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jueves, 25 de enero de 2018

Brasil: grotesca farsa judicial contra Lula


Ángel Guerra Cabrera

Como era de esperar, el juzgado de segunda instancia de Porto Alegre ratificó la sentencia por corrupción del desvergonzado juez de la 13 Corte Federal de Curitiva, Sergio Moro. No sólo eso, las tres señorías aumentaron la condena pedida por Moro de nueve años y medio a 12. El sueño del magistrado encargado de la oscura operación Lava Jato y su objetivo principal en la vida, es condenar sin pruebas a Lula. Sólo basado en indicios, como no se ha cansado de repetir desde que comenzó esta injusta, grotesca y despreciable farsa judicial.
Moro, un juez mediocre y venal, con todo y sus estudios en Harvard y en cursos de lavado de dinero del Departamento de Estado, ha subido mediáticamente como la espuma a partir de que lidera la operación Lava Jato y, sobre todo, desde que acusó a Lula de corrupción por, supuestamente, haber aceptado un departamento de lujo frente a la playa en Guarujá, municipio del estado de San Pablo, a cambio de favores a la constructora OAS con contratos de la estatal Petrobras.
Sin embargo, a lo largo del juicio no se logró demostrar que el ex presidente sea el propietario y mucho menos se identificó cuál fue el acto o la omisión (delito de corrupción pasiva) que habría dado origen al recibimiento del inmueble. Toda esta mojiganga leguleya tiene como único propósito sacar de la carrera presidencial de 2018 al único político que según todas las encuestas ganaría por muy amplio margen. Por eso, el pueblo ha lanzado la consigna: elección sin Lula es fraude.
Es demasiado lo que está en juego en las próximas elecciones de Brasil. Pueden significar la victoria de Lula (o de un eventual candidato respaldado por él en caso que se le prohíba postularse) y con ello la derrota de la opción neoliberal, entreguista a Estados Unidos, la recuperación de la soberanía nacional y la política exterior independiente y de unión latinoamericana, de las políticas de redistribución del ingreso, reconstrucción del Estado y mayor extensión y gratuidad de los servicios sociales a la población. Esto implicaría además que Brasil dejaría de ser el convidado de piedra en los BRICS en que lo ha convertido el gobierno golpista de Temer y volver a ser uno de sus más activos y dinámicos integrantes. En resumen, la eventual victoria electoral de Lula podría parar y revertir la ofensiva derechista en nuestra región y, unida a la relección de Maduro en abril en los comicios presidenciales venezolanos y al eventual triunfo de López Obrador en las de México en julio, cambiar no sólo la correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe en favor de las fuerzas populares, sino influir notablemente en el mundo en favor de las luchas sociales y de las fuerzas políticas que a la vez que Rusia y China luchan por la paz y la multipolaridad en el mundo.
Ojalá y presenciemos de aquí a fin de año el contragolpe de izquierda a la escalada golpista mediático-judicial-parlamentaria de la derecha y el imperialismo, iniciada en Honduras (con participación militar hasta hoy), continuada en Paraguay y consolidada en el Cono Sur con el golpe en Brasil y la exigua victoria electoral de Macri, convertida a estas alturas en una transgresión al mandato que recibió y a las instituciones democráticas. Este conjunto de acciones de Washington y la derecha es ya conocido como la fase dos de la Operación Cóndor, que al igual que su homónima busca liquidar a todo luchador social, todo revolucionario y gobierno progresista o de izquierda que defienda los intereses de nuestros pueblos. Ahora con plumas vendidas, jueces y legisladores corruptos.
Lula ya dijo que continuará su batalla hasta el final y con el pueblo. Así relata Emir Sader su llegada antier a la multitudinaria concentración popular en Porto Alegre: Lula vino con mucha confianza y alegría, llegó y, como siempre, saludó y se tuvo que sacar fotos con gran cantidad de personas. Flanqueado por los dirigentes de los principales movimientos sociales de Brasil –CUT, MST, MTST– y de dirigentes políticos nacionales, Lula afirmó en su discurso que no iba a hablar de su proceso. Que para ello él tiene abogados competentes que han logrado que no haya ningún jurista que defienda las posiciones de los que lo acusan porque no quedó ningún argumento en pie. De hecho, se ha logrado un consenso general respecto de que no hay pruebas en contra de Lula. A tal punto que el juez Moro se refugia en sus convicciones y en indicios, a falta de pruebas.

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