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jueves, 16 de octubre de 2014

A propósito del debate sobre salarios e inflación



“¿En qué te has gastado el salario sinvergüenza, que has disparado la inflación?”
Viñeta El Roto


Ya se empieza a visualizar por gran parte de América Latina el fin de una etapa de recuperación salarial y el debate inflación-salarios-emisión monetaria promete ganar espacio mediático. Parece que los precarios capitalismos periféricos están mostrando sus límites para otorgar niveles de vida aceptables a su clase obrera. 

La derecha suele decir que los salarios generan inflación; desde parte de la izquierda se sale al cruce diciendo que esto no es así sino que hay otros elementos en juego y de lo que se trata es de un problema de puja distributiva, siendo que en vez de aumentar los precios el capital podría rebajar su tasa de ganancia. Es cierto sin embargo que el aumento salarial o la emisión monetaria puedan desencadenar inflación, pero que la desencadenen no quiere decir que sean su causa. Veamos. 

Reorientar el debate

Centrar el debate en la inflación es ya un problema. La inflación es la mera forma de expresión de contradicciones más profundas, es decir, es expresión de otros fenómenos menos aparentes. Poder abordar la inflación desde la comprensión de la totalidad, esto es, cómo se reproduce el capitalismo dependiente o periférico, es lo necesario. Si no situamos a la inflación en el todo, la discusión acaba dando vueltas en torno a si emisión monetaria o suba salarial generan inflación o no lo hacen. Y ahí finalmente tendremos las de perder, porque si no avanzamos al cuestionamiento de otras dimensiones, como la tributaria, la productiva, el reparto y uso del excedente, etc., finalmente la pérdida del salario por vía de la inflación y el ajuste, serán los mecanismos que operarán para que el capitalismo dependiente supere, o mejor dicho, patee para adelante, sus contradicciones. En la actual forma de reproducción de nuestro capitalismo, llegado el cuello de botella, la salida será expropiar al trabajo de sus ingresos, para de ahí obtener el fondo de acumulación necesario para recomponerse y la inflación, y muchas veces también la devaluación, suelen ser el vehículo por el cual se dinamiza este proceso. 

La cuestión central es que los bienes salarios que la economía dependiente produce o importa son los necesarios para el pago de la fuerza de trabajo bajo las actuales condiciones de distribución del ingreso, o mejor dicho, del producto social. Esta magnitud (de bienes salario) no expresa el valor real de la fuerza de trabajo sino una magnitud inferior, dado que en su mayoría, la clase obrera periférica tiene su fuerza de trabajo remunerada por debajo de su valor, y esto porque nuestra precaria burguesía precisa sobreexplotar la fuerza de trabajo como forma de compensar sus diferenciales de productividad en relación a las burguesías más avanzadas. Incluso, a una clase obrera sobreexplotada, hay que sumarle aquella porción de la clase obrera que ni siquiera tiene el “privilegio” de que le compren su fuerza de trabajo por debajo de su valor y directamente está en condición de sobrante para el capital y resuelve su vida por medio del cuentapropismo precarizado, los planes sociales u otras formas de sobrevivencia.


No es enteramente correcta la expresión que solemos usar desde la izquierda de que “la comida se pudre en los supermercados y la gente no tiene poder adquisitivo para comprarla”. Es cierto que hay sub-remuneración, pero no es cierto que exista tal exceso de alimentos y servicios destinados a la canasta básica; no son necesarios dado el esquema de reparto del producto entre las clases y la dinámica de acumulación capitalista en nuestra región. 

La burguesía latinoamericana precisa producir o importar una cantidad menor a la necesaria para reproducir la vida de la clase obrera a niveles aceptables, cantidad que se determina en el plano de la lucha de clases. El salario total (o la masa salarial) expresa la cantidad monetaria equivalente a esta magnitud de bienes (o valores de uso). Si solo aumentamos el salario, por ejemplo lo duplicamos (salariazo), pero no imponemos una producción de bienes salario que incremente su magnitud real, entonces estamos otorgando una mayor cantidad de dinero que no tendrá los bienes reales capaces de ser comprados por este dinero, por tanto la consecuencias serán o bien inflación (si no hay control de precios) o una combinación de inflación, escasez y mercado negro (si hay control de precios).

Dicho de otro modo, dado que la relación social capitalista periférica se materializa en una magnitud de bienes salario inferior a las necesidades populares, la inflación ocurre, entre otras razones, cuando se fuerza por la vía monetaria una relación social que no se ha modificado a nivel de la estructura social.
La solución al problema del sub-consumo de las masas obreras en América Latina, en última instancia, no pasa únicamente por el incremento salarial, sino, fundamentalmente, por la obtención real de los valores de uso (bienes y servicios) necesarios para la satisfacción de las necesidades populares, obtención ya sea por la vía de una readecuación de la estructura productiva interna o por medio del control y priorización de las importaciones (para lo cual es necesario el control de las divisas).
Forma y contenido
Hay que pensar a la inflación como parte de la forma y no del contenido de los escenarios de conflicto. Es decir, la inflación como manifestación, expresión, forma fenoménica de procesos más profundos. Por ejemplo: la inflación de Venezuela pasó el 60% anual a agosto de 2014. Esto no nos puede llevar a decir que el problema de Venezuela es la inflación ni que la inflación está poniendo en jaque a Venezuela. El problema está, en un alto nivel de abstracción, en la economía rentista y la estructura de clases venezolana; en menores niveles de abstracción, en el fraude que hace la burguesía con las importaciones y el acaparamiento para especular y desestabilizar, al proceso devaluatorio del bolívar (moneda venezolana), la restricción de importaciones, y la alta liquidez monetaria, en parte para financiar a PDVSA. Estas son las causas inmediatas de la inflación, pero no sus fundamentos. La inflación venezolana por caso, no es más que la expresión de los límites del capitalismo rentista para continuar alimentando a un sector parasitario de la sociedad al mismo tiempo que permite la reproducción de la vida de su clase obrera. Hacer de la inflación El PROBLEMA es una fetichización miope o mal intencionada del estado de situación. Situar a la inflación como el eje del debate es parte de la confusión entre apariencia y esencia que comúnmente caemos desde la izquierda y a donde permanentemente nos lleva la derecha. 

Lo anterior no quiere decir cualquier tipo de inflación se explique por la estructura de distribución del producto social y la magnitud de bienes salario que genera una economía, pero sin atender ésta última dimensión, el debate será estéril y acabará andando en círculos por los tecnocráticos caminos de la macroeconomía.

Mientras no haya soberanía popular sobre el excedente social vamos a continuar en el infinito debate sobre la relación entre inflación, salarios, emisión monetaria y gasto público. Cuando se achique la renta de la tierra que recibimos del mercado internacional vamos a escuchar a los voceros de siempre decir que el pueblo ha vivido por encima de sus posibilidades y que hay ajustarse el cinturón. Del otro lado se escucharán bien intencionados y keynesianos argumentos hablando de la importancia de la demanda (salarios y gasto público) para reactivar la producción. Mientras tanto el propio tiempo nos pondrá delante la tarea histórica de ir disciplinando a la burguesía para garantizar los bienes necesarios para reproducir la vida plena, y cuando esto se revele insuficiente, hacernos cargo directamente del control de la producción social.

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