“¿En qué te has gastado el salario sinvergüenza, que has disparado la inflación?”
Viñeta El Roto
Ya
se empieza a visualizar por gran parte de América Latina el fin de una
etapa de recuperación salarial y el debate inflación-salarios-emisión
monetaria promete ganar espacio mediático. Parece que los precarios
capitalismos periféricos están mostrando sus límites para otorgar
niveles de vida aceptables a su clase obrera.
La derecha suele
decir que los salarios generan inflación; desde parte de la izquierda
se sale al cruce diciendo que esto no es así sino que hay otros
elementos en juego y de lo que se trata es de un problema de puja
distributiva, siendo que en vez de aumentar los precios el capital
podría rebajar su tasa de ganancia. Es cierto sin embargo que
el aumento salarial o la emisión monetaria puedan desencadenar
inflación, pero que la desencadenen no quiere decir que sean su causa.
Veamos.
Reorientar el debate
Centrar el debate
en la inflación es ya un problema. La inflación es la mera forma de
expresión de contradicciones más profundas, es decir, es expresión de
otros fenómenos menos aparentes. Poder abordar la inflación desde la
comprensión de la totalidad, esto es, cómo se reproduce el capitalismo
dependiente o periférico, es lo necesario. Si no situamos a la
inflación en el todo, la discusión acaba dando vueltas en torno a si
emisión monetaria o suba salarial generan inflación o no lo hacen. Y
ahí finalmente tendremos las de perder, porque si no avanzamos al
cuestionamiento de otras dimensiones, como la tributaria, la
productiva, el reparto y uso del excedente, etc., finalmente la pérdida
del salario por vía de la inflación y el ajuste, serán los mecanismos
que operarán para que el capitalismo dependiente supere, o mejor dicho,
patee para adelante, sus contradicciones. En la actual forma de
reproducción de nuestro capitalismo, llegado el cuello de botella, la
salida será expropiar al trabajo de sus ingresos, para de ahí obtener
el fondo de acumulación necesario para recomponerse y la inflación, y
muchas veces también la devaluación, suelen ser el vehículo por el cual
se dinamiza este proceso.
La cuestión central es que los
bienes salarios que la economía dependiente produce o importa son los
necesarios para el pago de la fuerza de trabajo bajo las actuales
condiciones de distribución del ingreso, o mejor dicho, del producto
social. Esta magnitud (de bienes salario) no expresa el valor real de
la fuerza de trabajo sino una magnitud inferior, dado que en su
mayoría, la clase obrera periférica tiene su fuerza de trabajo
remunerada por debajo de su valor, y esto porque nuestra precaria
burguesía precisa sobreexplotar la fuerza de trabajo como forma de
compensar sus diferenciales de productividad en relación a las
burguesías más avanzadas. Incluso, a una clase obrera sobreexplotada,
hay que sumarle aquella porción de la clase obrera que ni siquiera
tiene el “privilegio” de que le compren su fuerza de trabajo por debajo
de su valor y directamente está en condición de sobrante para el
capital y resuelve su vida por medio del cuentapropismo precarizado,
los planes sociales u otras formas de sobrevivencia.
No es
enteramente correcta la expresión que solemos usar desde la izquierda
de que “la comida se pudre en los supermercados y la gente no tiene
poder adquisitivo para comprarla”. Es cierto que hay sub-remuneración,
pero no es cierto que exista tal exceso de alimentos y servicios
destinados a la canasta básica; no son necesarios dado el esquema de
reparto del producto entre las clases y la dinámica de acumulación
capitalista en nuestra región.
La burguesía latinoamericana
precisa producir o importar una cantidad menor a la necesaria para
reproducir la vida de la clase obrera a niveles aceptables, cantidad
que se determina en el plano de la lucha de clases. El salario total (o
la masa salarial) expresa la cantidad monetaria equivalente a esta
magnitud de bienes (o valores de uso). Si solo aumentamos el salario,
por ejemplo lo duplicamos (salariazo), pero no imponemos una producción
de bienes salario que incremente su magnitud real, entonces estamos
otorgando una mayor cantidad de dinero que no tendrá los bienes reales
capaces de ser comprados por este dinero, por tanto la consecuencias
serán o bien inflación (si no hay control de precios) o una combinación
de inflación, escasez y mercado negro (si hay control de precios).
Dicho
de otro modo, dado que la relación social capitalista periférica se
materializa en una magnitud de bienes salario inferior a las
necesidades populares, la inflación ocurre, entre otras razones, cuando
se fuerza por la vía monetaria una relación social que no se ha
modificado a nivel de la estructura social.
La solución al
problema del sub-consumo de las masas obreras en América Latina, en
última instancia, no pasa únicamente por el incremento salarial, sino,
fundamentalmente, por la obtención real de los valores de uso (bienes y
servicios) necesarios para la satisfacción de las necesidades
populares, obtención ya sea por la vía de una readecuación de la
estructura productiva interna o por medio del control y priorización de
las importaciones (para lo cual es necesario el control de las
divisas).
Forma y contenido
Hay que pensar a la
inflación como parte de la forma y no del contenido de los escenarios
de conflicto. Es decir, la inflación como manifestación, expresión,
forma fenoménica de procesos más profundos. Por ejemplo: la inflación
de Venezuela pasó el 60% anual a agosto de 2014. Esto no nos puede
llevar a decir que el problema de Venezuela es la inflación ni que la
inflación está poniendo en jaque a Venezuela. El problema está, en un
alto nivel de abstracción, en la economía rentista y la estructura de
clases venezolana; en menores niveles de abstracción, en el fraude que
hace la burguesía con las importaciones y el acaparamiento para
especular y desestabilizar, al proceso devaluatorio del bolívar (moneda
venezolana), la restricción de importaciones, y la alta liquidez
monetaria, en parte para financiar a PDVSA. Estas son las causas
inmediatas de la inflación, pero no sus fundamentos. La inflación
venezolana por caso, no es más que la expresión de los límites del
capitalismo rentista para continuar alimentando a un sector parasitario
de la sociedad al mismo tiempo que permite la reproducción de la vida
de su clase obrera. Hacer de la inflación El PROBLEMA es una
fetichización miope o mal intencionada del estado de situación. Situar
a la inflación como el eje del debate es parte de la confusión entre
apariencia y esencia que comúnmente caemos desde la izquierda y a donde
permanentemente nos lleva la derecha.
Lo anterior no quiere
decir cualquier tipo de inflación se explique por la estructura de
distribución del producto social y la magnitud de bienes salario que
genera una economía, pero sin atender ésta última dimensión, el debate
será estéril y acabará andando en círculos por los tecnocráticos
caminos de la macroeconomía.
Mientras no haya soberanía popular
sobre el excedente social vamos a continuar en el infinito debate sobre
la relación entre inflación, salarios, emisión monetaria y gasto
público. Cuando se achique la renta de la tierra que recibimos del
mercado internacional vamos a escuchar a los voceros de siempre decir
que el pueblo ha vivido por encima de sus posibilidades y que hay
ajustarse el cinturón. Del otro lado se escucharán bien intencionados y
keynesianos argumentos hablando de la importancia de la demanda
(salarios y gasto público) para reactivar la producción. Mientras tanto
el propio tiempo nos pondrá delante la tarea histórica de ir
disciplinando a la burguesía para garantizar los bienes necesarios para
reproducir la vida plena, y cuando esto se revele insuficiente,
hacernos cargo directamente del control de la producción social.
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