El
gobierno nacional tiene programado pagar 2,328 millones de dólares en
el 2015 para amortiguar la duda pública que asciende a más de 24 mil
millones de dólares. Para un país pequeño como el nuestro cuya
población no alcanza los 4 millones de personas se trata de un peso que
no podemos cargar. El cacareado crecimiento económico que se anuncia
con bombos y platillos contrasta con el informe del Banco Mundial, que
señala que Panamá se encuentra entre los 20 países con peor
distribución de la riqueza a nivel mundial, casi igual a los países
surafricanos. H ay dos Panamá: el que se ve con las deslumbrantes
edificaciones, la alumbrada cinta costera, el moderno metro y las otras
megaobras que seducen a los turistas y el otro que se oculta: el del
hambre la desnutrición, la falta de aulas escolares, el trasporte
deficiente, las enfermedades, la ausencia de una política preventiva,
el déficit de medicamentos, las viviendas insalubres, la angustia
diaria de los panameños, etc. etc. El pago para amortiguar esa deuda
equivale al 11.9 % del presupuesto general del Estado.
El
actual endeudamiento externo a nivel global se inició en 1972 con el
llamado boom petrolero, aunque Panamá lo empezó en 1969. Se trata de
una política muy planificada por las organizaciones financieras
internacionales con el propósito de hacer a las naciones más
dependientes de los Amos del Mundo, atrincherados en el Club de
Bilderberg, la Trilateral y el Consejo de Relaciones Exteriores de los
Estados Unidos. Para ellos lo único que tiene valor en es dinero. Las
vidas humanas no valen. Lamentablemente, los gobiernos de todos estos
estados tienen que obedecer sus mandatos. Resulta una infamia destinar
2,329 millones sólo para satisfacer los bolsillos de esos
inescrupulosos señores. Le están quitando a cada panameño 580 dólares.
En Panamá aproximadamente 4 de cada 10 personas viven en pobreza total
(36.8%) y, del total de la población, el 16.6%, o sea 508,700 panameños
se encuentran en situación de pobreza extrema, lo que indica que no
tienen dinero ni para alimentarse. ¿Cree usted, amable lector, que es
justo que se le quite a esa población el dinero que se tiene programado
para amortiguar la deuda pública? Si esa suma de dinero se maneja con
trasparencia no quedará un panameño sin comer, todos tendrán agua
potable, viviendas salubres, aulas escolares confortables,
medicamentos, niveles de ingreso superior al precio de la canasta
básica, en fin, se mejorará la calidad de vida de la población.
Pero resulta que ese pago nadie lo cuestiona. ¿Escuchamos a algún
candidato en las pasadas elecciones objetar esos pagos? ¿Se discuten
esos temas en las afamadas cumbres presidenciales? En los debates
televisivos los participantes se mueven con complacencia por la
periferia de la bola, pero nadie ha entrado al centro a debatir sobre
las causas reales de la miseria por un lado y de la opulencia por el
otro. Creo que eso es lo que tenemos que fomentar los panameños:
escudriñar esas causas. Destinar 2,329 millones de dólares a pagar la
deuda únicamente para complacer a un ínfimo puchado de hombres en
detrimento de la calidad de vida de una gran porción de la población es
una infamia. El slogan del ingeniero Juan Carlos Valera, actual
Presidente de la Republica, en las pasadas elecciones fue El Pueblo
Primero, pero con ese pago se está afirmando lo contrario: Las
Instituciones Financieras Internacionales primero.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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