Toma esto.” Doña Maria pasa la foto de uno de sus cuatro hijos
desaparecidos a una mujer joven que camina al lado y toma la silueta
hecha en papel de uno de los estudiantes desaparecidos. Explica, “Todos
son nuestros hijos.”
Como
tantos otros madres y padres mexicanos, ella conoce el profundo dolor
de perder un hijo. Multiplíca este dolor por 49–seis muertos y 43
desaparecidos forzados en Iguala– y se tiene una idea del ambiente en
la marcha de unos 15,000 estudiantes, víctimas, feministas obreros y
ciudadanos que se llevó a cabo el 8 de octubre en la Ciudad de México.
La nación está de luto, y de lucha.
La marcha en la capital del país empezó en el Angel de la Independencia, donde los contingentes salieron a la calle y se encaminaron hacia el Zócalo. Fotos de los estudiantes desaparecidos, mensajes de solidaridad con Ayotzinapa y expresiones de indignación escritos a mano en cartulinas siguieron a las mantas tradicionales que identifican a los grupos. En letra cursiva grande pointado en la base de una fuente capitalina se lee a Descartes prafraseado: Pienso, y luego me desaparecen.”
Miles de jovenes gritan: “¿Por qué, por qué, por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina”, “Vivos los llevaron, vivos los queremos” y “Todos somos Ayotzinapa.” Grafiteado en un kiosko de peridocos dice: “Los muertos son el grito eterno de rebeldía”. Los y las unitversitarios llevan la consigna: “Si tocan a uno, tocan a todos”.
Los gobiernos estatal y federal intentan atribuir el crimen de Iguala al crimen organizado y algunas autoridades corruptas. Aceptan lo obvio que el gobierno local actuaba en colusión con el crimen organizado, pero el grado de complicidad va mucho más allá de unos tantos individuos corruptos. Y la hostilidad del gobierno hacia el colegio normal es conocido, asi que no se puede descartar un móvil político para reprimir a la disidencia.
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se sumó a la marcha, junto con otras organizaciones de víctimas. También marcharon organizaciones de derechos humanos y sindicatos.
La indignación de la población seguramente crecerá en las próximas semanas. Es predecible que en el transcurso de la investigación los desaparecidos pasarán a la columna de los asesinados, a pesar de que el 14 de octubre el Procurador aununció que los cadáveres encontrados en las primeras fosas clandestinas no son los estudiantes. Eventualmente, más familias perderán la última esperanza que les queda.
Lo cierto es que México está viviendo un cambio de conciencia. Un país que mata a sus jóvenes disidentes o descontentos, destroza su futuro. El caso Ayotzinapa despertó el coraje de una gran parte de la población. Ee moviliza en ciudades en todo el país en contra de la impunidad y en solidaridad con los estudiantes. Hace falta más organización de base, más presión y más protestas para lograr justicia en estos casos. Y hará falta aún más para asegurar que estos crímenes no se repitan.
Photos: Gerardo Sánchez
La nación está de luto, y de lucha.
La marcha en la capital del país empezó en el Angel de la Independencia, donde los contingentes salieron a la calle y se encaminaron hacia el Zócalo. Fotos de los estudiantes desaparecidos, mensajes de solidaridad con Ayotzinapa y expresiones de indignación escritos a mano en cartulinas siguieron a las mantas tradicionales que identifican a los grupos. En letra cursiva grande pointado en la base de una fuente capitalina se lee a Descartes prafraseado: Pienso, y luego me desaparecen.”
Miles de jovenes gritan: “¿Por qué, por qué, por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina”, “Vivos los llevaron, vivos los queremos” y “Todos somos Ayotzinapa.” Grafiteado en un kiosko de peridocos dice: “Los muertos son el grito eterno de rebeldía”. Los y las unitversitarios llevan la consigna: “Si tocan a uno, tocan a todos”.
Los gobiernos estatal y federal intentan atribuir el crimen de Iguala al crimen organizado y algunas autoridades corruptas. Aceptan lo obvio que el gobierno local actuaba en colusión con el crimen organizado, pero el grado de complicidad va mucho más allá de unos tantos individuos corruptos. Y la hostilidad del gobierno hacia el colegio normal es conocido, asi que no se puede descartar un móvil político para reprimir a la disidencia.
El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se sumó a la marcha, junto con otras organizaciones de víctimas. También marcharon organizaciones de derechos humanos y sindicatos.
La indignación de la población seguramente crecerá en las próximas semanas. Es predecible que en el transcurso de la investigación los desaparecidos pasarán a la columna de los asesinados, a pesar de que el 14 de octubre el Procurador aununció que los cadáveres encontrados en las primeras fosas clandestinas no son los estudiantes. Eventualmente, más familias perderán la última esperanza que les queda.
Lo cierto es que México está viviendo un cambio de conciencia. Un país que mata a sus jóvenes disidentes o descontentos, destroza su futuro. El caso Ayotzinapa despertó el coraje de una gran parte de la población. Ee moviliza en ciudades en todo el país en contra de la impunidad y en solidaridad con los estudiantes. Hace falta más organización de base, más presión y más protestas para lograr justicia en estos casos. Y hará falta aún más para asegurar que estos crímenes no se repitan.
Photos: Gerardo Sánchez
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