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sábado, 13 de septiembre de 2014

Un pago infame



El gobierno nacional tiene programado pagar 2,328 millones de dólares en el 2015 para amortiguar la duda pública que asciende a más de 24 mil millones de dólares. Para un país pequeño como el nuestro cuya población no alcanza los 4 millones de personas se trata de un peso que no podemos cargar. El cacareado crecimiento económico que se anuncia con bombos y platillos contrasta con el informe del Banco Mundial, que señala que Panamá se encuentra entre los 20 países con peor distribución de la riqueza a nivel mundial, casi igual a los países surafricanos. H ay dos Panamá: el que se ve con las deslumbrantes edificaciones, la alumbrada cinta costera, el moderno metro y las otras megaobras que seducen a los turistas y el otro que se oculta: el del hambre la desnutrición, la falta de aulas escolares, el trasporte deficiente, las enfermedades, la ausencia de una política preventiva, el déficit de medicamentos, las viviendas insalubres, la angustia diaria de los panameños, etc. etc. El pago para amortiguar esa deuda equivale al 11.9 % del presupuesto general del Estado. 

El actual endeudamiento externo a nivel global se inició en 1972 con el llamado boom petrolero, aunque Panamá lo empezó en 1969. Se trata de una política muy planificada por las organizaciones financieras internacionales con el propósito de hacer a las naciones más dependientes de los Amos del Mundo, atrincherados en el Club de Bilderberg, la Trilateral y el Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Para ellos lo único que tiene valor en es dinero. Las vidas humanas no valen. Lamentablemente, los gobiernos de todos estos estados tienen que obedecer sus mandatos. Resulta una infamia destinar 2,329 millones sólo para satisfacer los bolsillos de esos inescrupulosos señores. Le están quitando a cada panameño 580 dólares. En Panamá aproximadamente 4 de cada 10 personas viven en pobreza total (36.8%) y, del total de la población, el 16.6%, o sea 508,700 panameños se encuentran en situación de pobreza extrema, lo que indica que no tienen dinero ni para alimentarse. ¿Cree usted, amable lector, que es justo que se le quite a esa población el dinero que se tiene programado para amortiguar la deuda pública? Si esa suma de dinero se maneja con trasparencia no quedará un panameño sin comer, todos tendrán agua potable, viviendas salubres, aulas escolares confortables, medicamentos, niveles de ingreso superior al precio de la canasta básica, en fin, se mejorará la calidad de vida de la población.

Pero resulta que ese pago nadie lo cuestiona. ¿Escuchamos a algún candidato en las pasadas elecciones objetar esos pagos? ¿Se discuten esos temas en las afamadas cumbres presidenciales? En los debates televisivos los participantes se mueven con complacencia por la periferia de la bola, pero nadie ha entrado al centro a debatir sobre las causas reales de la miseria por un lado y de la opulencia por el otro. Creo que eso es lo que tenemos que fomentar los panameños: escudriñar esas causas. Destinar 2,329 millones de dólares a pagar la deuda únicamente para complacer a un ínfimo puchado de hombres en detrimento de la calidad de vida de una gran porción de la población es una infamia. El slogan del ingeniero Juan Carlos Valera, actual Presidente de la Republica, en las pasadas elecciones fue El Pueblo Primero, pero con ese pago se está afirmando lo contrario: Las Instituciones Financieras Internacionales primero.


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