Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

domingo, 10 de junio de 2018

Retos de la historia


Rafael Vergara

En primera vuelta ganó la democracia. La continuidad fue vencida. El multipartidismo y la ciudadanía libre se expresaron con vocación de cambio. En paz, con tregua del ELN, 19 millones de derecha, izquierda y centro derrotamos la abstención y las maquinarias liberal-conservadora de la U y Cambio Radical.
Luego de ocho años de Juan Manuel Santos, con cambio de enfoque y diferenciados, elegimos entre Iván Duque, el uribismo rejuvenecido, y Gustavo Petro, el contrapoder y líder de la renovación democrática, quien junto con Sergio Fajardo, tercero en votación, sorprendió con un ascendente respaldo popular.
Con 7.5 millones de votos, Duque (39.14 por ciento) fue tributario de la organización y fuerza que se expresó en el no, la consulta que lo catapultó y la votación del Congreso. Como estratega, tras bambalinas, Uribe movió los hilos y Duque mostró la cara amable y constructiva.
Gustavo Petro pulverizó las tradicionales cifras de la izquierda con 4.8 millones de votantes (25.9 por ciento), resultado del reconocimiento y acogida a propuestas, debates, foros y masivas manifestaciones en todo el país.
Consolidó una fuerza nacional y obtuvo fidelidad a Colombia Humana, en especial en la costa Caribe y Bogotá, estratégicas en la elección. Pese a la satanización, el miedo y la manipulación, Petro obtuvo el respaldo de fuerzas políticas, sociales y ciudadanos. Abrió el espacio para un acuerdo sobre lo fundamental.
Fajardo, con 4.5 millones de votos (23.73 por ciento) unido con Petro, era importante para la victoria del cambio. La unidad habría permitido superar 49.6 por ciento obtenido entre ambos. Su decisión de sufragar en blanco y dejar en libertad a sus seguidores entraña una responsabilidad con el futuro del país.
Los programas de ambos recogen la voluntad de derrotar el uribismo, erradicar la corrupción y el clientelismo, así como de implementar el acuerdo de paz y desarrollar un renovado modelo capitalista sostenible, priorizando la educación, la justicia social y el medio ambiente.
Ahora, remontar la diferencia será más fuerte.
Duque es vino agrio en copa nueva, de ahí la presencia de los ex mandatarios gendarmes de ayer y la adhesión de la maquinaria liberal-conservadora y su clientelismo.
Mayoritariamente, el Polo y los Verdes de la Coalición Colombia apoyan a Petro. Dieciocho senadores y representantes, organización y ciudadanos, comprometidos con el cambio, que votaron por Fajardo no sienten satisfacción con la alegría que produjo a Duque su voto en blanco.
Si ganan se perpetuará el uribismo y podrán imponer una dictadura constitucional con la presidencia, las mayorías en el Congreso y la anunciada decisión de reformar la Constitución para neutralizar la justicia.
En la vida se es magnánimo o pusilánime. La neutralidad favorece al viejo país.
El reto es derrotar la inequidad, los odios y el guerrerismo, al presidente eterno, como dice Duque a Uribe, su jefe. ¡Queremos una era de paz y pluralismo!

No hay comentarios: