Garífuna son 
proseguidos y perseguidos por la defensa de su territorio ancestral, 
desconociendo la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos 
Humanos (Corte IDH) en materia de derechos indígenas.
 Después de haber
 sido defenestrada la Corte Constitucional (12-12-12) por el poder 
legislativo, como represalia de haber declarado inconstitucional las 
ciudades modelo, meses después fue reintroducida las “ciudades modelo” 
bajo el nombre de Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo (ZEDE). Sí 
bien en la primera versión de las ciudades modelo abarcaban 24 de las 47
 comunidades Garífunas existentes en Honduras, en su segunda versión 
incluye 20 comunidades Garífunas como presuntos escenarios para 
establecer las ZEDE.
 Las “ciudades modelo” surgen como una iniciativa 
promovida por el economista estadounidense Paul Romer, el que primero 
intentó su experimento de gobernanza en la isla de Mauricio, situación 
que desembocó en un golpe de Estado. Posteriormente Romer tras el golpe 
en Honduras, avizoró en la crisis existente una oportunidad para 
establecer Zonas Económicas Especiales con el agregado de tercerización 
de justicia y seguridad, dando lugar a lo que puede ser consideradas 
como ciudades- nación cuasi independientes. 
En los territorios que han sido consideradas como posibles lugares para
 la ubicación de las ZEDE, se viene dando fuertes especulaciones en 
materia de bienes raíces, generando el desplazamiento poblacional. La 
demolición casi en su totalidad de Río Negro – una de los primeros 
asentamientos del pueblo Garífuna en Honduras- es un indicador de las 
presiones que se vienen dando en relación a las ZEDEs. Desde el inicio 
de las “ciudades modelo” se ha señalado a Trujillo como la posible 
primera ubicación en Honduras. 
Los vaivenes políticos en el país, sumado a la violencia imperante, no 
ha permitido el despegue de las “ciudades modelo’. Sin embargo el año 
pasado previo a las elecciones de noviembre, el actual mandatario 
efectuó un relanzamiento de las ZEDE, el que incluyó un viaje a Texas 
con el propósito de vender las ZEDE, las que se han convertido en uno de
 los ejes de su gobierno. El relanzamiento aparentemente ha contado con 
el apoyo de la Consultora Mckinsey y el Banco Interamericano de 
Desarrollo, en su portal incluye un prospecto de proyecto destinado a 
“la conceptualización y preparación de estudios técnicos y diseños para 
el establecimiento de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico”. 
Una de las empresas que aparentemente ha demostrado interés en invertir
 en las ZEDE, es el emporio de Kelcy Warren, propietario de Energy 
Transfer, el que pretende construir un complejo energético en la bahía 
de Trujillo el que incluiría una refinería, termoeléctrica y una planta 
de reconversión de gas licuado de petróleo (GLP) que serviría para 
distribuir el gas de esquisto proveniente desde Texas para toda 
Centroamérica. 
La mayoría de los planes de “desarrollo” para la Bahía 
de Trujillo incluyen el desplazamiento de la población de la comunidad 
Garífuna de Puerto Castilla, la que fue relocalizada en 1973, cuando el 
General Álvarez Martínez, pistola en mano, obligó a los Garífunas de la 
comunidad de Cristales y Río Negro a ceder el territorio de la vieja 
Castilla a la Empresa Nacional Portuaria. Existe una enorme aprehensión 
por parte de los habitantes de Puerto Castilla sobre una nueva 
relocalización, que les fue anunciado desde hace dos años. 
El desconocimiento por parte del Estado del CPLI, y la utilización de 
la socialización como sustituto, ha tomado un nuevo curso. Ante las 
presiones del AVA FLEGT de la Unión Europea y el Programa ONU-REDD, el 
Estado de Honduras en el 2012 impulsó la creación de un mecanismo de 
CPLI. Tanto la Confederación de pueblos Autóctonos de Honduras (CONPAH),
 la Dirección Nacional de Pueblos Indígena y Afrodescendientes 
(DINAFROH) y el Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos 
Indígenas y Negros (ODHPINH), realizaron su propias versiones del 
anteproyecto de ley CPLI. 
Sin embargo, en el 2016, el PNUD y el Estado optaron por una nueva 
versión, para lo cual contrataron al jurista peruano Ivan Lanegra, autor
 de la controvertida Ley de Consulta del Perú. Una vez más el Estado 
pretendió convertir las socializaciones realizadas en conjunto con el 
PNUD en un proceso de consulta. Posteriormente, con la visita efectuada 
en agosto de 2017 por la Relatora de Naciones Unidas para pueblos 
indígenas, la Sra Vicky Tauli Corpuz, el PNUD y el Estado optaron por 
denominar el proceso realizado como una socialización. 
La señora Tauli Corpuz emitió un segundo informe en junio de 2017, 
denominado observaciones adicionales en las que exhortó al Estado de 
Honduras “a garantizar que se respeten los estándares internacionales 
sobre consulta previa y otros derechos humanos de los pueblos 
indígenas”. Desafortunadamente el Estado ignoró los señalamientos de la 
Relatora y para febrero del presente año envió a la Organización 
Internacional de Trabajo una nueva versión, que podemos señalar como más
 nociva para los pueblos indígenas, que la versión del Sr. Ivan Lanegra y
 sus variantes.
Podemos indicar que el Estado de Honduras pretende realizar un 
secuestro ideológico de la consulta previa, convirtiéndola en un mero 
tramite administrativo, en el cual a los pueblos indígenas se le deniega
 su libre determinación. Como resultado de dicha tergiversación de la 
consulta, el Estado y empresarios podrán determinar el futuro de 
nuestros territorios.
 A pesar que la Relatora manifestó en sus 
observaciones adicionales “preocupación en relación a los reiterados 
comentarios escuchados vinculando el consentimiento libre, previo e 
informado con un veto. A este respecto, la Relatora Especial reitera lo 
manifestado por su predecesor de que si se reducen los principios de 
consulta y consentimiento a un debate sobre la existencia de un poder de
 veto, se pierde de vista el espíritu y carácter de dichos principios 
según los estándares internacionales. Estos principios buscan crear un 
diálogo de buena fe entre los Estados y los pueblos indígenas para que, 
mediante la búsqueda de acuerdos y consensos, se ponga fin a modelos 
históricos de imposición de decisiones sobre los pueblos indígenas, 
amenazando su supervivencia como pueblos”. El Estado incluyó en el 
artículo 2 del anteproyecto que la “Consulta no otorga derecho a veto ̈,
 además de ratificar que la decisión final de la consulta, la toma el 
Estado. 
En agosto del año pasado, el Congreso Nacional aprobó la inconsulta Ley
 de Incentivos al Turismo, promovida por la consultora McKinse en el 
marco del programa Honduras 20-20. La ley permite desde la utilización 
de áreas protegidas para inversiones turísticas hasta la expropiación 
forzosa en base a una ley que data de 1913, y la cual fue invocada para 
presionar a los habitantes de Rió Negro y de esta forma permitir la 
demolición para la construcción de un muelle de cruceros en Trujillo.
Más allá de la manipulación que viene efectuando el Estado con el 
propósito de desconceptualizar el CPLI, las secuelas del crimen 
organizado y el Estado fallido existente en Honduras forman parte de la 
cadena de hechos que ponen en duda la existencia de un Estado de derecho
 en el país; a pesar de los supuestos avances en la lucha contra el 
narcotráfico, las estructura económicas del crimen organizado permanecen
 intactas, siendo la adquisición de enormes tractos de tierra una de las
 formas más habituales de lavado de activos, situación que ha generado 
graves consecuencias para las comunidades Garífunas.
Como muestra de la ausencia de apego a la jurisprudencia sobre la 
consulta y el deber del Estado de respeto dicho derecho, el Alcalde de 
la Ceiba, el Sr. Jerry Sabio, convocó el 6 de julio a un cabildo abierto
 para tomar la decisión sobre la instalación de una planta 
termoeléctrica de 87 megavatios entre las comunidades Garífunas de 
Corozal y Sambo Creek, a pesar que las comunidades comunidades exigieron
 el CPLI. Miembros de las comunidades interpusieron la respectiva 
denuncia ante la Fiscalía de las Etnias, sin embargo las maquinarias 
continúan trabajando en la edificación de la termoeléctrica. 
La consulta previa es la médula de los derecho colectivos que poseemos 
los pueblos indígenas. El anteproyecto de Ley de Consulta, promovido por
 AVA FLEGT, ONU REDD, PNUD y el Estado de Honduras, además de 
distorsionar la consulta dará lugar a un ciclo de violencia en contra de
 los pueblos indígenas. 
 
 
 
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