@TaroaZuniga
Carlos Mesa parece liderar –en este momento- el discurso independiente de oposición al Gobierno de Evo Morales. A pesar de que ha declarado en varias ocasiones que no se presentará como candidato en las elecciones del 2019, los medios –y las encuestas, hasta finales del 2017- lo proyectan como el posible contrincante de Morales a la presidencia. Es probable que, en un estilo coherente con su historial político, anuncie a último momento la candidatura que, a todas luces, viene preparando.
La carrera política de Mesa empezó en febrero del 2002, cuando aceptó la oferta de acompañar a Sánchez de Lozada en la fórmula presidencial. La elección de Mesa como candidato a vicepresidente seguramente respondió a la estrategia de capitalizar una audiencia ganada a través de su proyección en los medios.
Desde 1990 y hasta el mismo 2002, el ahora ex-presidente fungió como presentador del informativo del canal de la Red Periodistas Asociados Televisión (PAT), lo que le dio cierta visibilidad. Sin embargo, su verdadera popularidad se talló entre 1983 y 2001, como conductor de De Cerca, un programa de entrevistas que contó entre sus invitados con sujetos de renombre en la región, tanto en el ámbito político como el cultural. En 1993 entrevistó a Fidel Castro y por el podio de invitados desfilaron personajes de diversas posturas políticas y diferentes niveles de participación o ámbito de acción, como Rafael Caldera, Alfredo Bryce Echenique, Geraldine Chaplin, Eduardo Frei, Alberto Fujimori, Eduardo Galeano y Guillermo Ospina, entre otros 600 entrevistados durante los años que duró el programa.
Este historial mediático lo proyectó como el candidato ideal para congregar a la clase media  boliviana: Mesa se perfilaba como un sujeto vinculable con personas de poder, con un alto nivel cultural (cultura blanca occidental) y con capacidad de gestión (además de su papel frente a las cámaras, fue director de tres canales de televisión). Con este perfil hubiera resultado natural que las primeras incursiones en la vida política las hiciera en el ámbito propio de la cultura o las relaciones internacionales, pero la apuesta fue en grande.
En las elecciones del 2002, Sánchez de Lozada obtuvo un 22,46% de apoyo, por encima del 20,94% de Evo Morales. Al tratarse de minoría simple, la votación se trasladó al Congreso Nacional y, mediante una Alianza con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) para beneficio del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Lozada fue designado presidente y Mesa asumió la vicepresidencia.
El 2003 inició con fuertes movilizaciones y protestas en la calle en contra del proyecto –iniciado por Jorge Quiroga- para la construcción de un gasoducto que facilitaría la exportación de gas a Chile y que se traducía en priorizar la exportación por encima de las necesidades del mercado interno. Las primeras protestas (durante los meses de enero y febrero) dejarían una cifra de treinta muertos, a los que se sumarían 60 más en septiembre del mismo año. Ante la escalada represora de este último evento, Mesa se desvinculó de la gestión de Lozada (cuando ya era inminente su salida) y, unos días después -cuando el presidente huyó a EE.UU.-, el entonces vicepresidente asumió su lugar, según lo dictado por la Constitución.
Los crímenes perpetrados durante estas protestas son conocidos como la “Masacre de octubre” y  los responsables fueron juzgados por la Corte Suprema de Justicia de Bolivia bajo el cargo de genocidio. El ex-presidente, compañero de Gobierno de Mesa, fue declarado culpable por la Corte de Fort Lauderdale del estado Florida (EE.UU), mientras en Bolivia se espera su extradición.
Carlos Mesa continuó el Gobierno del genocida, asumiendo como presidente constitucional de Bolivia durante el período 2003–2005. Sin militancia previa que lo vinculara a algún partido político, gestionó negociando con la oposición del Congreso. Durante estos años, posicionó el tema de la demanda de Bolivia ante Chile por un acceso libre y soberano al mar, e intentó  modificar la ley de hidrocarburos, fracasando en la negociación con el Congreso. Esto derivó en una serie de protestas sociales que lo llevaron a una renuncia que el mismo Congreso no aceptó.
Como segunda estrategia, convocó a elecciones para la Asamblea Constituyente (que se haría efectiva en el siguiente período presidencial, correspondiente al primero de Evo) y un referéndum  vinculante sobre las autonomías. Con estas medidas, las protestas aumentaron y Mesa presentó una segunda renuncia, esta vez, indeclinable.
En el 2014, fue nombrado por el presidente como vocero de Bolivia para la demanda internacional por la salida al mar, cargo que sin duda lo proyectó para dar continuidad a su carrera política, ya que el tema de la demanda moviliza al pueblo boliviano sin fragmentaciones por orientación política.
Luego del Referéndum Constitucional del 2016, Mesa se convirtió en un arduo opositor a la candidatura de Evo Morales, argumentando que ésta contradice la voluntad del pueblo boliviano. En los últimos meses, el ex-presidente ha utilizado su propio discurso contra la reelección para politizar las causas jurídicas que enfrenta: una, por su posible vinculación con el caso de Lava Jato mientras fue presidente y, otra, por las condiciones de la expulsión de la empresa chilena Quiborax (por la que el Estado Boliviano deberá pagar más de 48 millones de dólares como indemnización). Las decisiones tomadas por Mesa en este caso enmarcan, según declaraciones del procurador general[i], los delitos de resoluciones contrarias a la Constitución y las Leyes, incumplimiento de deberes y conducta antieconómica. Sin embargo, la interpretación del ex-presidente omite las condiciones materiales que justifican las investigaciones. En sus declaraciones, Mesa ha manifestado que todas las investigaciones forman parte de una estrategia para desinflar su tan negada candidatura que, aun sin ser oficial, ya defiende como su derecho legítimo.[ii]

[i] https://www.eldeber.com.bo/bolivia/La-denuncia-contra-Carlos-Mesa-por-caso-Quiborax-llega-al-Tribunal-Supremo-de-Justicia-20180528-0042.html
[ii] https://www.kandire.bo/16820-Carlos-Mesa-No-soy-rival-politico-pero-podria-serlo-porque-ademas-estoy-en-mi-derecho-democratico.html