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viernes, 9 de agosto de 2019

La violencia y la xenofobia racista son bloques fundacionales de EEUU


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Una de las fotos preferidas de Patrick Crusius en los medios sociales. No está claro si él la subió o no.
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California, EEUU.- Cuando el presidente racista habla, siempre hay alguien al final de la línea escuchando. Los triste es que todos los sabemos pero no todos lo denunciamos públicamente. Si la cosa fuera otra, esta hipocresía mayor no tendría mucha importancia, pero la cosa es que las consecuencias son ahora mortales y ese silencio comienza a ser cómplice de esta sangrienta barbarie.

Los inmigrantes y en especial nosotros los latinos, estamos siendo atacados directamente por la furia de la supremacía blanca alimentados por la retórica de odio de un presidente racista que es capaz de decir cualquier estupidez con tal de ser reelegido para otros cuatro años más.

Con una rabia que lo consumía por dentro el supremacista blanco Patrick Crusius cruzó casi todo el Estado de Texas hasta llegar a la pequeña ciudad de El Paso en donde el 83% de la población es mexicana/latina. Crusius buscaba el lugar perfecto en donde pudiera matar la mayor cantidad de latinos en un solo ataque. El lugar está cerca de la frontera con México y se ha convertido en la postal de la solitaria lucha de Trump, su muralla y su retórica y en donde sus funcionarios han separado a las mayoría de las familias y dejado a miles de niños huérfanos.

Cuando Crusius entró por primera vez a la multi-tienda Walmart aun se podía leer en el internet el manifiesto que había escrito para la ocasión y en donde trata de argumentar su odio por los mexicanos y donde trató de absolver sin resultados a Trump.

En ese manifiesto Crusius usa palabras y estilos que lo delatan como copiador de las ideas de Trump, la propaganda de la cadena FOX y dichos del Partido Republicano. Cuando el asesino salió a buscar su rifle, dentro de la tienda había casi 3 mil personas, la mayoría latina y mexicana haciendo las compras escolares para sus hijos.

Crusius volvió empuñando un rifle de asalto AK-47 de alta potencia, un silenciador para las orejas, lentes de seguridad y comenzó una carnicería de una forma casi calmada. En segundos el desquiciado pistolero había acabado con la vida de 22 personas, la mayoría mexicanos (dos de ellos fallecieron en el hospital) y dejado 26 heridos. “Estoy simplemente defendiendo a mi país contra el reemplazo cultural y étnico provocado por una invasión”, escribió Crusius refiriéndose a lo que Trump ha venido diciendo desde hace mucho tiempo sobre una supuesta “invasión” proveniente del sur.

Como todos los imperios de la humanidad, el país terminará en una total devastación

En la receta mortal de los Estados Unidos existen dos cruentos ingredientes: la xenofobia racista y la violencia. Y si el país es incapaz de darse cuenta de la raíz del problema, continuará su caída hasta terminar como lo han hecho todos los imperios en la historia de la humanidad: en una total devastación.

Pero primero pongámonos de acuerdo en los términos empleados. La palabra xenofobia se refiere al odio, aversión, hostilidad, miedo y rechazo hacia los extranjeros y está compuesta de dos términos griegos; xenos, extranjero, y phóbos, miedo. La palabra racismo viene también de dos términos; raza y del sufijo ismo que puede significar ideología. La palabra fue utilizada para nombrar una ideología que trata de explicar una falsedad; el por qué una raza es superior a otra, especialmente durante el periodo del nazismo en Alemania y Europa.

Pareciera ser que la diferencia está en que el racismo proviene de una elucubración intelectual mientras que la xenofobia es un sentimiento gutural, un temor inculcado por ambiciones políticas para lograr efectos específicos y atemorizar a los votantes. Nunca he leído ambas palabras juntas, pero si nos atenemos a sus significados las podríamos usar juntas seguros de que no sería una redundancia. Debido a las últimas tres masacres - que en menos de una semana asesinaron a 34 personas - ambas palabras se han usado profusa e indistintamente para tratar de definir lo que Trump dice.

Por esas conocidas y asquerosas diatribas podríamos decir que el Presidente es un xenófoba racista, es decir le tiene miedo a los extranjeros, pero no a todos, a algunos, de determinadas razas y está haciendo algo al respecto.

La violencia y la xenofobia racista son bloques fundacionales de esta sociedad

La xenofobia racista y la violencia, hay que decirlo, son los pilares fundamentales con los cuales se construyó este país. Desde su desembarco, los ingleses peregrinos comenzaron a hostigar a los indios Wampanoag, a robarles sus mejores tierras e introducir ganado que destruía sus cosechas. Desde 1620, fueron variadas las guerras en contra de la población indígena. Solo en el Siglo 17 se destacan: Anglo-Powhatan, Pequot, Beaver, Kieft's, Peach Tree, Esopus, King Philip, King William, solo por nombrar algunas.

El robo de tierras, los engaños, el rompimiento de tratados, la explotación ilegal de recursos naturales en tierras indígenas y las masacres contra el pueblo indígena de América del Norte continuaron hasta el presente siglo.

La violencia es parte integrante de la sociedad

La violencia es parte integrante de la sociedad estadounidense, es cultura, folclor y entretención. Desde el primer día en que surgió la necesidad de proteger las tierras que habían robado, la violencia se compenetró en la psiquis de la sociedad como respuesta legítima. Hoy la violencia de todo tipo; verbal, física, doméstica, la buena y la mala violencia existe en todos los rincones de la sociedad amparada incluso por extrañas leyes y resquicios legales, en el hogar, en las salas de clases, en las pantallas, en la computadoras, en las colapsadas carreteras, en los juicios, en el mercado, en los precios, en los discursos políticos, (el hostigamiento verbal, el poner sobre-nombres, la burla contra minusválidos, la denigración de las mujeres son todas formas de violencia), en Wall Street, en los debates presidenciales, e incluso en la moda cuando los chalecos antibalas comienzan a ser diseñados por famosos sastres.

La violencia es parte de la cultura popular. Los héroes reciben los premios Oscar por hacer películas en donde muchas personas son asesinadas. Pero Hollywood saca del contexto real la violencia, el asesinato, el dolor y el proceso de la muerte. El matar se hace fácil, no hay lágrimas, no hay dolor, no hay familiares, en las películas no hay llantos detrás de las víctimas descuartizadas.

Glorificar la violencia, las armas de fuego y el consumismo

Un estudio descubrió que la violencia con armas de fuego en las películas calificadas como PG-13 (menores de 13 años deben tener aprobación de sus padres) se ha triplicado en los treinta años desde que se inventó el sistema para calificar las películas de acuerdo a su contenido. Según la organización Justicia y Exactitud en el Periodismo / Fairness & Accuracy in Reporting, FAIR, hay más violencia con armas de fuego en las películas de PG-13 que en las clasificadas R, restringidas.

De acuerdo con este sistema “está bien mostrarle a los niños a alguien disparando un arma de fuego alegremente pero no está bien mostrarles lo qué sucede cuando las balas le dan a una persona... El mensaje, nunca dicho pero siempre implícito, es que el uso de armas de fuego es algo natural para cualquier estadounidense, o al menos se convertiría en algo natural en una situación altamente estresante. Si has sido entrenado para usar una pistola, bueno, es difícil imaginar un problema que esta herramienta increíblemente versátil no pueda resolver”, escribió el periodista J. F. Sargent.

La violencia vende dicen los productores cinematográficos. A pesar de la sangre derramada en la vida real, los estudios académicos han demostrado que en Hollywood la violencia va en aumento. Durante los últimos 60 años de películas, Hollywood ha duplicado la violencia.

Después de la masacre en el club nocturno Pulse de Orlando en el 2016, donde 49 personas fueron masacradas, el crítico de cine Ben Flanagan recolectó en un año, 25 afiches de lanzamientos de películas mostrando armas de fuego. Y después de la horripilante masacre de Las Vegas en el 2017 cuando fueron asesinados 58 personas ¿cree usted que este número bajó? ¡No señor! El número aumentó “asquerosamente”. Flanagan dijo haber encontrado 41 afiches hollywodienses que mostraban armas de fuego. “Es difícil no notar cómo las armas de fuego se mantienen prominentes en los carteles de películas, tal vez incluso más que nunca”, escribió el crítico.

La falta de un serio, profundo, análisis de estos problemas generados por la sociedad, produce un fenómeno casi parecido al silencio que va mucho más allá que la hipocresía. Los temas ocultados por este silencio son muchos: Los mensajes virales de la cultura que nos rodea se caracterizan por su velocidad. Los temas pasan unos tras otros como una película acelerada. Lo que está hoy en la mente del consumidor, mañana ya no está.

Después de una masacre nos escandalizamos, lloramos, rezamos por las víctimas y hacemos una donación monetaria pero muy pronto todo se olvida, todo cae en el silencio y así llega la próxima tragedia y solo los más atentos se dan cuenta que nada se ha hecho para solucionar el problema. El silencio genera olvido y una sociedad amnésica es irresponsable; todo se olvida rápidamente.


Las guerras permanentes son otro factor de la presencia casi imperecedera de la violencia armada en la consciencia del país. Desde su fundación como país en 1776, (y quizás desde antes, desde la llegada de los peregrinos) los Estados Unidos siempre han estado envueltos en guerras alrededor del mundo; para ser más exactos el 93% de su existencia. Si hacemos los cálculos; en sus 243 años de vida, los estadounidenses llevan 226 años en guerra (algunos prefieren llamarlos “conflictos armados”) con variados países del planeta.

En otras palabras, el país nunca ha pasado una década sin estar envuelto en algún conflicto, solo durante la Gran Depresión de 1935-40 estuvo cinco años sin intervenir en algún conflicto. Según el sitio internet Investigación Global (globalresearch.ca), el país nunca ha tenido un presidente en tiempos de paz; técnicamente se puede decir que todos sus presidentes han sido “presidentes de guerra”.

De hecho los Estados Unidos es el único país que tiene un ministerio dedicado exclusivamente a sus veteranos de guerra que se estima son casi 20 millones de ciudadanos. Muchos de ellos regresan de la violencia de las guerras a insertarse en la violencia de la sociedad; con variados traumas mentales y viviendo en condiciones paupérrimas como drogadictos sin-hogar.

El dolor no es parte de la muerte y la violencia es premiada con un pase a la etapa siguiente

La concepción y relación con la muerte es también una forma de violencia porque tiene que ver como los adultos y los niños se relacionan con ella, como se asume la muerte conceptualmente y como la cultura hollywoodiense, la televisión y los medios sociales del Internet nos ayudan a relacionarnos y entender nuestra relación con la vida y la muerte.

¿Cómo le podemos pedir a los jóvenes que no sean violentos cuando es común ver en la televisión cadáveres desnudos, descuartizados, destrozados, cuerpos quemados, sexo forzado y todo tipo de aberraciones humanas?

En las películas de Hollywood, en los juegos de videos, la muerte y el asesinato se tornan fáciles de cometer y todo se soluciona con balazos y bombazos. La muerte se separa del dolor por lo tanto morir es fácil. Los héroes de antaño no mataban. Hoy estos ídolos de la sociedad, han evolucionado; ahora matan, son tipos que matan, que solucionan todo con la violencia.

Así, pareciera que esta misma se divide en dos tipos: la buena y la mala violencia. Esto eso lo que la gente quiere ver y consumir rápidamente, directo al grano, directo a la vena. Desde ya hace tiempo el marketing sabe esto muy bien. Al final todo se soluciona con un vertiginoso viaje al espacio, a otros universos, y con una buena dosis de héroes fantasiosos que vuelan y desaparecen.

Los programas de televisión en horario estelar - cuando toda la familia se reúne en casa después de un largo día - no escatiman esfuerzos en mostrar lo más sangriento, imágenes horrorosas de víctimas de asesinatos. En el centro de toda esta locura está la “señora hipocresía” donde el seno de una mujer desnuda es mucho más escandaloso que un cuerpo desangrándose en la calle. Los cuerpos destrozados son cada vez más comunes en las series de televisión donde al final se resuelven los crímenes pero no así el dolor.

El dolor que no se puede transmitir por ningún medio, el dolor que solo se puede sentir. ¿Que pueden pensar entonces los jóvenes rodeados de una cultura mortal que se desparrama a diario por una pantalla hacia la intimidad de sus hogares? Los juegos de guerra en video y computadoras son horribles. La violencia es la única alternativa premiada con un pase a la etapa siguiente. La solución del problema, deshacerse de algún enemigo, se puede dar disparándole, acuchillándolo, prendiéndole fuego o quebrándole los huesos.

Todos estos programas están al alcance de cualquiera en la televisión estadounidense y en el Internet, donde usted los puede ver a su conveniencia. Algunos de estos son: Hannibal, Bones, The Punisher, Game of Thrones, Law & Order: Special Victims Unit, The Narcos, NCIS: Los Angeles, The Walking Dead, Al Rojo Vivo, Chicago PD, Cops, Gotham, Caso Cerrado, Sons of Anarchy, Dexter, Primer Impacto, Hawaii Five-0, y la lista continua...

En estos, la muerte por lo general es rápida y sin dolor. El matador concluye su trabajo y rápidamente se prepara para el próximo. El duelo y la congoja no son parte del proceso de la muerte. No hay una diferencia entre matar y morir. El dolor desaparece en la adrenalina de la acción. Todo es fácil. Todo está desensibilizado. Durante todo el film el bueno persigue al malo y este goza de sus fechorías por lo que dura la película, hasta que es capturado o muerto pero solo al final del film. Los malos no buscan redención y las consecuencias de sus acciones siempre prevalecen por sobre el accionar de los buenos.

Vivimos en una sociedad en donde se glorifica la violencia, las armas de fuego y el consumismo. Donde nuestros datos humanos y nuestra intimidad caen víctimas del manejo mediático y los algoritmos comienzan a dictar las verdades. Las películas de Hollywood, las series de televisión, las revistas, las radios, los carteles, los comerciales, todo lo destinado a la venta contiene los elementos derivados del marketing, de los millonarios estudios socio-demográficos que “supuestamente” saben con exactitud lo que John Doe, que vive dentro del código postal 94119, quiere mirar, tomar, comer y/o vestirse.

En estos convulsionados tiempos la tecnología avanza reemplazándolo todo, incluso la realidad. Ahora se trata de alterar la realidad y reemplazarla con algo llamado “realidad virtual”. Quizás esa sea una llamada de auxilio, un desesperado intento de salvarnos de las enfermedades urbanas del capitalismo, una forma de escapismo, para eludir responsabilidades y escapar de algo que no es nada agradable.

El país del capitalismo se está suicidando

El país más poderoso del planeta se está convirtiendo en una ruleta rusa donde sus ciudadanos viven rodeados por el miedo de ser víctimas de la próxima masacre. Los estadounidenses se están matando unos a otros. El país del capitalismo y la sociedad de mercado se están suicidando. La poderosa industria armamentista está desbocada, no pueden disminuir el ritmo de las ventas; necesitan vender más y más armas y a través una millonaria campaña inventan una presunta e imperiosa necesidad de tener armas de fuego, armas automáticas, armas de guerra con una brutal capacidad de repetición.

Se está generando una adicción descontrolada. Se dice que solo las armas pueden detener a las armas, que a un insano con pistola lo detiene un sano con pistola, que el arma de fuego no mata, que él que está detrás del gatillo es el matador, que para detener las masacres en las escuelas hay que armar a los profesores y al resto del personal escolar.

La industria de las armas de fuego financia campañas basadas en el miedo, en una necesidad de protección, en la desconfianza, en el terror. Se inventan presuntos ataques al llamado “estilo de vida estadounidense” de envidiosos. El resto del planeta nos quiere atacar porque el resto del planeta quisiera tener lo que nosotros tenemos.

El capitalismo no tiene respuestas porque no tiene fronteras, ni autorregulación ni banderas. Es necesario entonces optar por una sociedad sin violencia ni xenofobia racista, sin guerras ni armas de fuego, sin amnesia y con una buena dosis de memoria para recordar a nuestros muertos. Las canalladas de Trump solo han despertado al monstruo, una vez más. Nada nuevo bajo el sol.

-Fernando A. Torres es periodista radicado en California EEUU.
     https://www.alainet.org/es/articulo/201449

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