Del cambio de época al fin de ciclo, nuevo libro de Maristella Svampa donde analiza los progresismos que gobernaron la región en los últimos años
La Tinta
“No hay nada que festejar con el fin del ciclo progresista”. Con esas palabras inició su exposición la socióloga Maristella Svampa.
No obstante, remarcó: “No podemos dejar de hacer un balance desde las
perspectivas críticas”. Investigadora del Conicet e integrante del Grupo
Permanente de Alternativas al Desarrollo, Svampa acaba de publicar ‘Del
cambio de época al fin de ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y
movimientos sociales en América Latina’ (Edhasa, 2017).
La
primera presentación de este material para pensar el escenario
socio-político reciente en la región, y los nuevos desafíos, la realizó
en la Universidad Nacional de Catamarca el pasado 30 de junio, invitada
desde el Doctorado en Humanidades. Durante más de una hora, la
intelectual punteó los principales ejes de su último trabajo e
intercambió algunos análisis coyunturales con el auditorio. “Sabiendo
que el escenario actual empeora ese fin de ciclo, donde se intensifica
el extractivismo, el cercenamiento de derechos sociales y la represión
de la protesta, tenemos que analizar el ciclo progresista y ver cómo
algunas narrativas políticas nos sirven para tender puentes”.
En
esa línea, Svampa retomó una idea que dejó plasmada en el libro: “No
sabemos hasta dónde el giro conservador que hoy se opera en América
Latina permitirá abrir una nueva conversación con aquellos otros colegas
y activistas que hasta hace poco promovieron activamente a los
progresismos realmente existentes, afirmando que ésta era ‘la única
izquierda posible’. Si acaso ese diálogo fuera posible, la tarea que
nos aguarda es sumamente compleja y difícil, pues se trata de pensar
colectivamente una izquierda posprogresista, que conjugue a la vez
justicia social y antipatriarcal, con justicia ecológica. Sin la
intersección de esos tres ejes en un único horizonte, creo humilde y
sinceramente que hay escasas posibilidades de reformular las izquierdas,
en un sentido verdaderamente democrático, plural y emancipatorio”.
La crítica al extractivismo
Un planteo central del nuevo libro se centra en destacar el rol de los movimientos sociales como el actor clave en abrir un nuevo escenario de cara al cambio de época
que finalmente decantaría en una serie de gobiernos progresistas en la
región. Fueron la Guerra del Agua en Bolivia (2000) y las luchas,
encabezadas por los movimientos piqueteros, entre fin de 2001 y 2002 en
Argentina, entre otros, los antecedentes que marcaron la agenda crítica
al neoliberalismo.
Svampa describe la aparición de los
progresismos (Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay,
Nicaragua y etapas en Paraguay y Chile) como eje central de la política,
caracterizados –más allá de los matices—por tener una lengua común (lingua franca):
cuestionamiento al neoliberalismo, políticas heterodoxas, políticas
sociales de inclusión y creación de espacios regionales. Estas
narrativas, plantea, muchas veces apuntaladas desde los movimientos
“colisionaron al calor del ‘boom de los commodities’” para dar paso a
“modelos en clave desarrollistas extractivista”, que van desde el
impulso a la megaminería y el agronegocios hasta la instalación de
mega-represas, pasteras e intensificación de la matriz petrolera ahora
bajo la cuestionada modalidad de fractura hidráulica. “El cierre de los debates sobre modelos de desarrollos alternativos fue una de las características de estos gobiernos”.
La
autora ubica el periodo 2007-2009 como el momento donde se marca
claramente “una grieta crítica al extractivismo”. En ese sentido, desde
los gobiernos “se redobló la apuesta”, bajo lo que denominó ‘consenso de los commodities’.
“En Argentina con el Plan Estratégico Agroalimentario (2010), en
Bolivia con la carretera del TIPNIS (2011), en Venezuela el proyecto del
Arco Minero en el Orinoco (2012), y el avance con la hidroeléctrica de
Belo Monte en Brasil pese a las advertencias de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos”. En esta línea, enfatizó que esta conflictividad se
traduce en que “América Latina es la región del mundo con más
asesinatos de activistas ambientales en los últimos años, según relevó
OXFAM”.
Límites del ciclo
Otro eje crítico se centra en los aspectos socio-económicas que dejaron los progresismos.
En
otra línea, aborda la crítica a los denominados ‘populismos infinitos’.
Svampa aclaró que lejos está su crítica del “vampirismo” del término
que “ha hecho la derecha política y mediática, que lo liga al
despilfarro y al autoritarismo”. “Tampoco comparto las versiones
apologéticas”, agregó. “Es algo mucho más complejo que tiene que ver con
aspectos democratizadores y otros que no; con la inclusión de los
excluidos y la intolerancia a otras temáticas; con la reducción del
espacio político al ellos/nosotros que empobrece y expulsa otras
miradas; y con una alianza de clases más allá de la retórica que incluyó
pactos con el gran capital”.
En este apartado, la investigadora
diferenció casos como el de Argentina y Ecuador, a los que calificó como
“populismos de clases medias que hablan en nombre de las clases
populares”, en tanto que Bolivia representaría un caso más típicamente
encabezado por sectores populares; y Venezuela que ha experimentado en
torno a la democracia participativa. Como lugar común, remarcó que pese
a las expectativas iniciales, “no hubo gobierno de los movimientos
sociales” sino que “siempre se buscó el control o la tutela de los
mismos”.
La última crítica abarcó aspectos que atraviesan el
“’Fin de ciclo’: la caída de precios de los commodities, el fracaso del
regionalismo y la dependencia con China”. A la luz de estos hechos,
sostuvo: “No podemos olvidar el momento histórico del ‘No al Alca’ en
Mar del Plata construido por los movimientos sociales en articulación
con los presidentes”. A su entender, “UNASUR terminó siendo un espacio
de consolidación del IIRSA (COSIPLAN)”, que tiene por objeto principal
diseñar una infraestructura regional atada a los interesas
extractivistas, y ahí “hay que tener en cuenta el rol de Brasil, que
juega en otras ligas”. “Nadie dice no negociar con China, sino que hay
que ver cómo se da ese vínculo, con qué intereses, y si es como bloque o
cada uno por separado”.
El presente, resistencia y esperanza
Tras
un punteo por los temas del libro, Svampa dio lugar a algunas
preguntas. Consultada por el actual escenario en Argentina, Svampa
caracterizó al gobierno de Macri como “una derecha aperturista
neo-empresarial que no es repetición de los noventa”. “Es una derecha
que hace política social, pos-política, ligada a las ONGS y a la Iglesia
que disputa territorio”. Además remarcó “la ceguera de clase” que presentan los funcionarios. “Hay
cosas que no pueden comprender, y esa mirada de clase es muy violenta:
se vio con el tema Desaparecidos, o el ejemplo de Esteban Bullrich
hablando de la Campaña del Desierto, algo que para él está bien”. Desde
su óptica, este gobierno “no ve derechos, ve abusos” cuando los sectores
populares son beneficiarios de políticas públicas. “Es un gobierno
no consolidado, que tiene cada vez menos margen, pero ciertamente hay
estabilidad. Aún aprovecha bien el esquema binario (con el kirchnerismo)
para sacar ventaja, por lo que quedan pocas posibilidades de abrir la
agenda más allá de esa disputa”, reflexionó.
Por último, planteó
que si bien su trabajo es desde una mirada crítica de izquierda, “no
podemos caer en que todo fue negativo, hay mucho para recuperar de los
progresismos en lenguaje y en derechos conquistados”. En este presente,
valora tres narrativas del “campo de la resistencia” que entiende abren
horizontes de esperanza: “La de los movimientos territoriales de
raigambre piquetera amenazados por el hambre, por caso el trabajo de la
CTEP; el colectivo ‘Ni una menos’, que no sólo se enfoca en los
femicidios sino que ha planteado una base de temas de los que hoy la
agenda de los partidos no puede prescindir; y los movimientos
socio-ambientales, que desde la periferia están cada vez más presentes”.
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