David Brooks

Un editorial del New York Times afirmó en estos días que el gobierno de Barack Obama
ha perdido toda credibilidad, luego de las revelaciones sobre espionaje. El jefe de la Casa Blanca volvió ayer a Washington de un viaje a CaliforniaFoto Ap
Esta
columna muy posiblemente ya fue revisada por el gobierno de Estados
Unidos antes de ser publicada y los lectores de este periódico, al
igual que millones de personas en el planeta, que hayan utilizado
servicios cibernéticos o telefónicos para comunicarse, ahora tendrán
que suponer que también están bajo vigilancia.
El hermano mayor (Big Brother) nos escucha, nos observa
cuando quiere, sin previo aviso, para ver si estamos creando algo,
comentando algo, expresando ira o amor, bromas o propuestas o, peor,
filtrando algo que no quiere que se sepa. Eso fue lo que se nos reveló
la semana pasada.
Cuando The Guardian y el Washington Post divulgaron
la noticia explosiva de que el gobierno de Barack Obama,
específicamente la agencia de inteligencia más grande y más secreta, la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA), tenía la capacidad no sólo de
revisar la entrada y salida de llamadas manejadas por la gigantesca
empresa de telecomunicaciones Verizon para millones de sus clientes,
sino que podía ver el contenido de cualquier comunicación –sea chat,
correo, fotos, videos y más– que se maneja por nueve de las principales
empresas del mundo cibernético: Microsoft, Google, Yahoo, Facebook,
Skype, en este país reapareció el fantasma creado por George Orwell.
Tal vez la frase más escalofriante fue la del que filtró esta información, quien este domingo reveló su identidad en The Guardian:
Edward Snowden, de 29 años, quien ha trabajado en la NSA durante cuatro
años como contratista privado y decidió filtrar la información sobre el
programa secreto porque estaba
horrorizadopor su alcance y su intrusión en la privacidad, y quien señaló al Post:
literalmente pueden observar cómo formas tus ideas mientras tecleas.
Al estallar la controversia y alarma entre defensores de las
libertades civiles, el gobierno de Obama fue obligado a confirmar la
existencia de estos programas, aunque aseguraron que no tenían tal
alcance, que el gobierno no obtiene esta información de manera
unilateral, sino que las empresas cooperan por orden judicial (de un
tribunal secreto), en consulta con legisladores y sólo cuando existe un
propósito de
inteligencia extranjera. Indicó que todo es legal de acuerdo con el Acta Patriota y que el programa ha sido
vitalpara proteger la seguridad del país.
Obama defendió el programa con las mismas justificaciones que antes
usaba George W. Bush, y que él mismo criticó como candidato: se tiene
que hacer esto para defender al país del
terrorismo. El presidente dijo que los ciudadanos
tienen que tomar decisionesentre la privacidad y la seguridad, y aseguró:
nadie está escuchando tus llamadas telefónicas. El colmo fue cuando se atrevió a afirmar:
confíen en mí, estamos haciendo lo correcto. Sabemos quiénes son los malos.
La página editorial del New York Times, la más influyente del país, y una que suele apoyar a Obama, expresó, ante estos argumentos, que
este gobierno ha perdido toda credibilidad, al afirmar que Obama está comprobando que el Ejecutivo
utilizará todo poder que le es otorgado y muy probablemente abusará de él.
Recientemente, cuenta Jane Mayer, de The New Yorker, un ex oficial de la NSA decidió jubilarse porque temía que los programas de
minar datoseran ya tan amplios que podrían
crear un estado orwelliano.
Ante todo esto, el gobierno de Obama no sólo intentó defenderse,
sino que, como siempre, también atacó a los mensajeros. Acusó que
quienes filtran información hacen favores al
enemigoy ponen en riesgo a su país. James Clapper, director de Inteligencia Nacional, no dudó en llamar las filtraciones
reprensiblesy acusó que
divulgar información sobre los métodos específicos que el gobierno utiliza para recaudar comunicaciones obviamente puede darle un manual a nuestros enemigos sobre cómo evadir la detección.
Vale recordar que este gobierno actualmente procede penalmente
contra el doble de filtradores que el total combinado de todos los
presidentes en la historia. El de mayor perfil hoy día es la corte
marcial contra Bradley Manning.
Y eso que Obama, cuando fue candidato presidencial, elogió a
cualquier funcionario que actuaba para el bien público, considerando
que éstos eran
actos de valentía y patriotismoque no deberían ser reprimidos
como lo han sido durante el gobierno de Bush.
Glenn Greenwald, uno de los periodistas de The Guardian que
divulgó la información sobre los programas de espionaje de
comunicaciones la semana pasada (y prometen más), escribió este fin de
semana que los que filtran información están bajo ataque de este
gobierno y
son héroes, ya que
a gran riesgo personal y sacrificio lo hicieron por una gran razón: dar a conocer a sus conciudadanos lo que el gobierno realiza a oscuras. Su objetivo es educar, democratizar y hacer que los que están en el poder rindan cuentas.
Greenwald denuncia que al amenazar
investigaciones, el gobierno busca
disuadir e intimidara cualquiera que desea transparentar el poder. “La manera en que deben de funcionar las cosas es que nosotros deberíamos saber casi todo lo que ellos hacen: por eso se llaman servidores públicos. Ellos deberían saber casi nada de lo que nosotros hacemos: por eso nos llaman individuos privados. Esta dinámica –la definición de un sociedad saludable y libre– ha sido radicalmente revertida. Ahora ellos saben todo lo que hacemos… Mientras nosotros sabemos cada vez menos lo que ellos hacen”.
Unos seis años después de que Obama llegó a la Casa Blanca con la
promesa de poner fin a las políticas abusivas de Bush y asegurar que
encabezaría un gobierno transparente que respetara la privacidad
individual y la libre expresión, hoy es cada vez más difícil
identificar qué hay de diferente en este rubro.
De hecho, en un tuit, el ex secretario de prensa de Bush, Ari Fleischer, comentó: “ataques con drone,
intervenciones de comunicaciones, Gitmo (Guantánamo). O está llevando a
cabo el cuarto periodo (presidencial) de Bush”, refiriéndose a Obama.
Tal vez la diferencia es un secreto de Estado.
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